21 Fuera del abismo.
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Llegó al apartamento entre confundido y enojado mientras un dolor intenso tomaba su corazón por asalto. Era solo un juguete olvidado a la hora de partir. Miró el celular en su mano y fruto de la rabia infinita que el dolor le provocaba lo lanzó con todas sus fuerzas contra la pared de su dormitorio viendo impávido como este se destrozaba. Después de un momento en que digirió lo que había hecho se dirigió a donde descansaba el portátil en el suelo y se agachó a su lado, escudriñando su pantalla negra y rota como si gracias a ella pudiera develar una verdad diferente mientras las lágrimas azotaban sus ojos.
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Ya era jueves y de Joseph nada, pensaba el pelinegro algo intranquilo. ¿Estaría enfermo? Mejor averiguarlo por él mismo porque en el celular saltaba la contestadota y no respondía a sus mensajes.
Fue a la sala del consejero que debido a que era su compañero de estudios aún, pues el melado no había hecho la finalidad del trámite para cambiarlo, le dieron su dirección.
Le abrió una chica más joven que Haruhiko presumió su hermana--¿Está Joseph?—preguntó.
Ella le miró curiosa y preguntó quien era.
Soy un compañero de la universidad. Vine a saber si estaba enfermo, como ha faltado estos días—dijo él. La cara de la muchacha traslucía cierta preocupación que alertó al ojivioleta.
¡Tal vez! La verdad es que no nos ha dicho. Solo no va a clases. Se encierra todo el día. Nos tiene preocupados. ¿Tú sabes que pudo haberle pasado?—preguntó la pelirroja y él recordó la última vez que se vieran.
¡Tengo una idea! ¿Puedo entrar a verlo?—preguntó él.
Ella asintió y le dejó pasar.
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Abrió la puerta y miró el cuerpo que yacía en la cama cubierto de pies a cabeza. En un arranque, antes de que preguntara que sucedía, pues estaba de espaldas, sacó lo que le cubría y el otro se irguió sorprendido primero y luego molesto.
Los mieles se encontraron con los violetas.
¿Qué rayos crees que estás haciendo?—preguntó Haruhiko.
¡Vete! ¡Déjame en paz! Busca a alguien más que fastidiar—le dijo mientras se volvía a cubrir—Debes estar contento. ¿No querías cambiar de kouhai? Pues ahora te darán otro—
El pelinegro le preguntó--¿Es por esa chica, cierto? ¿Vas a dejar la universidad solo porque una chica te ha abandonado?—
¡Métete en tus asuntos!—le dijo el adolorido rubio mientras el otro sentía que una sórdida rabia crecía en su interior.
¡Ni de broma!—dijo halándolo del bordillo del cuello de la remera el más alto y lo sacó de la cama—He invertido mucho tiempo en tu educación para dejarlo ahí. ¿Es que te crees que eres el primero que abandona la universidad porque el “amor de su vida” le deja?—agregó flexionando sus dedos al decir AMOR DE SU VIDA para enfatizar las comillas.
¿En… en serio?—preguntó Joseph que se sentía mal.
¡Eres el eterno idiota!—se quejó Haruhiko--¿Crees que ella se preocupará por ti ahora? Tienes que ver por ti mismo y demostrarle que si te menospreció se equivoca. ¿No quieres demostrarle eso a esa tarambana?—preguntó Karada como si le hablara a un niño chico.--¡Bien! Ahora por lo que vine—dijo el de los ojos violetas y Joey se lo quedó mirando.
¿No viniste porque estabas preocupado?—preguntó el melado y el otro lo miró con de hito en hito.
No hubiera venido si hubieras contestado cuando te llamé—le indicó el senpai. El otro se ruborizó--¿Qué pasa?—preguntó oliendo algo extraño.
Es que…--trató de explicar el rubio sin saber del todo cómo.
¿Es que qué?—preguntó el de ojos violetas.
Mi celular sufre por el momento de un coma profundo—mencionó el de ojos mieles señalando el aparato en la mesa.
¿Coma? Esto me parece que hay que sepultarlo—dijo el otro agarrándolo y dejándolo después, luego pensó en la expresión del otro el día en que pelearon por última vez--¿Lo hiciste adrede no?—
No. Solo a mi celular—explicó el rubio y el pelinegro se lo quedó mirando. ¿Era en serio eso?
¡No, idiota! Que lo hiciste queriendo digo—dijo Karada.
¡Pues dilo!—dijo el melado.
Tengo una idea. Aprovecha para cambiar tu celular y cuando pases la agenda olvida un nombre—le dijo Haru.
Joseph lo miró por un segundo sin tener idea de lo que pensaba.
¡Que no pases el número de ella a tu nuevo celular!—le dijo el mayor y Joey pensó que tal vez lo haría.
Me metí en un gran proyecto y necesito un asistente. ¡Tu me debes mucho por lo que lo serás!—dijo sin mas Haruhiko y agarró la mochila del suelo, la levantó y agarró al sorprendido rubio de la remera para arrastrarlo fuera de la habitación.
¡Espera senpai que no estoy vestido para salir!—gritó mientras era jalado hacia el portal de su casa usando pijama.
Serenity sonrió al verlos pasar. El nuevo amigo de su hermano había conseguido animarle.
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Habían pasado la tarde en la casa de Haruhiko diseñando el portal en que instalarían el software con el resto del equipo para el proyecto. Se trataba de un gran proyecto, era un juego, todas las universidades del país expondrían sus creaciones en el campeonato nacional de ciencia y tecnología donde las compañías tomaban cuenta de los talentos emergentes.
A Karada no le hacía falta el reconocimiento ya que tenía asegurado su puesto en la empresa familiar pero a Joseph no le caería nada mal un ofrecimiento de trabajo, se dijo.
Estaba en su dormitorio, en la silla de al lado. Ya habían terminado de estudiar y el mayor revisaba sus mails mientras les subían una tardía cena. Wheeler estaba con los pies subidos a la silla y mirando sin ver al frente mientras abrazaba sus rodillas.
¡Quiero darte las gracias!—le dijo al otro que dejó de teclear y miró a su lado—Estaba en una posición difícil y me auxiliaste—añadió.
Yo no…--trató de contrarrestar el pelinegro.
Sé que no era tu intención pero aún así te lo agradezco. Si hubiera seguido allí no se si hubiera logrado salir solo—dijo el melado.
Podrías hablar con tu familia. Ellos se preocupan por ti—le dijo el mayor recordando a la hermana de este.
Hay cosas que a veces no puedes decirle a la familia—suspiró el ojos mieles, el otro volvió a los mails--¿No vas a preguntar?—
¿Para qué? Es tu vida privada. Eso no me interesa. La cuestión es que necesito un asistente. Tus asuntos los arreglarás tu solo. Si hay algo que deba saber de seguro me lo dirás aunque no quiera oírlo—respondió Haruhiko sin darle más importancia a la cuestión, lo que después de un momento el otro agradeció.