Solo lo empujó con la palma de la mano pero fue como si un huracán arrancara de la tierra a Yagari. El rubio permaneció en el aire mientras todos lo miraban estupefactos. Sus ojos eran brasas encendidas.
Sebastian no lo engañó cuando dijo que su sangre le haría diferente. Miró su mano como viéndola por primera vez.
¿Qué has hecho?—preguntó Kaien.
¡Lo necesario para proteger lo mío!—tan solo respondió el joven amo de la casa mirando al otro rubio.
¡No hay forma en que transformarte en vampiro te libre del poder de un purasangre!—afirmó Toga y entonces Cross comprendió.
Pero la sangre de un demonio—
Seto miró estupefacto a Wheeler. ¿Era verdad aquello?
El otro sonrió de una manera extraña a los cazadores y luego le miró a él—Les era posible estar a parte de esto pero no pudieron agradecer el hecho de ser dejados de lado. ¿Quieren sufrir la consecuencias de sus actos? ¡Muy bien! ¡Háganlo! Yo no tengo idea de donde están ni que planea Michaellis, solo deseo que ambos desaparezcan para siempre—
¡Perro…!—trató de llamarlo a la razón Kaiba.
¡Tú menos que nadie hables! ¡Podría matarte ahora mismo!—le gritó el rubio pelicorto yendo hacia él y entonces…
El perdigón entró por su espalda y cayó de rodillas de frente a el castaño que incrédulo pudo ver sus ojos sorprendidos mirándole mientras caía. El carmesí dio paso a la miel. Se agachó y lo tomó en sus brazos un segundo antes de que cayera del todo.
Tuvo que quebrar las articulaciones de toda su mano izquierda para poder pasarla por la prisión de metal hasta liberarla. Le dolía pero más le dolería al otro no haberle revisado. Buscó la “Bloody Rose” en su espalda y la sacó con su mano derecha, aún apresada, para mirarla con atención y una sonrisa cruzó su rostro.
Despacio y con suma precaución salió de la habitación que le servía de celda para buscar a los culpables de que estuviera allí cuando oyó la voz del “maquiavelito”. Esta vez él sería el que le diera una lección, pensó mientras caminaba a la habitación de la que provenía la voz.
Atisbó dentro para ver como estaban posicionados cuando su sangre se congeló.
Sebastian levantaba una larga espada por sobre su cabeza y Kuran permanecía de rodillas. ¡No era posible!
Pero si estaba pasando.
Kuran Kaname iba a…
Su cuerpo reaccionó antes que su mente y trató de disparar al que bajaba ya el arma blanca pero él otro se dio cuenta de su presencia al ver su reflejo en la hoja y saltando hacia atrás evitó el impacto.
Ciel gritó--¡Sebastian mátalos!—y el otro sonrió porque eso se había puesto interesante.
Kuran en el suelo no entendía que pasaba. Oyó un disparo pero… ¿Quién estaba ahí para salvarle?
De pronto pudo oler ese dulce aroma y sorprendido comprendió que su salvador no era otro que Kiryu Zero. ¿Pero que hacía él ahí? Recordó el olor en el trastero. ¿Acaso él los había seguido?
Una mano tiesa lo empujó hacia atrás, hacia un cuerpo en el que el castaño apoyó su espalda mientras el brazo le rodeaba.
¿Qué te sucede? ¡Aléjate de ese tipo!—le ordenó nervioso el peliplateado que no entendía porque el otro no había reaccionado aún, mientras halaba con su mano herida al corpulento ojos borgoña y apuntaba con la otra.
¡Me han cegado!—le informó el vampiro y con alarma el cazador entendió. Era la única forma de que consiguieran prender a un tipo astuto como ese.
Sebástian blandió su arma enfrente de ambos y antes de que pudieran salir de su rango, el arma rasgo parte del pecho y el hombro derecho de Kaname quien jadeó por el dolor inesperado.
Zero disparó sin éxito pues el otro saltaba como una pulga y entonces se le ocurrió que lo único que distraería al otro sería…
Disparó a la suntuosa araña sobre la cabeza de Ciel y el demonio fue al rescate mientras ellos dos desaparecían tras la puerta y por el pasillo se dirigían a una habitación en la que penetraron.
Zero la cerró en la esperanza de que les diera un poco de tiempo y fue hacia la ventana, la estudió y la elevó para después volver hacia Kuran que tapaba con una mano su extensa y burbujeante herida, lo miró por unos segundos antes de decirle--¡A prisa! Debemos…--
Al tomar su mano pretendiendo halarlo hacia la ventana sintió el halón en su mano herida—Puedo sentir que tu tampoco estás en todas tus capacidades. No podemos seguir juntos. Separémonos y…--
¡Eso es una estupidez! Si nos…--dijo el cazador.
Por separado uno tiene posibilidades—dijo con lógica el rey.
¡Idiota! No…--dijo Kiryu y el otro le empujó, pretendía irse pero de pronto sintió el seguro de la “Bloody”.
¡Estás siendo insensato!—le susurró con bronca el castaño.
¡No me interesa lo que pienses!—le contestó el otro y entonces el otro resintió su herida. Fue a su lado cuando se inclinaba un poco y entonces quedaron muy juntos. Miró por un momento la herida del otro y entonces lo pensó.
Kuran se paralizó de pronto al sentir la sensación de una lengua deslizándose por su herida. ¿Kiryu Zero estaba lamiéndole? ¿Bebiéndola? Eso dadas las restricciones de los vampiros era un delito y algo aborrecible para los cazadores. Entonces… ¿Por qué el otro? No se sentía mal, solo era inesperado y… Sintió de pronto que se ahogaba. Una sensación rara agarrotó su garganta. De pronto comprendió que era una increíble sensación de placer mezclada con ansias.
Esto debería bastar para reponerme de mis heridas. He oído que la sangre de ustedes es muy buena para potenciar el cuerpo humano y como no me has mordido no corro el peligro de convertirme en un E—dijo de pronto el peloplateado trayendo al ojos borgoña a la realidad.
¡Así que por eso lo había hecho!
Nada más lo utilizaba como medida de emergencia.
¿Qué haces aquí todavía, idiota?—preguntó el conde con mirada adusta. Sebastian sonreía. El temor que ocupara el ojo de su amo momentos antes había desaparecido totalmente--¡Mas vale que me lo traigas inmediatamente, Sebastian! ¡Quiero su cabeza!—dijo el joven Phantomhive.
¡Como ordene, amo!—le contestó el otro antes de desaparecer por la puerta.
Pudo oler la sangre del vampiro desde esa habitación a donde seguro ambos se ocultaran. Estaban en un segundo piso por lo que ocultarse en una habitación era algo tonto—pensó el ojos rojos mientras con un además echaba abajo la dichosa puerta.
Había rastros de sangre que llevaban a la ventana proxima. ¿El vampiro ciego cargaría con su salvador? ¡Buena pareja hacían esos dos! Pensó el mayordomo con desdén y atisbó fuera para notar que ambos corrían a varios metros ya de la casona, iban agarrados por la mano.
¡Princesitas, les ha llegado la hora del té! Pensó Sebastian antes de saltar en pos de ambos.
¿A dónde creen que van?—preguntó Michaellis a los dos que corrían entre árboles saliendo inesperadamente de enfrente.
Zero entonces recordó que ese no era un tipo del que pudiera escapar. Con su mano derecha apretó fuerte el arma de la que dependía su vida y la de Kuran pero por más que fuera rápido para apuntar el otro era un ser completamente distinto a él y solo sintió el impacto de su mano como una daga que se clavara en sus costillas cuando lo desgarró para tirarlo lejos.
Kuran sintió que el otro abandonaba su mano un momento antes de percibir su olor. Ese característico aroma a jazmín mezclado con el de la sangre que empapaba sus fosas nasales tan fuerte de pronto que supo que el daño prodigado era grave.
¡Has quedado solo, Kuran Kaname! ¡Tu protector ya no es más!—dijo una civilizada voz que provenía de su costado.
Has cometido un error grave demonio—dijo el de ojos borgoña.
¿Cuál?—preguntó el mayordomo ladeando su cabeza con interés.
Asumiste que mi poder depende de mi visión—respondió el vampiro un momento antes de que su mano se elevara hacia el otro. Se sintió como si un trueno conmoviera la tierra cuando descargó todo su poder contra el otro.
¡Por suerte no soy así de confiado!—dijo de pronto en su otro oído esa molesta voz.
Kaname con sorpresa comprobó que había sido víctima de un engaño y sabiendo que no podría remediar se vio resignado a su fin aunque su mano trató de elevarse contra la segura muerte que se le avecinaba.
Otro temblor y a través de las oscurecidas conexiones de sus pupilas algo de luz poderosa se vislumbró.
De pronto escuchó la voz de Kiryu—Dos podemos jugar ese juego—y luego el ruido de algo pesado que caía.
¡Kiryu!—le llamó Kaname sin saber a ciencia cierta que estaba pasando.
Ese ruido…
¿Era el sonido del demonio cayendo?
¿O era Kiryu?
¿Qué había sucedido?
¿Quién era el vencedor?
¿Estaban aún en peligro?
Sospechaba que no y más aún cuando nadie contestó ni hizo nada. Repitió el nombre sin respuestas.
¡Mira que morir así…!—dijo Joseph mirando a los ojos del castaño antes de toser algo de sangre.
¡Cállate, perro!—le gritó el ojos azules.
¿Estás preocupado por mí, Seto?—preguntó el joven Wheeler.
¡No seas…!—le dijo el otro con coraje mientras lo sostenía en sus brazos y los cazadores les miraban.
¿Qué? ¿Egocéntrico? ¡Como cambió todo! ¿Verdad?—preguntó el ojos mieles con algo de tristeza en esos ojos límpidos y tranquilos ahora. Parecía casi relajado mientras un gran charco con su sangre se extendía por debajo de ambos.
¡No tanto! ¡Tú sigues siendo un idiota!—le replicó Seto.
El otro sonrió—¡Era preciso, así nos dejará en paz! ¡Lo de Zero fue una imprudencia! Él no debía estar ahí—le dijo Joey—Yo tampoco quiero que le pase nada pero nada puedo hacer—Todos pudieron ver que ahora tranquilo hablaba con la verdad—Lo que dije… fue porque no soportaba que aún te preocupe él, pero supongo que está bien. ¡El HDP aquí soy yo! Solo… ¡Solo no le digas a mi papá!—pidió antes de que sus ojos se cerraran.
Kaiba lo sacudió y le gritó pero el rubio no despertó.