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Capacidades por Yoshita

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Notas del capitulo:

Y regresando una vez mas, el extra, ya para finalizar esta maravillosa historia. 

Muchas gracias de nuevo y los espero en mis próximos proyectos. 

La verdad estoy falta de inspiración y supongo que me demoraré, pero volveré, lo prometo. 

Nota: si se ve mal por el formato, se ve pegado o corrido, lo editaré cuando pueda. 

Gracias Esu, gracias por no asesinarme antes que acabara la historia. 

10.  

 

1. La apuesta  

Esa misma noche, en el barco, Usopp reclamó su premio. Satisfecho, puso su palma abierta frente al rostro de Nami. Ella, apretando los ojos y rechinando los dientes, le puso 120.000.000 berries en la mano al tirador. 

-Gracias- sonrió confiado. 

-No lo menciones- se cruzó de brazos y abandonó en comedor donde estaban todos juntos. 

-Ya se le pasará- les dijo a los chicos mientras guardaba en su bolsa el equivalente a la cabeza de Roronoa Zoro.     

 

2. Onigiri  

Porque una promesa es una promesa, Sanji tenía ya sombras purpúreas bajo sus bonitos ojos azules. Porque Roronoa Zoro se había aprovechado de su lindo cocinero en sus horas de sueño para que le preparara los merecidos onigiri de recompensa por el baile. 

-Un día de estos...- le dijo mientras terminaba de servirle, aproximadamente a las 2 de la mañana, onigiri al espadachín sonriente, quien bebía ya la segunda botella de sake- me las cobraré.  

-Te quiero ver- sonrió y tomó al cocinero en sus brazos para besarlo.     

 

3. Violín  

Todas las tardes pasado el almuerzo, Nami salía disparada de la cocina a cubierta. Los chicos sólo sacudían sus cabezas y murmuraban cosas inteligibles con sonrisas asomando en sus rostros. 

Brook, tranquilo, daba las gracias por la comida y se retiraba al cuarto de los chicos por su violín y varias partituras sueltas y luego se encaminaba a cubierta, donde Nami, juiciosa, empezaba a afinar su propio violín y acomodaba su arco. 

-Muy bien, Nami-san. 

La chica le sonreía y tomaba la hoja que estaban estudiando. 

-Continuemos- y posaba sus dedos sobre las cuerdas para comenzar el movimiento.     

 

4. Libros  

Junto con el suave practicar de Nami, Robin yacía recostada contra uno de los mandarinos. Tenía un libro abierto en sus manos y leía atentamente para el chiquillo que en ese momento la escuchaba atentamente, recostado en el prado verde. 

Luffy, de vez en cuando, se ponía de pie e imitaba algunas de las escenas de batalla, a veces, incluso, le pedía a Robin que le dejara decir unas de las líneas del héroe y que ella hiciese las de los villanos. 

Por supuesto, Robin accedía complacida.     

 

5. Enfermería  

Algunas tardes, cuando Chopper se retiraba a la enfermería a trabajar con nuevas medicinas, a hacer inventario o simplemente a investigar, Usopp abría sigilosamente la puerta y se sentaba al lado del renito para observarle.

Con el tiempo, Usopp comenzó a aprender de medicina y cuidados, descubriendo que también le gustaba cuidar de otros. 

Chopper, satisfecho, enseñaba a su primer alumno primeros auxilios, torniquetes, vendajes, puntos y demás cosas que sabía la tripulación iba a necesitar.     

 

6. Historias  

En las noches donde todos los chicos se reunían a hablar, con comida y bebidas, Franky había comenzado a ayudar a Usopp con sus increíbles historias de hazañas que en realidad jamás vivió. Su pasión era relatar sobre enormes máquinas de guerra que salvaban pueblos con millares de gente junto con el guerrero de los mares Usopp. 

Creaba también el fiel compañero del guerrero, un perro metálico que se podía transformar en un poderoso cañón que el guerrero usaba contra enemigos peligrosos.  

-Y así- concluían- el gran guerrero Usopp y su compañero fiel Ferro, salvaron al mundo, una vez mas.     

 

7. Cocina  

Por mas que no lo llevase en la sangre ni en la mente ni en si mismo, había una irrefutable atracción hacia la cocina por parte de Zoro. Sopesando el hecho de que fuera Sanji el cocinero, se justificaba, pero le extrañaba que cuando entraba, no sólo era a verlo (porque iba a verlo), sino que también comenzaba a ayudarle con cosas simples. 

Al comienzo era cuestión de minutos y salía de la cocina luego de plantarle un beso en los labios al absorto cocinero. Pero con el tiempo se fue convirtiendo en un pasatiempo (algo que el espadachín verdaderamente necesitaba) y habían ocasiones en las que los chicos entraban y Zoro estaba sirviendo los platos en la mesa. 

Luego de un tiempo, terminó siendo Roronoa Zoro, el mesero de los Mugiwara.     

 

8. Carne  

Fue en uno de esos momentos entrometidos de Zoro en la cocina que llegó Robin y los interrumpió.  Los miró, los saludó y les pidió una cantidad, algo exagerada, de carne para picar. 

Sanji asintió y pidió al espadachín que le alcanzara un poco del refrigerador y con parsimonia comenzó a prepararlo, aprovechando para enseñarle a Zoro algunos secretos del arte culinario. 

Cuando terminó, le entregó el plato a Robin y le dijo que la próxima vez que Luffy pidiera carne, que bajara él mismo. La chica, sonrojada y nerviosa, bajó la mirada y negó. 

La carne no era para Luffy. 

Era para ella.     

 

9. Muebles  

Eran varias las situaciones en las que algún mueble de la enfermería se astillaba o se rompía o se envejecía tanto que no era conveniente usarlo. Antes, Chopper tenía que ir por Franky o por Usopp para que le arreglaran los estantes, o el escritorio o la cama. Pero luego de los cambios, comenzó él mismo a repararlos, sintiéndose autosuficiente y contento consigo mismo. 

Tanto que, cuando la mesa del comedor sufrió los daños de una noche de pasión de Zoro y Sanji, Chopper se ofreció voluntario a repararla. 

Y a decir verdad, le terminó quedando bastante bien.     

 

10. Habitación  

Franky había adaptado un espacio de habitaciones del Sunny para ambos. Eran la única pareja (por ahora) y deseaba que los dos chicos estuvieran cómodos y tranquilos. Y que no molestaran a nadie. 

Por petición de Nami tenían, también, baño privado. 

Pero lo mejor de todo era que Franky había remodelado el nido del cuervo y había agregado un cubículo pequeño donde había una alfombra con cojines y mantas y un enorme ventanal con cortinas corredizas.  

"Para las parejas venideras", había dicho y Zoro y Sanji habían sonreído.         

 

 

-¿Cuánto tiempo ha pasado ya?- preguntó mientras acomodaba el mechón rubio detrás de su oreja. 

-¿Dos años?- cuestionó mientras acariciaba el cabello rubio del cocinero que tenía acostado a su lado. 

-Vaya... El tiempo vuela. 

Miraron fuera del ventanal del cubículo del nido del cuervo y vieron el sol caer. 

-Es un viaje interminable, ¿no crees?

-Pues no es que quiera que se acabe- musitó pasándole la caja de cigarrillos. 

-Tampoco yo. 

Exhaló el humo y fijó sus ojos en la orbe pensativa del espadachín. 

-¿Qué sucede?

Zoro lo miró, sonriente.  

-¿Y si te casas conmigo? 

 

Notas finales:

Muchas gracias. 

 

¡Ah! Casi lo olvido. Sanji dijo que si. 


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