20 Textos breves, receta para una duda.
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Haruhiko iba a golpear a la puerta donde un cartel anunciaba consejero estudiantil cuando las últimas palabras del rubio se le vinieron a la mente.
“¡Es muy serio para mi pero si no puedes entenderlo ve a donde se te de la gana y que te haspen! ¡Se nota que no quieres ni a tu madre y no tienes quien te quiera porque sino entenderías! ¡Yo quiero estar siempre con esa persona y me importa un carajo lo que pienses de mi por ello!”
Vio ese rostro de mirada decidida y su mano se detuvo antes de tocar la madera.
Es cierto. No entendía. Sabía de los arrebatos de la adolescencia y por eso lo tomó cuando lo oyó de que había elegido esa carrera por la persona amada pero al ver ese rostro y saber que, con todos los problemas que tenía de aprendizaje, lo mucho que se esforzaba por alcanzar su meta. Algo dentro suyo le obligó a dudar de su primera impresión.
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Joseph llegó a casa y colgó su mochila con desgano en el respaldo de una de las sillas de la cocina mientras pensaba en la pelea que había tenido con su senpai. Entonces se acordó de Seto y sacó su celular para mandarle un mensaje.
¿QUÉ HACES?
…
Se puso a hacer un café mientras esperaba la respuesta y mientras lo tomaba miraba con ansiedad el aparato que no acababa de sonar. Se fue a repasar sus notas al dormitorio mientras cada tanto miraba el aparato sobre su escritorio.
Tal vez estaba estudiando también, en equipo y no quería distraerse. Era mejor ser paciente como el otro le dijera o…
Entonces recordó su sermón de la última vez y se preguntó sino estaría enojado. Estaba casi dormido cuando sonó pero él se levantó como resorte.
ESTABA HACIENDO UN TRABAJO. YA TERMINÉ. TENGO MUCHO SUEÑO. QUE DUERMAS BIEN.
Tenía razón pènsó con algo de alivio pero se dijo que no todo estaba bien pues el otro era demasiado parco en su mensaje. ¿En verdad no estaba enojado?
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¡Vine para saber a quién puede asignarme!—le indicó al consejero.
¿Asignarte?—preguntó sorprendido este.
Si. Tenía un senpai pero ya no quiere verme más por lo que…--trató de explicar Joey.
O. K. ¡Dime tu nombre y veré que puedo hacer!—le mencionó el tipo con pinta de estar aburrido.
Salía de la tercer cátedra cuando le vio de lejos y prefirió no cruzárselo por lo que dirigió sus pasos hacia el otro lado. Mientras caminaba mandó un texto mientras oía “I don´t wanna close my eyes” de Aerosmith muy fuerte en los audifonos.
JOSEPH
¿BONITO DÍA PARA SER OTOÑO, NO? ¿VENDRÁS MAÑANA A LA CIUDAD?
Una mano lo detuvo de atrás por el hombro y obligó a voltear, después le quitó el audífono.
¡Rayos! Vas a quedarte sordo con tanto ruido. ¡Con razón no me oías! Te vengo llamando hace rato—le dijo Haruhiko.
Pues… ¿Cómo quieres que adivine? Supuestamente no querías saber nada de mí—le recriminó el rubio.
Es cierto. Te debo una disculpa por ello—dijo el pelinegro sin que la disculpa se notara en su gesto, más bien parecía fastidiado por ello.
¡No te preocupes! Ya pedí otro senpai así que no has arruinado nada—dijo sonriente el ojos mieles con una mirada que decía “Tú, precisamente, no me harás desesperar”.
Haruhiko se sintió algo sorprendido de la celeridad con que el otro pretendía cambiarle y él que se había aguantado. Entonces sonó el teléfono del otro y mirando la pantalla su semblante guerrero perdió todo vigor.
¿Qué sucede? ¿Tu novia te ha abandonado?—preguntó con cinismo para hacerle pagar el ojos violetas.
¡Vete a tomar por c…!—era evidente lo que intentaba decir el ojos mieles y que su actitud había cambiado notoriamente gracias al texto. La cara que tenía hablaba de dolor y desesperanza aunque sus palabras no tradujeran su sentir.
Sin saber se sintió impulsado a seguirlo por el pasillo camino a la salida mientras se daba cuenta de que no era un horario en que el otro hubiera terminado sus deberes. Comprendió que había ido demasiado lejos con sus palabras y que algo se cocía bajo la superficie.
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Llegó al parque y buscó la banca en que se encontraran tantas veces y miró de nuevo el mensaje.
Seto
NO PODRÉ IR EN VARIAS SEMANAS. NO TE SIENTAS MAL PERO TENGO QUE ESTUDIAR. SALUDOS.
Algo lo molestaba y no era en sí que no fuera a verlo. Eso era entendible pues recién se estaba amoldando en otra ciudad y con una carrera tan exigente como ingeniero en programación y robótica. El bicho en su oreja era ese “SALUDOS” era algo frío y lejano. Algo que se dice a un conocido o a un ex compañero.
Trató de no seguir pensando en eso. Tal vez alguien estaba con él y veía a quien se lo mandaba por lo que era cuidadoso. Pero en sí todo el texto era eficiente, sin calor. Sentía miedo, debía aceptarlo. Allí, tan lejos, rodeado de chicas y chicos más inteligentes y con mucho más en común con Seto que él mismo…
Suspiró y agarrando fuerte su mochila se propuso volver a la universidad y dejar su mente descansar de ese tema.
Pero no lo logró y para Karada fue más que evidente que algo estaba trastornando a su compañero.
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Fin de semana.
Joseph hizo planes. Con un dinero que tenía guardado desde que trabajara en el verano se propuso visitar al castaño sin prevenirlo. Quería darle una sorpresa y destruir los monstruos que se había inventado.
Sabía donde quedaba su residencia. Su plan era llegar y preguntar por él pero no fue necesario. Justo estaba saliendo de ella y se dijo que era muy afortunado. Entonces…
…mientras caminaba por el pasaje camino a la vivienda estudiantil…
…Seto le alcanzó un bolso a una chica y caminó a su lado mientras ella lo tomaba del brazo y lo miraba de una forma… pero lo importante no era eso… lo importante era como la miraba él a ella. Sin pensarlo los siguió hasta que tomaron un taxi juntos. Estuvo a punto de dejarlo así pero algo en su interior le obligó a seguir. Tenía que asegurarse de que no solo era su paranoia. Tal vez era una amiga o algo… eran solo excusas. Buscaba algo que calmara su agitado corazón.
Se quedó frente a la entrada del cine, por donde ellos entraron, con un regusto a hiel bajando por su garganta.