16 Nuestro futuro
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Estaba yendo a casa.
Ya había hablado con Sere como Hana. Vestirse no había sido difícil y le había dicho que “ella” y su madre se mudarían por el trabajo de ella al extranjero y que no dudaba que volverían a verse. “Ella” la llamaría cada tanto para mantener el contacto.
Con esa respuesta la otra se dio por satisfecha. Le había dicho que en verdad su papá no sabía de su existencia pues su madre no se lo había dicho para no arruinar la vida familiar y que el secreto debía permanecer entre los hermanos cosa que ella aceptó.
Una cuadra antes de llegar, luego de bajarse del bus lo vio. Estaba parado cerca de su casa como si lo esperara lo que lo puso de mal humor.
¿Qué estás haciendo?—preguntó de mal modo.
¡Vine a que te disculpes!—le dijo el castaño.
¡Ja! Es un buen chiste—dijo el ojos mieles.
Trató de seguir pero el otro le detuvo--¡No me provoques! Yo estuve ahí cuando…—le advirtió.
¿Qué no te provoque? No recuerdo haberte pedido nada—dijo el ojos mieles. Lo colocó de golpe contra la pared de la casa frente a la que estaban. Se miraron por unos minutos a los ojos--¿Qué rayos quieres? No lo comprendo. Dejas de hablarme y luego…--estaba fastidiado y dolido y el castaño pudo verlo con claridad.
Una mano rozó su mejilla antes de que pudiera reaccionar—Ni yo mismo entiendo lo que me pasa contigo. A veces desearía romperte esa cabeza hueca a golpes y otras…--dijo Seto.
¿Y otras?—preguntó el melado interesado.
No preguntes cosas que ya sabes—le respondió el castaño. No podían besarse en plena vía pública y lo sabían pero no hacía falta que lo dijeran para saber que era lo que ambos deseaban.
Estaban en su casa. Con la puerta de la habitación cerrada con llave aunque nadie más estaba o al menos eso parecía. Sus labios no se despegaron desde que la puerta se cerró y las manos del rubio recorrían los hombros del otro mientras este ceñía su cintura.
¿Cómo detener el tacto que tanto placer provoca?
¿Cómo desear menos a la persona amada?
Yacieron en la cama mientras descubrían cada uno la piel del otro en un acto lento y voluptuoso.
Antes quisiste saber…--mencionó el castaño—No puedo dejar que Mokuba siquiera se lo imagine—la cara del otro se volteó dolida y mientras lo obligaba a mirarlo el ojos azules añadió—No es solo por lo que crees. Mi padre es un hombre muy rígido. Ya ha decidido que debemos entrar en la misma empresa que él y llegar a un alto puesto, para eso tiene un estricto grupo de normas en las que está incluida que no debemos enzarzarnos en relaciones románticas para que no afecten nuestras notas. Si incluso ya está predicho que estudiaré. Claro, el año que viene seré mayor y entonces podré hacer con mi vida lo que quiera pero no me atrevo a dejar a Moki con él, frustrado. No quiero ser responsable de lo que haría. Es un hombre muy vengativo y a veces… ¿Entiendes? Por eso no quiero que llegue a enterarse y si mi hermano lo supiera o sospechara… …es muy inocente, algo podría escapársele involuntariamente—
Joseph aceptó su palabra—Una vez graduados no volveremos a vernos. ¿No es así?—
¿Estudiarás en la universidad de Tokyo?—preguntó el ojos azules.
Sabes de sobra que no tengo tan buenas notas—dijo mirando hacia un lado el rubio y sabiendo lo que eso quería decir.
Vendré a la ciudad de vez en cuando. Por lo pronto queda el verano y después, un fin de semana aquí, un fin de semana allá. Lo importante es que él no se entere. Pero quiero que algo te quede claro—dijo el castaño y el otro lo miró sabiendo lo que venía, una afirmación de que si alguien tenía más que una sospecha cortaría todo lazo con él para siempre o algo por el estilo—Tú eres y siempre serás de mi propiedad—dijo para su sorpresa Kaiba antes de besarlo y en sus ojos se traslucía ese azul imperial que antes viera cuando le dijo que no tenía que ver con él.
Sus cuerpos se fusionaron perfectamente y sus manos se enlazaron todo el tiempo. En ese momento en que Joseph estaba arqueado bajo Seto era impensable dudar de lo que sentían el uno por el otro y sin querer escapó de los labios del rubio.
Te… te amo—dijo justo antes de que el placer le nublara la razón y su cuerpo se descargara con vehemencia.
No hubo ninguna clase de respuesta y eso lo hizo sentir repentinamente solo.
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Cuando estuvieron vestidos Seto le preguntó--¿Irás al baile?—
No creo. No estoy de ánimos—dijo algo triste el ojos mieles.
Entonces aún no tienes pareja—dijo el ojos azules obligándolo a voltearse de repente.
¿Qué…?—preguntó con una sospecha creciente Wheeler.
¿Es natural que vaya con mi novia, no es así?—preguntó Seto con mirada intensa.
¡No puedes pedirme…!—dijo consternado Joey.
¡Claro que puedo! Ya alquilé los atuendos. ¡Vé por el tuyo el sábado!—le dijo con mirada superior el castaño mientras le entregaba una tarjeta—Está a nombre de quien ya sabes—
Hana Wheeler, rezaba la etiqueta y era un vestido que a su pesar halló elegante.
Sentado en su asiento del dormitorio lo miraba estirado en la cama con aire de duda. Ya no recordaba como rayos se había metido en semejante lío. Había disfrutado tanto divertirse a costa del castaño y ahora…
Su baile de graduación y el vestido como una chica. Es cierto que había dicho a su hermana que se iría luego de graduarse pero… Era como sacrificarse a si mismo en aras de ese estúpido engreído. Y lo peor es que quería hacerlo. Quería estar con él en la dichosa fiesta.
Era azul imperial o zafiro, de satén con broderie en el mismo color y la parte de arriba terminaba en un lazo que se ataba detrás de la nuca para sostén del vestido, no tenía hombros y su cintura estrecha contrastaba con su amplia y larga falda. Los zapatos iban a juego y eran descubiertos en la punta por lo que tenía que pintarse las uñas de los pies también. Todo era horrible. Se sentía tan insultado. Él no disfrutaba de disfrazarse así a menos que fuera para hacer pasar mal al otro. Él no era esa persona. Pero igual cumplió con todos los rituales. Incluso pasó por la horrible experiencia de la cera depilatoria.
Si Seto hubiera estado presente le habría arrancado las orejas con los dientes. Maldito idiota.