Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De Bradislavia con amor por desire nemesis

[Reviews - 94]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

A través de la semiabierta puerta se veía el perfil del vampiro. Su mirada atraída por alguien a quien no podía ver. Sintió que todo su odio despertaba hacia ese monstruo que había arruinado su vida por completo y por la que peligraba la de su padre.

 

“Maldito” susurró en su mente el ojos mieles un segundo antes de que Kiryu Zero saliera y lo viera a los ojos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esa expresión bien la conocía. Era reconcentrado odio. Por un momento pensó ser el objeto de este hasta que cayó en la cuenta que ya miraba en esa dirección antes de que él se interpusiera. El peliblanco volteó para encontrarse con la mirada de reojo de Kuran Kaname.

 

Miró de nuevo a Wheeler. ¿Era cierto lo que pensaba? ¿Cómo podía una presa mirar así a su amo? No debería ser posible.

 

 

 

 

 

 

 

 

Joseph sintiéndose mal parado se volteó y marchó sin decir nada pero nervioso. ¿Qué haría ahora? Se sentía descubierto aunque el otro no podía sospechar de sus motivaciones.

 

¿O si?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Qué sucede?—preguntó Kaiba apoyando su mano en el hombro del cazador y luego de mirarle vio a donde este lo hacía. Solo pudo ver la espalda de Wheeler desaparecer en una esquina.

 

¡No lo sé! Pero he de averiguarlo—dijo el ojos amatista con resolución en su voz mientras el castaño se inquietaba un poco por lo que estaría pasando con el rubio.

 

Kuran que estaba detrás de ambos rumiaba algo en su mente. Él siempre había sido el más listo e intuitivo pero algo se le estaba escapando y eso lo puso mal de pronto.

 

Kaien que estaba peleando por lavar la vajilla con el mayordomo desistió de pronto y bufó resignado. Estaba de espaldas al vampiro por lo que este no podía ver su rostro.

 

¡Oye, Kuran!—dijo de pronto muy serio Cross con una voz que sorprendió a este--¡Ten cuidado con mi hijo! ¿Ne?—exclamó dándose la vuelta con una sonrisa radiante, se quedó quieto un momento más de lo plausible y el vampiro olió la advertencia de un enemigo escondido.

 

 

 

 

 

Kuran Kaname ya se había enfrentado antes a enemigos y cazadores y aunque sabía que eran prácticamente lo mismo también sabía una cosa. Los enemigos más formidables raramente lo parecían.

 

Además, alguna vez, oyó mencionar ese apellido con casi reverenciado temor. ¿Sería ese hombre el que lo provocaba? ¿O solo sería una herencia familiar?

 

¡Oy, Kaname-kun! ¿Quieres torta?—preguntó de pronto el otro alargando hacia él un platito con un pedazo y una cara de matrona.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaba molesto cuando salió de la recámara de su padre dispuesto a bajar y enfrentar sus miedos de una vez.

 

¿Qué te sucede, Wheeler?—preguntó una conocida voz desde las sombras del pasillo.

 

El mencionado se detuvo y preguntó sin mirarle--¿Y a ti que te importa?—

 

¡No seas idiota, perro! Todos nos estamos jugando la vida aquí así que… ¿Qué te hace tanta gracia?—preguntó algo conturbado el CEO.

 

¿Recuerdas esas peleas, no? Yo te decía sobre el poder de la unión y tu siempre te oponías. ¿Qué te ha pasado Kaiba?—preguntó a su vez Joseph mirando de pronto a sus ojos.

 

¡No te hagas el idiota! Quiero saber que estás planeando. Te conozco y esos cambiecitos de humor son muy propios de cuando crees que tienes un gran plan y alguien pretende hacer algo que no te cae—dijo el ojos azules.

 

¿En serio lo conocía tanto? ¿Cuánto había pasado desde la última vez que emprendieran algo con tiempo? ¿8? ¿10 años? ¿Cómo era que recordaba…?

 

¡Déjame en paz! ¡Tú no me conoces en lo absoluto!—le gritó tratando de pasar a su lado. Mentía. ¡Por el infierno que mentía! Le causaba temor que el otro le conociera tanto en verdad.

 

Seto era astuto y percibió todo eso--¿Qué rayos te traes perro?—preguntó tomando su brazo sin intenciones de soltarle hasta que contestara.

 

No esperaba lo que vino.

 

Tampoco lo esperaba el melado.

 

Solo trató de sacarlo de su camino. Pero su fuerza no era la de siempre. Lanzó a Seto tan duro que el otro golpeó la pared con la espalda y casi pierde el conocimiento.

 

¡Kaiba!—gritó desesperado el ojos mieles acudiendo a su lado.

 

Cuando tocó al otro preocupado, el castaño lo rechazó en el acto y mirándolo a los ojos le preguntó--¿Qué te ha pasado?—

 

Wheeler supo que no podría esconder su verdad por mucho más.

 

 

 

 

¿Y bien? ¿Cuándo va a dar frutos ese plan tuyo?—preguntó el joven Phantomhive de malhumorada manera mientras se servía helado de miel y limón.

 

¡Pronto, amo!—dijo el ojos rojos con una inclinación.

 

¿Seguro, no?—preguntó con algo de suspicacia el tuerto.

 

¡Por supuesto, my lord!—respondió el sirviente.

 

¡Bien, pero no demores! ¡Estoy cansado de postergar esto!—dijo con algo de tristeza en la mirada el conde.

 

Quiero saber amo. ¿Por qué no dudó de las palabras de
Kuran?—preguntó el demonio.

 

¡Ese no es asunto tuyo! Lo único que debes hacer es proporcionarme lo que quiero para tener mi alma. Hasta entonces limítate a cumplir tu parte del trato—le habló el cruel Phantomhive.

 

El otro se puso serio—Si, bo-chan—respondió.

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaban en silencio desde que entraron en el dormitorio del joven amo Wheeler. Este no decidía como empezar esa conversación y entonces el castaño perdió la paciencia—¿Y bien? ¿Qué rayos quieres decirme?—exclamó furioso y entonces Joey se decidió y de improviso le besó, descolocando al mas alto. Tomando con sus manos la cara del otro la alejó para preguntarle--¿Qué demonios…?—

 

¿No es esto lo que deseabas de mí?—preguntó el ojos mieles antes de besar de nuevo al tomado por sorpresa.

 

¿Qué está pasando?—dijo de pronto el castaño alejando al rubio.

 

¡Te deseo! ¡Quiero hacerte el amor!—dijo Joseph dejando sin palabras al CEO y era verdad. En ese momento pensó en las palabras de Sebastian. Era cierto, su libido había subido de una manera que… ardía en deseos de hacerle el amor al ojos azules.

 

¿Qué te sucede?—preguntó el consternado Kaiba mientras se sentaba, empujado por el otro, en un cómodo sillón Reina Ana—Sabes que ese vampiro tuyo…--

 

¡Me liberé de él!—le confesó el ojos mieles.

 

¿De qué hablas? ¿Acaso por…?—preguntó separándolo Seto.

 

¡No! Mi sangre aún es virgen—admitió el rubio.

 

Pero…--dijo el castaño.

 

Sé como él sonó. La verdad que creo que lo dijo por ti, pero nada pasó entre nosotros—le respondió el político.

 

¿Cómo lo puedes asegurar?—preguntó casi irritado el otro.

 

Porque alguien que conoce bien ese mundo me lo aseveró. Lo que pasa es que ya no soy su presa—dijo Wheeler y al ver el ceño fruncido del otro prosiguió—Soy su sirviente. Le di mi sangre voluntariamente y al hacerlo sellé un pacto con él, por eso me protegí de ti el otro día—dijo después con su boca a milímetros de la del castaño que sentía muy acelerado su pulso.

 

Entonces… ¿Por qué ahora…?—preguntó Seto.

 

Encontré la forma de liberarme de su influjo. Ya no estoy bajo sus mandamientos y deseo estar contigo. ¡El no vendrá!—dijo Joey antes de tomar la cara del otro con una mano y besarlo apasionadamente—Solo quiero que guardes en secreto todo esto—

 

Pero… ¿Por qué? Si me dijiste que…--preguntó desconcertado el castaño.

 

Es una ventaja. Podría salvar a mi padre el que no lo sepa nadie. Algo pasó conmigo. Aún no se qué pero pienso mantenerlo en secreto. ¿Lo harás?—preguntó el de pronto muy persuasivo ojos mieles.

 

¿Insinúas…?—preguntó casi ofendido Seto.

 

¡No insinúo nada! ¡Pensé que querías ayudarme! ¡Estar a mi lado! Pero si no es así…--dijo con ademán de irse el dueño de casa y entonces el otro lo detuvo. Se miraron a los ojos y entonces Joseph supo que había tenido éxito en su estratagema.

 

 

 

 

 

 

 

Así que así se sentía tener a otro ser dentro.

 

Dolía un poco pero el placer hacía que olvidara el escozor.

 

Gemía en su oído de una forma en que jamás se imaginó que lo haría mientras las manos del otro, fijas en sus caderas, levantaban y bajaban estas cada vez a un ritmo más rápido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto no podía creer que eso estaba pasando. Si, era el primero. Arrebataba a ese tal Kaname algo que había decidido suyo.

 

Así era Kaiba.

 

Competitivo, egoísta.

 

Pero sin saberlo estaba obsesionándose más y más con aquel al que le hacía el amor. Su cara, sonrojada y sudada, se veía hermosa a la luz de la luna. Sus cabellos dorados que reflejaban los brillos y sus jadeos.

 

¡Apúrate o yo…!—dijo angustiado Joey antes de abrazarse a Seto mientras se venía.

 

Era tan apretado que por un momento vio todo blanco y al siguiente su cadera levantaba el peso del otro para que el orgasmo bañara el interior de Wheeler.

 

 

 

 

 

 

 

 

Una dulce joven le sonreía y acariciaba su cara. Su pelo y sus ojos eran como los suyos y él por instinto sabía que de alguna manera, aunque nunca la había visto, la conocía.

 

Despertó con esa sensación triste en su pecho con la que siempre despertara desde que tuviera ese sueño por primera vez y se dio cuenta de que hacía mucho que no soñaba con ella. Zero se colocó la chaqueta y los zapatos y decidió dar un paseo. Miraba por la ventana cuando él se le acercó.

 

¿Qué te pasa?—preguntó.

 

Nada—contestó el peliblanco.

 

Es de mala educación contestar así a tus mayores—indicó Yagari Toga--¿No te das cuenta de que solo deseo ayudarte? ¡Estudiante tonto!—

 

¡No lo presiones Yagari san!—le indicó con voz tranquila Kaien Cross--¿No te das cuenta de que si lo presionas más se encerrará en si mismo y peor será para él?—

 

Molesto el otro solo le habló a Kiryu--¡Bien! Si deseas hablar sabes como encontrarme—y se fue.

 

El ojiamatista pensando que el otro seguiría con su melosa fantasía familiar se dispuso a seguir el ejemplo de Toga cuando lo frenó lo que el rubio dijera.

 

¿Soñaste con ella de nuevo, verdad?—

 

Zero se volvió sorprendido.

 

¡No me mires así! ¡Después de todo soy tu padre!—dijo con una sonrisa paternal el otro.

 

¡No lo eres!—le gritó el otro antes de darse la vuelta e irse.

 

¡Quisiera serlo!—dijo el rubio al aire de la noche.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Oy! Quisiera que a veces me dejaras tener una conversación privada—le dijo el pelinegro al sentir que entraba a la habitación. Estaba deshaciendo su equipaje. Al darse cuenta de que el otro había pasado por detrás suyo sin contestarle o quejarse, cosa bastante peculiar, se irguió, volteó a verle y preguntó--¡Oy! ¿Qué te pasa?—

 

¡Nada!—respondió el ojos miel clara en un tono mesurado que indicaba lo contrario—Solo vine por mi espada—

 

Cuando Kaien pasaba por su lado el otro le arrancó de su ensimismamiento al halarlo del brazo para ponerlo frente a frente con él. Estudio la conocida cara con los indicadores claros de tristeza en ella—Sabes que no me gusta verte así—le indicó antes de besar sus labios mientras una de sus manos deshacía la cinta que mantenía la coleta del pelilargo y la otra lo obligaba a soltar la espada. Lo llevó a su cama y lo tendió mientras se tendía encima sin dejar de besarlo.

 

Tengo que ir…--dijo Cross.

 

No pasará nada porque demores 5 minutos—contestó Yagari antes de quitarle los lentes y dejarlos en el suelo.

 

Empezó a sentir esos gemidos suaves y agudos que le impresionaron tanto la primera vez que le hiciera el amor y que era una de las cosas que le obsesionaba del rubio al ojiazul. Le impresionó al igual que la manera en que se volvía tan vulnerable. Sabía sin duda que era mucho más fuerte que él cuando se trataba de cazar y matar vampiros pero en sus brazos Kaien Cross se volvía una frágil criatura a la que deseaba para si.

 

Sus labios, su rostro, sus imparables gemidos, todo eso indicaba de cuanto disfrutaba ser suyo. Y esa manera de apartar su rostro a un lado cuando ese momento llegaba lo volvía loco. Irremediablemente agarraba este para verle.

 

Terminó de la manera más exitosa posible. Con sus entrañas aún ardiendo por él. Enseguida volvió a sentir esa necesidad. Era imposible satisfacerse de él con solo una vez y ambos lo sabían por lo que cuando estaban en un asunto serio evitaban todo encuentro a solas que los llevara a tal situación.

 

Sabía que lo de cinco minutos era mentira—se atrevió a decir el ojos miel clara.

 

¡Deja de quejarte! ¡Te necesito!—contestó Toga y así terminó la discusión. Era cierto. Ambos se necesitaban. Ni una, ni dos, ni tres veces serían suficientes. Era necesario amarse toda la noche para estar satisfechos.

 

 

Notas finales:

Espero les guste

a los amantes del puppy les digo que no olvido  nunca a seto y joey

pero pretendo que la trama siga un argumento definido

mata ne y gracias

^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).