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RIVALES Y OPUESTOS. por desire nemesis

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25 Un café, un idiota y mucha vergüenza.

 

……………………………………….

 

 

 

Haruhiko llegó a casa y tomó un baño. Estaba algo turbado por lo expuesto por su kouhai.

 

“¡Él solo me besó!”

 

¿Cómo era posible?

 

Era tan fácil así tener a la persona que uno quería? No se imaginaba andar besando a quien le gustara sin estar seguro de que era así. Se preguntó si hubiera habido algún flirteo inconsciente por parte de ambos pero luego otras palabras resonaron en su cabeza.

 

“Yo no tenía idea de que le gustara, ni que me gustara a mí”.

 

Se fue a dormir con la sensación de que algo se le estaba escapando.

 

 

 

 

 

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Una mano deslizándose por la barriga, desde el ombligo hacia arriba. Una boca bajando en sentido contrario sobre la línea divisoria de las costillas, pasando el ombligo y más abajo. La misma mano ahora paseando por el muslo hacia abajo, hacia el hueco de la rodilla (parte trasera de la rodilla) y sus labios disfrutando…

 

Frente a sus ojos una cara llena de placer y angustia con ojos llorosos y labios lascivos que le daban deseos de penetrar su boca con…

 

 

 

 

………………………

 

 

 

Despertó muy agitado, no pudiendo creer lo que sus sueños le habían mostrado. No, eso no podía estar sucediendo, justo ahora no. Haruhiko tenía la cara empapada de sudor y miraba la negra noche sin verla. No era posible, se repetía hasta que repentinamente advirtió de un cambio en su cuerpo y al levantar las mantas se encontró con cierto urgente problema. Sopesó un momento si aliviarlo de la manera más antigua y entonces, horrorizado por el hecho de que a su edad le ocurriese algo propio de la pubertad saltó de la cama y sin pensarlo dos veces salió corriendo a darse una ducha fría. Eran las 3 y 18.

 

 

 

 

………………………

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Su hermana seguía diciendo que él no quería hablarle. Joseph se había atrincherado en su casa sin darle oportunidad alguna a que aclararan las cosas y el castaño víctima de sus propios celos y suponiendo que el otro ya la había cambiado se enojaba más y más por momentos. A las seis de la tarde del domingo mientras tomaba el tren para Tokyo se juró que no volvería hablarle a ese traidor. Le dolía su engaño pero más que el otro le hubiese vuelto el rostro de esa forma. ¡Tenía que haberle dicho algo y lo peor era que de no ser porque los vio juntos jamás se hubiera percatado de lo que pasaba! Siempre había creído que el otro era sólo de él, desde la primera vez que lo tuvo en sus brazos y ahora se enteraba de que… Pero esa mirada de odio le daba mala espina aunque él no quisiera prestarle atención.

 

Tal vez por su orgullo herido intentaría hacer desaparecer de su memoria a Joseph pero algo en su corazón dictaría cada vez con más fuerza que buscara la razón de que el otro se portara así con él.

 

 

 

 

 

 

 

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¡Senpai! ¿Cómo es que…?—preguntó el melado a su compañero de al lado que usualmente se hubiera hastiado de su ignorancia y gritado pero esta vez… cuando sus miradas se encontraron el otro volteó intentando que el otro no le viera su ardida cara--¿Senpaiiiiii?—añadió Joey preocupado a la espalda del otro que no volteó--¡Oy! ¿Te sientes bien senpai?—susurró en su oído por la espalda el rubio para no gritar en plena clase pero el efecto causado no fue nada que previera.

 

Karada saltó como medio metro y de pie le miró muy sorprendido.

 

¿Senpai?—preguntó el más sorprendido rubio.

 

Haru agarró una de sus carpetas y se la dio por la madre (en la cabeza en la parte de arriba, entre la coronilla y la frente)--¡Deja de ser tan pesado!—le gritó ya pasada un poco su consternación.

 

De pronto se dio cuenta de que todo el mundo le observaba fijo.

 

¡Idiota!—murmuró mientras volvía a sentarse.

 

 

 

 

 

 

 

 

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¡Ohaio! ¡Toma tu café Haru senpaiiiiiiii!—le dijo el rubio mientras corría hacia él pero como todos sabemos no es buena idea correr con bebidas calientes en la mano y la entrepierna de Haruhiko fue una de esas víctimas de los accidentes caseros que pueden dejar secuelas graves.

 

El dolor lo inmovilizó, parado como estaba en medio del pasillo de la universidad y cuando recobró lo sentidos llegó lo peor, se dio cuenta de que un allegado, por no decir su kouhai con el que recientemente tuviera un sueño húmedo, estaba limpiando a todo vapor con un pañuelo mojado dicha parte ante medio mundo.

 

Haruhiko nunca había sido un hombre penoso pero todo tiene su límite y el rubio lo había roto por kilómetros mientras murmuraba algo así como “perdón” y  “hay que limpiarlo de inmediato pues dejará una mancha” y “hay que ponerle agua fría para que se pase el ardor”.

 

Joey estaba arrodillado ante él con su mano frotando y frotando mientras el mundo entero los miraba bastante eclipsado.

 

Era demasiado para la dignidad de un hombre.

 

Haruhiko no era un hombre débil, pesaba cerca de ochenta kilos y había hecho natación desde pequeño por lo que sus músculos, bien definidos, tenían casi una fuerza hercúlea lo que le vino bien para levantar en vilo al  rubio que seguía distraído con el aseo y llevarlo a la rastra al baño de hombres.

 

En cuanto entraron gritó a dos que estaban dentro que se fueran y lo hicieron espantados, luego bajó de golpe al rubio en medio del espacio para lavamanos.

 

¡Oy! ¿Qué te…--preguntaba el melado cuando el histérico pelinegro le gritó.

 

¿Cómo rayos se te ocurre hacer semejante cosa frente a toda la universidad? ¡Idiota!—

 

Yo solo…--dijo el inocente ojos mieles.

 

¿Tienes idea de cómo te veías en esa posición? ¿Tienes un poquito de imaginación?—preguntó el ojiamatista y después de unos segundos pudo ver como el otro por fin se percataba.

 

¡Pero yo solo…--trató de decir el melado.

 

¿Querías ayudar, no?—dijo con desdén Karada—Pues si eso quieres deberías pensar primero lo que haces. No puede ser que un hombre de tu edad sea tan estúpido. Yo a los diez años era más maduro que tú—le dijo ya fuera de si por lo abochornado que estaba.

 

Entiendo que te sientas mal pero esa no es manera—le dijo el compungido Joey.

 

¿Y cual es? Desde que te conozco te portas como un idiota incompetente. ¡Dime! ¿Tienes deseos de cambiar o piensas ser el hazmerreír por siempre? Tal vez por eso se aburrió tu novio de ti—dijo el pelinegro. Se arrepintió ni bien lo dijo. Los ojos del rubio se opacaron de inmediato. Joey intentó irse pero le detuvo—Lo siento—dijo.

 

¿Por qué? ¿Por decir que soy un idiota? ¿O por ser sincero? No creas que no lo valoro pero no debiste decir eso porque aún los estúpidos como yo nos damos cuenta de eso sin que nadie nos lo diga—le dijo Joey.

 

 

Notas finales:

^^

ja ne


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