41 Especial San Valentín
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¿Y bien? ¿Qué vas a hacer Haru senpai en estas festividades?—preguntó Matou.
Karada dijo--¡Eso no te interesa!—mientras disimuladamente veía a la espalda de cierto pelinegro.
¡Uy, que aburrido! ¿Nadie me piensa contar lo que hará en la noche?—preguntó el ojos azules haciendo puchero.
Ya Karada san te lo ha dicho, Matou san, no es tu asunto—indicó Makoto sin mirarlo.
Matou era el único del grupo que ignoraba que el y Ume estaban saliendo y aunque no era justo aun era muy pronto para andar regando eso como si fuera lo más facil además debería explicar al otro las razones de la ruptura con el rubio porque Isame no se quedaría de lo más tranquilo.
¡Pues yo pienso llevar a Ino a comer y a ver una película!—dijo el rubio de ojos azules muy campante, haciendo gala de cómo agasajaba a su prospecto de novia para que le diera el si.
¡Pues bien por ti!—dijo el otro ojos azules sin voltear desalentando un poco su diatriba al ver que nadie más mostraba interés--¿Irás a Tokyo o ella vendrá?—preguntó luego para sorpresa de todos el ingeniero en jefe del proyecto Abel.
¿Cómo se te ocurre que la haga venir? ¡Así no se conquista a una chica! Además así ya me quedo para ir a la empresa el sábado temprano. Su familia me ha ofrecido hospedaje—le dijo Isame con cara de maestro ganador. Haruhiko no entendía porque el otro había hecho tal pregunta.
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Era una noche estrellada aunque muy fría ese 14 de febrero, aún así las parejas pululaban por todas partes con chocolates y flores ofreciéndose en cada esquina. Una pareja un poco especial caminaba por el concurrido parque de diversiones de Odiaba.
¿Qué estamos haciendo aquí?—preguntó Haru a Mako.
Estaban parados en la tumultuosa cola de la rueda de la fortuna—Es un clásico de estas fechas, lo sabes bien—dijo el que lo sostenía de la mano mientras miraba el gigantesco cilindro desde un paso delante de él—¡Siempre quise traerte aquí!—añadió para sorpresa de Karada que sintió como sus mejillas enrojecían pues el saber que el otro pensara tanto en él le halagaba.
¡Ah! Por eso le preguntaste a Makoto si estaría en Tokyo. Querías asegurarte que no lo encontráramos—dijo por fin entendiendo su pregunta el ojiamatista.
¡Bueno, no me preocupa que nos vea pero sinceramente es tan chillón y preguntón que sería un dolor de cabeza en este día!—le dijo el ojos azules.
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La película era estupenda pero a Ino no le agradó la idea de pasarse encerrada esa noche y decidió cambiar la cita por un paseo que vino a terminar en esa tumultuosa cola. Mientras Matou se aburría como una ostra notó algo especial en sus vecinos que le llamó la atención, la pareja a dos parejas de distancia por en frente no se correspondía con las demás al ser… dos chicos. Tal vez solo quieren subir a la rueda de la fortuna se dijo. Aunque sabía de las parejas gays no había visto ninguna aún en los paseos de san Valentín y entonces uno volteó para hablar con el otro y le vio la cara.
¿Makoto senpai?—se preguntó en voz baja mientras fruncía el ceño.
¿Pero que haría aquel en ese lugar y con un hombre que…?
Entonces mirando la cabeza del otro por detrás pudo adivinar de quién se trataba y sus ojos se abrieron como platos.
“¿Irás a Tokyo?” recordó la pregunta de Makoto san.
Esto era planeado y no quería que él interfiriera por lo que significaba que esos dos.
“¡No te preocupes! ¡Él estará bien!”
Palabras dichas por Makoto senpai el otro día en la estación cuando se enterara de que Joey y Haru habían terminado y el rubio salía ahora con cierto castaño. ¿Sería que…?
Se volteó inquieto mientras su enojo aumentaba y vio entonces a la pareja que estaba tres parejas detrás suyo y se le cayó la barbilla.
¿Eran Joseph y Kaiba?
¿Qué diablos estaba pasando? ¿Todos ahí?
¿Qué sucede Matou kun?—preguntó la rubia extrañada por su comportamiento nervioso.
“¿Qué pasa si los ve?”se preguntó el ojos azules y tomándola de la cara la obligó a agacharse. “¿Y si era contagioso? ¿Y si empezaba a ver a sus compañeros de cierta forma? ¿Kaiba no tenía una novia antes de…?”
Asustado el rubio tomó una decisión y besó a la chica para comprobarlo.
¿Matou kun?—preguntó ella confundida.
Yo… eto….—no sabía que decir.
¡Esperé mucho por esto!—dijo la ojos azules con descaro y lo besó de nuevo dejándolo feliz y aliviado.
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Estaban llegando a la cima y Karada no se sentía del todo bien de estar encerrado con el otro en ese lugar pues después de lo acaecido en el hotel no había pasado nada más.
¡Haru! ¿Estás nervioso cierto?—preguntó de pronto Makoto desde muy cerca y él solo pudo asentir—Haces bien porque es una tradición besar al amante en la cúspide de la rueda y estamos llegando a ella—añadió luego.
Pero…--dijo el otro pelinegro agobiado.
No hay peros. Estamos llegando y he esperado mucho por esto—le contestó Makoto antes de halarlo por la mano y besarlo apasionadamente, luego su mano viajó muy al sur asustando al otro.
¡Mako san!—dijo pasmado el ojiamatista.
Hay muchas cosas que he soñado hacerte en la cima de esta rueda—dijo el ojos azules mientras le sacaba un gemido.
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Seto miraba afuera sin mucho ánimo por lo que Joseph le dijo—Si no querías venir debiste avisarme antes—estaba algo molesto con el otro por el poco entusiasmo que estaba demostrando.
¡Toma esto y calla de una vez!—le dijo el otro estirando una cajita hacia el otro sin mirarlo. Aún estaba furioso con él por haber andado con ese tipo todo ese tiempo aunque sabía que en su situación era razonable que pasara lo que pasase eso era algo que tardaría en olvidar.
¡Gracias!—exclamó el rubio fuerte y claro el melado mientras abría el pequeño regalo que resultó en una cadena con un dije ovalado con la misteriosa figura de cierto dragón blanco de ojos azules labrado en dorado. Con el ceño fruncido el rubio miró detrás del dije donde decía:
SETO KAIBA
099554433
¡Toma! Esto no es gracioso. Te equivocaste. Este es tu dije no el mío—dijo el ojos mieles.
No es cierto. Es el tuyo. Yo no tengo uno—dijo el ojos azules mirándolo petreamente mientras el carro escalaba la cima de la rueda.
Pero si…--dijo el otro tratando de explicarse porque el dije tenía el teléfono y el nombre del otro.
Es por si te pierdes de nuevo—aclaró Seto y entonces mientras lo miró a Wheeler se le ocurrió de que eso era como…
¿Estás diciendo que esto es como una maldita chap…?—preguntaba mientras su tono iba subiendo con cada sílaba, esa humillación, esa ignominia no la iba a soportar de… y entonces un abrupto beso en la cima de la rueda lo borró todo.
Es solo que no pienso perderte de nuevo, perro. Eres demasiado valioso para mí—le susurró Seto al oído.
¡FELICES FIESTAS Y SAN VALENTIN!