38 Una decisión difícil, un camino sinuoso.
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Haruhiko se sentía mal con Makoto y es que habían sido compañeros desde la primaria. Joseph se dio cuenta del malestar de su senpai y puso su mano sobre la del otro, lo que molestó a Seto que se levantó dejando la comida sin tocar. Sus compañeros y Matou se dieron cuenta en el acto que Ume tenía razón y el castaño también estaba pretendiendo a Wheeler.
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Haruhiko llegó hasta su amigo que salía del edificio--¡Mako san!—le gritó y el otro volteó con mirada adusta.
¿Vas a seguir?—preguntó el otro, parecía furioso lo que desconcertaba a Haru que estaba acostumbrado a verlo reposado y aparentemente indiferente a todo.
Makoto, no recuerdo haberme peleado contigo antes. ¿Por qué estás tan frustrado?—preguntó Karada.
¿Y tienes que preguntarlo? ¿No te das cuenta de que no se puede trabajar así?—preguntó el otro.
Tienes razón pero igualmente es difícil verte de esa manera. En los años que te conozco jamás te vi actuar así y me preocupa—dijo el ojivioleta.
Haruhiko, en verdad te digo que aunque parezca, no me conoces tanto como crees—le respondió el ojos azules intensamente como si estuviera molesto particularmente con él—No me importan tus jueguitos amorosos siempre y cuando estos no interfieran con mi carrera académica y con mi futuro. Visto y considerando lo que sucede aquí es mejor que me aleje de ustedes—agregó.
¡Makoto san! Lo siento mucho—dijo de pronto inclinándose el otro—Me enfocaré en mi trabajo desde ahora si aceptas volver a él—
Mako san lo miró un momento inclinado, sin que pudiera verlo y después de considerarlo un momento lanzó un suspiro resignado y pasó ligeramente al lado del otro antes de decirle—Vamos a trabajar entonces—
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Esa noche Haru acompañó a Wheeler a su habitación en el hotel preparado para ellos y entró con él.
¡Es linda!—dijo el rubio mientras iba al frigobar y mirando dentro--¿Quieres una coca?—
¡Bueno!—dijo el ojos violetas no porque tuviera sed sino porque buscaba una oportunidad de quedarse un rato pues deseaba hablarle de algo. Tomó la lata de refresco de manos del otro y lo observó mientras se acercaba al ventanal para ver la calle--¿Como estás al trabajar con él?—preguntó de pronto y los ojos del otro que hasta entonces mostraban entusiasmo se opacaron.
No viene al caso hablar de esto—le dijo el melado sin mirarle.
Si, porque tendremos que trabajar con él y no solo este fin de semana—le contestó Karada.
No sé. Creo que…--trató de explicar Joseph.
…sigues enamorado de él—dijo el otro para su consternación.
Yo no…--dijo el rubio sintiéndose inquieto porque el otro estuviera celoso o algo así.
¿El viernes sabes que fecha es?—preguntó de pronto el otro y el melado lo miró sorprendido pues no tenía idea de lo que hablaba pues había pasado a otro tema de pronto—Es 14—agregó Haruhiko. El otro no pareció entender—14 de febrero—más mirada—¡Es san Valentín idiota!—
¡Ah!—dijo sorprendido el otro—Yo…, yo… uy…no he comprado nada—estaba avergonzado.
¡No es eso de lo que hablaba!—dijo alegre el mayor y alargó su brazo hacia él mientras se acercaba y con un movimiento ágil lo arrimó a si, luego, repentinamente tomó sus labios por asalto. Joey se quedó en las nubes un momento antes de que se diera cuenta que algo estaba siendo puesto en su dedo anular derecho. Miró el aparentemente sencillo anillo aunque sabía que siendo Haru el que se lo daba debía de ser caro, era grueso y plano, con bordes y símbolos labrados de un dorado brillante y leve al mismo tiempo. Debía ser de oro.
No puedo aceptar esto debe ser muy caro—dijo intentando sacarlo.
¡No lo hagas!—le indicó Haruhiko deteniendo sus manos—Guarda esto hasta el viernes—
¿Es prestado?—preguntó el melado con sus inocentes ojos dirigidos a los suyos.
El de ojos amatista sonrió pues parecía chiste aunque sabía bien que no lo era. Esa ingenuidad y ese atolondramiento tal vez le gustaban demasiado debía aceptar—No, no es prestado pero escucha… quiero que el viernes me respondas—el otro lo miró con desconcierto e iba a preguntar a que cuando el pelinegro se adelantó--¡Aceptando este anillo el viernes aceptarás ser mi novio formalmente! Eso es lo que deseo que contestes. Sé que es repentino pero ya no aguanto tanta dualidad y ha llegado el momento en que pongamos todo en claro. Este viernes te esperaré en esta habitación a la medianoche. Entonces me darás tu respuesta. ¿Te parece?—