32 Confesiones de un ojiamatista. ¿Un nuevo comienzo? ¿Un nuevo amor?
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¿Qué? ¿Qué estás…?—preguntó el melado mientras sus bocas aún permanecían muy juntas y su cuerpo era abrazado por el otro.
Dijiste que había sido la forma de saberlo y yo necesitaba corroborarlo—anunció el otro con voz ronca—Debo ser sincero. Desde hace un tiempo me suceden cosas contigo y deseaba saber si al sentir…--añadió antes de que el otro le empujara y mantuviera escondida su cara mientras sus manos permanecían contra el torso de Haruhiko.
Joey estaba sorprendido y casi espantado. Nunca había esperado tal revelación de su senpai y para su sorpresa esta no le era odiosa en modo alguno. Podía comprenderlo, lo que no podía…
Lo siento—dijo medio asustado de hacer sufrir a su amigo al que le había tomado cariño.
Lo entiendo—dijo el otro al que no veía el rostro—Sé que no puedo pretender nada ahora. Solo quiero que me digas algo. Este beso… ¿Te disgustó?—el ojos mieles negó con la cabeza sin mirarle—Entonces te gustó—asimiló el pelinegro y después de pensarlo el otro tuvo que preguntárselo y al descubrir la respuesta se dijo que debía ser sincero con el otro, que se lo merecía por lo que asintió—Descubrí que quiero estar contigo. ¿Vas a darme una oportunidad?—Joey pensó en Seto. Estaba confundido en serio y de pronto sus manos fueron haladas hacia arriba por lo que por reflejo miró a los ojos del otro—No voy a hacerte nada impropio. Quiero ir despacio—afirmó Karada--¿Vas a darnos una oportunidad?—preguntó mientras acariciaba una mejilla del otro y acercaba sus labios al melado que después de un momento asintió. Se sentía seguro en los brazos de su senpai.
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El martes pasó entre sorpresas y sobresaltos para el rubio que no asimilaba aún lo que estaba pasando con su senpai y jefe. Mientras el otro revisaba frente suyo los documentos que debía firmar al melado se le iban los ojos a su cara sin poder evitarlo y casi siempre el otro se daba cuenta de su mirada y levantaba la vista hacia él. Al terminar la jornada el pelinegro se ofreció a llevarle a su casa pero él se negó y el otro lo entendió. Debía asimilar lo que estaba pasando.
Llegó el miércoles 31 donde como en todas las fiestas trabajaban normalmente y al terminar con su trabajo el ojivioleta se dirigió al escritorio de su kouhai.
¿Qué harás esta noche?—preguntó muy serio su jefe.
A Wheeler casi le da un infarto. Por poco y se cae de la silla. Después de tomar un momento para reponerse y de fijar la vista en la pantalla del PC le respondió—Lo mismo que el 24. ¿Qué? ¿Tú no la pasarás con tu familia?—
Nuestra familia no hace eso. La noche del 24 es distinta pero en el fin de año, generalmente hacemos cosas con nuestras parejas o amigos—le contestó Karada y Joseph casi se atraganta cuando el otro dijo “parejas”. ¿Le estaba diciendo que secretamente ya lo consideraba algo así como una pareja?
¡Bueno! Siendo así me despido—dijo Haru y volteó para irse. Mientras el otro miró su espalda y recordó la cena que compartieran el 26 y el gesto que el otro tuvo para con él. Debía pensar que se sentía molesto e incómodo con él después de que este le dijera sus sentimientos y dado que el día anterior ya le había rechazado…
¡Espera!—salió de los labios de Joseph más rápido de lo que hubiera creído y se vio a si mismo parado a medio camino entre su escritorio y este mientras el pelinegro volteaba a verlo. Haru lo miró con interés.
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Todos los restaurants de Dominó estaban super ocupados por la fiesta que se aprontaban y mientras viajaban el ojos mieles se preguntó a donde le llevaría.
¿Tienes inconvenientes en ir al yate de nuevo conmigo?—preguntó Haru, se mostraba cauteloso con él mientras el rubio arrollaba sus manos sobre las perneras del pantalón—Debo advertirte que la tripulación no estará ahí pues como es lógico pasarán el año nuevo con su familia—luego de dicho eso el pelinegro que se había detenido en un semáforo miró al callado melado y se dio cuenta de cómo estaban sus manos, señal de que estaba muy nervioso--¡Quizás no debiéramos ir!—adujo.
¡No!—se apresuró a negar Wheeler--¡Está… está bien!—añadió. Se sentía nervioso pero no atemorizado. Lo que pasaba era que le costaba acostumbrarse a la idea de salir con otro hombre. Aunque solo fuera para irse conociendo.
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Su corazón latía fuerte cuando subió a cubierta.
¡Tranquilo! No navegaremos, solo cenaremos aquí. Hoy en la tarde pedí a un empleado que nos trajera una cena ligera—le tranquilizó Haruhiko.
Ariga…--no pudo terminar de decir Wheeler cuando su cuerpo fue abrazado y sus labios invadidos.
No tienes que agradecer lo que hago por ti—le dijo el mayor mientras permanecían en el dintel de la puerta del puente. Joey estaba atrapado entre esta y el cuerpo del pelinegro y aunque muy nervioso no sentía miedo pues algo le indicaba que confiara en el otro. Este se separó un poco y preguntó--¿Voy muy deprisa?—
Joseph negó con la cabeza aunque permanecía medio apenado. Karada se alejó un poco y entró al puente de mando por donde se podía acceder a las habitaciones internas del barco llevando consigo de la mano al ojos mieles que se sentía algo turbado por ese hecho.