33 En la luz.
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Estaban en el comedor del yate y allí había de una cena iluminada por velas. Joseph comió algo lento y Haru lo notó. El otro se sentía cohibido y él se pasó toda la cena observándole atentamente. Después de que terminaran le dijo--¡Estuvo muy rica!—
Me alegro—contestó el pelinegro.
Joseph se levantó limpiándose las manos en los pantalones, muy nervioso—Es hora de que me vaya. ¿No?—preguntó.
El otro se le acercó—No, no es así pero si es lo que quieres—dijo antes de recaer en la tentación de los labios del ojos mieles. De a poco lo llevó al cercano camarote principal y cuando se vio en este el rubio se puso peor--¿Puedes perdonarme? No puedo permanecer a tu lado así por más tiempo, necesito algo más de ti—dijo antes de bajar sus cuerpos a la cama de dos plazas y mientras empezó a hurgar en su ropa, especialmente en su pantalón.
Pero…--dijo Wheeler. Estaba algo asustado. Hacía poco el otro le había dicho.
¡No te preocupes! No es lo que crees—dijo terminando de desvestir las caderas del rubio que de pronto lo sintió deslizarse hacia abajo.
Cuando el otro tomó con una mano su pene casi flácido su pulso aumentó y más al ver esos ojos violetas dirigidos a los suyos—Haru san yo…--sus palabras terminaron en un gemido gutural al sentir como su miembro era abrazado por la boca del otro, su cuerpo se tensó y arqueó mientras sus manos sobre su cabeza buscaron un asidero encontrándolo en las almohadas.
El rubio fue llevado al placer de la manera más inaudita, mientras el otro se esforzaba sobre sus caderas mirando cada tanto el rostro del otro que de pronto se vino ante él. Limpiando su boca algo embelesada de la sustancia lechosa le preguntó si había estado bien. Estaba arrodillado a los pies de la cama con una mirada fija que cohibió a Joseph, asintió y volteó de lado escondiendo su humanidad--¿Qué pasa? Te recordé a…--preguntó reptando hacia su cara.
El ojos mieles negó—No, el nunca…--le parecía vergonzoso hablar de eso con él.
El ojos violetas se acercó a su nuca y le dijo—Pues yo hace un tiempo que deseaba hacértelo—
El melado se sorprendió y pensó de nuevo en lo diferente que el otro era de Kaiba. Luego pensó en que el otro no había recibido ningún alivio y volteó para besar al otro, le sonrió después mientras le ponía de espaldas.
¿Qué…?—el pelinegro trató de preguntar lo que iba a hacer cuando empezó a sentir como el otro abría cremallera y botón y le sacaba el bóxer limpiamente en unos segundos antes de que una pavorosa sensación le quitara el uso de la razón y el habla. Estaba más allá del cielo o el infierno y la forma en que el otro dominó su pene erguido le hizo enloquecer. Justo entonces dieron las doce y la noche se encendió, iluminada por los fuegos de artificio.
Cuando el placer hubo acabado el otro se arrastró encima suyo hasta su cara y lo besó con cariño.
¡Quédate conmigo esta noche!—le pidió mientras lo abrazaba en el lecho—No pido más—añadió y el rubio que posara su cara en su hombro asintió en la oscuridad iluminada por rosas doradas.
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Terminó el trabajo el viernes 2 y los cursos reiniciaron el 5 de enero. Todos estaban muy entusiasmados contando sus historias de vacaciones pero en el grupo del proyecto Abel dos permanecían silenciosos y casi omisos. Nadie se atrevería a interrogar al serio Karada pero Wheeler era otra cosa.
¿Y bien? ¿Qué hiciste, Joey? ¿Tienes alguna nueva chica de la cual contarnos?—dijo uno. Joseph se había incomodado con lo que decían pero no había replicado ya que Haru estaba ahí--¡Anda di! ¿Ligaste a alguien en las vacaciones? ¡Vamos! ¡Que no te de pena!--dijo el ojos azules.
Makoto gritó con potente voz--¡Ya basta Matou! ¡Ya es suficiente!—
Pero senpai—dijo el rubio—Es natural que le pregunte. Además quizás tiene una linda novia que nos esconde—añadió como si fuera una gran gracia.
¿Y por que debería ser una novia?—preguntó el ojos violetas mientras seguía ocupado leyendo unos informes académicos. Los demás le miraron de hito en hito, Joey con el corazón en la garganta. ¿Estaba tratando de decirles…? No, no podía ser así.
¿Cómo dices senpai?—preguntó Matou. Makoto había fijado su atención en Karada ya que esa frase le había tomado por sorpresa.
¿Estás sugiriendo que Joey puede tener un novio?—preguntó el otro líder del grupo, Makoto Ume. Tenía casi la misma edad de Haru y su nivel intelectual también aunque era bastante más reservado y parecía mayor de lo que era. Era ingeniero en programación, estaba becado y su talento solo se comparaba con su percepción, muchos sugirieron que fuera psicólogo pero el consideraba que hurgar en los problemas ajenos era obsceno.
¿Por qué no? Es el siglo XXI. ¿Tienes algún problema con ello?—preguntó el otro líder y Joey en su asiento no alcanzaba a encajar si se sentía más turbado que curioso.
En absoluto. Lo que haga es su problema pero si no quiere decirlo es su asunto—exclamó el ojos azules mayor volviendo a su trabajo en la computadora.
Matou Isame tomó la posta y dijo a Joey--¿No quieres contarnos de tu noviecito? ¿Te pone un poco nervioso no?—se reía, era amigable y listo pero también era un bufón algo descarado. Tironeaba de una de las mangas de Wheeler y este no sabía como reaccionar porque no sabía hasta donde podía llegar pues su senpai le había integrado al proyecto y sus acciones se reflejaban en él.
¡No sigas halándolo así o su novio podría molestarse!—dijo el ojivioleta sin mirarlos.
¿Y como va a saber lo que hago con él?—preguntó el rubio de ojos azules y a Joseph se le saltó el corazón.
Tal vez te esté viendo—dijo Karada mirando al otro un momento y luego volteando hacia la computadora.
Matou no pudo evitarlo. Su curiosidad era muy grande--¿Estás sugiriendo que tú y él?—preguntó al señalarlos.
Yo no sugiero nada—aseveró el pelinegro antes de mirarlo de hito en hito con lo que fue patente para todos que estaba marcando territorio. Joey era su Kouhai y su koibito hasta donde los otros dos podían imaginar. Wheeler estaba mudo ante la actitud del otro que no le molestaba en cierta forma. Simplemente le tomaba por sorpresa y en algún aspecto lo diferenciaba tanto de Seto que había decidido mantenerlo en las sombras.
Mirar de hito en hito es mirar por largo rato fijamente a los ojos de alguien es casi como una aseveración muda que a veces pretende intimidar o a veces solo busca saber si lo que ha escuchado o visto es cierto.
Patente = evidente.
Koibito = amante, novio o novia.