34 ¡Cumpleaños feliz!
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Seto miró el cielo plomizo mientras esperaba que se abriera la verja de la mansión Karada. Recorría el camino de grava cuando recordó las palabras de su padre.
Es lo mejor que podía haberte pasado. Si esa chica se ha encaprichado contigo entrarás por la puerta grande—dijo el mayor cuando Seto le contara de a quién había conocido en la universidad. Marie se había encaprichado con él y su padre le había prohibido decepcionarle o negarse a verla. Era una de las futuras dueñas de la empresa familiar y por ende el que se casara con ella heredaría esta.
A Seto le importaba poco la joven, nunca le había dicho ninguna promesa, solo habían salido en dos ocasiones porque ella lo invitó. Era bastante entusiasta y habladora. No era mala ni indigna, a Seto no le atraía especialmente. Solo después de la terrible pelea con el melado y de descubrir su traición empezó a salir más formalmente con ella.
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Marie le esperaba en la escalinata y corrió hacia el auto.
¡Seto! ¡Que felicidad que al fin llegaste!—dijo mientras se le colgaba del brazo.
Lo llevó dentro mientras todo era preparado en el patio para la fiesta. Era el cumpleaños 19 del hermano menor de ella y él no estaba especialmente interesado en conocerlo pero no podía negarse a la invitación.
Estaban sus padres que le saludaron con cortesía propia de la que se da a los extraños que pretenden acceder a la familia. El señor Karada era más frío que su esposa y el hermano mayor de la familia, Akihiko lo miró como a una mosca mientras su hermana se lo presentaba, era un hombre delgado de pelo gris y ojos violetas como todos los Karada.
¿Y Haru?—preguntó la rubia.
Está arriba--le respondió su madre.
¿Con su novio?—preguntó ella interesada y Seto se sorprendió de oír semejante cosa.
Ella le aclaró las dudas--¿Te imaginas? Mi hermanito acaba de decidir que es gay y que le gusta otro chico. ¡Nos lo presentó!—
¿Y ustedes…?—el ojos azules estaba francamente sorprendido de la actitud liviana de los otros al hablar de semejante tema.
¿Qué podemos hacer? Es el siglo XXI. ¿Sabes? Hay muchos chicos así—dijo la ojivioleta.
Tal vez se le pase—dijo algo preocupada su madre.
¿Pero él, vino?—preguntó Marie a su madre y ella asintió--¡Imagina que nos lo presentó ayer! Yo no le encuentro nada extraordinario. Es un chico común y silvestre—comentaba cuando su vista fue atraída más allá de él--¡Mira! ¡Ahí están!—le dijo y él volteó para encontrarse con una visión perturbadora. Joey venía sonriendo junto al pelinegro que viera con él antes.
Los azules y los mieles se encontraron, los melados se llenaron por un momento de dolor antes de volverse a los violetas y reír falsamente mientras el dueño de los zafiros se llenaba de una sensación de pérdida y furia. Ellos dos juntos frente a todo el mundo y él a un lado. No era justo.
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Joseph sentía que se ahogaba y se retiró un rato de la fiesta para refugiarse en un pequeño jardín vallado con una verja y con una pequeña fuente en el medio. Lo lastimaba verlo. Estaba sentado en la fuente recordando aquella primera vez cuando de pronto una sombra se llevó el sol de su rostro y vio que hacia un costado estaba él.
¿Qué sucede? ¿Ya no te llevas bien con tu novio?—preguntó el castaño.
¡Ese no es tu asunto!—respondió el rubio levantándose para irse.
¡Eres idiota si piensas que te dejaré ir así como así, sin una explicación!—dijo el otro tomándole fuerte del brazo, cerca de la axila.
Joey lo miraba mientras la cólera aumentaba en él--¿Tú te atreves a pedirme explicaciones, estúpido engreído?—preguntó antes de tirarle un golpe. Se sentía frustrado, insultado en su inteligencia porque sabía muy bien que el otro lo estaba tomando por tonto.
Seto casi esquivó su mano pero le llegó el golpe que le partió el labio y molesto, lo redujo contra la pared mirándolo feo. No se decidía entre dejarlo ir, insultarlo o… besarle y es que eran tantas las ganas de él.
Mientras a Joseph le atacaban las mismas ideas confusas y su garganta se secaba repentinamente.
De pronto alguien haló al ojos azules por detrás y cuando soltó al melado se interpuso entre ambos. Kaiba y Haruhiko se miraron por unos segundos mientras respiraban pesadamente. No tuvieron tiempo de hablar ya que la hermana del último llegó preguntando--¿Qué pasa aquí?—
¡Dile a este tipo que se comporte o se vaya!—le incitó Haru.
¿De qué hablas? ¿Seto?—preguntó ella antes de ver su labio sangrante--¿Seto, quién te hizo esto?—añadió mientras miraba de muy cerca la herida.
Para Wheeler fue una daga clavada en su corazón verles tan cerca--¡Yo me voy!—dijo.
¿Fuiste tu?—preguntó la mayor de los hermanos de pronto encolerizada con el rubio—Haru no me opongo a que traigas a este tipo a nuestra casa pero al menos dile que se comporte en sociedad. Tal vez no tenga idea de cómo es la buena educación pero que al menos lo intente. No es de personas decentes ir golpeando a la gente por ahí. Tal vez no sea apropiado que salgas con una persona como él—dijo Marie.
Joey la miró y por un momento el castaño temió que se enzarzara en una pelea con ella pero no lo hizo. Solo lo miró una vez más para después mirar a Haruhiko y decirle—Nos vemos luego. ¡Que tengas un feliz cumple!—
Después de que se alejara un poco él miró a su hermana—No deberías decidir tan pronto quien tuvo la culpa—dijo a su nee san y luego a Seto--¡Y tú deberías agradecerle! Sabes muy bien que él sabe más de lo que dice—
¿A que te refieres, Haru?—preguntó ella.
¡Pregúntaselo a él si es que puede decírtelo!—exclamó el pelinegro antes de marcharse.
Ella lo miró preocupada un momento y luego dijo--¡Vamos a que te curen! ¡No te preocupes por ellos! ¡Los gays suelen ser así de impulsivos! ¡Lástima que ese tipo tenga engañado a mi hermano!—