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Tu promesa por desire nemesis

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¿Qué estaba pasándole? Se estuvo preguntando toda la semana. Esa mujer le era tan familiar y a la vez era una desconocida. No podía seguir buscando a los que le atacaron solo pero no deseaba ver por ahora al otro así que fue a comprar su comida deseando hacerlo pero sin animarse.

 

Susaku estaba ahí, en frente a su casa. Trató de obviarlo pasando por su lado sin mirarlo pero el otro no le dejó. Sus ojos se encontraron.

 

Yo te eché. ¿Recuerdas?—preguntó el pelinegro.

 

Y yo he vuelto—le respondió el ojos esmeralda muy seguro--¿Qué pretendes ahora?—preguntó luego.

 

¿A que te refieres?—preguntó el ojiamatista.

 

Quiero asegurarme de que no hagas más locuras sin mi—le dijo su amigo.

 

No iré a ningún lado esta noche así que puedes quedarte tranquilo—le trató de rechazar Lelouch y empezó a abrir la puerta.

 

Yo me aseguraré de ello—dijo el joven castaño una vez el otro abriera la puerta y le empujó para entrar.

 

¿Qué haces?—preguntó Lamperouge molesto y confuso mientras entraba en su casa tras él.

 

Lo que he dicho. Pasaré aquí la noche porque no confío en ti—le dijo el otro.

 

¡Has lo que quieras!—exclamó molesto el pelinegro.

 

Tengo hambre—dijo Susaku.

 

¿No esperarás que te cocine? Si tienes hambre hazte tu mismo tu cena—estalló el otro tirando con fuerza la compra contra la mesada de la cocina. Lo que le faltaba, se había metido en su casa a la fuerza y pretendía que le hiciera  de comer.

 

Pensaba… en hacer de comer para los dos. Como antes—le explicó el castaño para sorpresa del otro que se lo quedó viendo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comieron carne al horno con una mezcla de verduras y una sopa picante que a Lulu le gustaba y mientras miraba al otro cocinar recordaba como ambos pasaron horas en la cocina de la casa del ojos verdes mientras este jugaba con las cacerolas de Nashi san, la cocinera de los Kururugi, mientras esta los vigilaba y ayudaba.

 

Extraño a Nashi san y sus concejos—le dijo mientras comían Susaku a Lelouch y este recuperó algo de su amistad por él en la cena, al igual que el caballero que había olvidado su desconfianza por su amigo por completo.

 

Fue la hora de lavar los platos y ambos repartieron la tarea. Susaku lavaba y Lulu a su lado tomaba de él la vajilla, la secaba y ponía apilada.

 

Estuvieron muy animados compartiendo toda la camaradería que hacía años no sentían y de pronto Lulu se preguntó que los había hecho alejarse tanto. No lo recordaba.

 

Agarró los platos y los vasos apilados e intentó llevarlos mientras su amigo le decía—Eso es mucho. Dame algo para que lleve—no confiaba en los reflejos de su amigo que siempre había sido en cierta forma torpe para las tareas cotidianas.

 

Ofendido el pelinegro se puso firme y tensó se dirigió al aparador pero por su mismo nerviosismo egocéntrico su pulso hizo que todo vibrara más de la cuenta y los vasos se empezaran a resbalar de los platos. Los observó con impotencia un momento y entonces unas manos más firmes que las suyas se apoyaron sobre las de él—Te dije que no era buena idea—le reclamó el otro sonriente y algo en el pecho del muchacho se sintió de pronto duro y pesado—Deja que yo lo llevo todo. No queremos que te lastimes—se burló el otro.

 

Tratando de salvar su dignidad el ojiamatista protestó—No soy una damisela—y fue a encerrarse en el baño.

 

¿Qué había sido eso?


Cuando sintió sus manos sobre las suyas el mundo se detuvo, su cora… Trató de no pensar en eso. Eran tonterías.

 

No tenía forma de saber que su amigo en la cocina estaba pasando por lo mismo.

 

Susaku se miraba las manos nervioso agradecido que el otro hubiera ido al baño y así no lo viera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sus ojos verdes no eran como los de antes. Estaban fijos y sin vida. ¿Por qué Susaku tenía una mirada así? Se preguntó Lelouch y de pronto se vio transportado a otra parte de la habitación. Se quedó de piedra. Eso que estaba viendo… Debía ser una aberración de su mente.

 

No. Ese eres tú, Lulu—dijo de pronto una voz a su lado y vio de nuevo a esa mujer rubia que se le apareció antes—Esos son tú y Susaku haciendo el amor, aunque él tampoco lo recuerda, tal vez porque lo obligaste Lelouch—

 

Esas cosas que dices—dijo vibrante de enojo el ojiamatista—Todo esto es una pesadilla inventada por mi mente. Despertaré pronto y…--

 

No, es la verdad—dijo de pronto otra voz y vio a una niña sentada en una silla de ruedas, le resultó familiar pero… ¿Por qué?—Tú usaste el Geass con Susaku. ¿Recuerdas Lulu?—preguntó la niña.

 

¿Quién eres?—preguntó él.

 

¿No me recuerdas?—preguntó la niña con lágrimas en los ojos y Lelouch se sintió de pronto culpable de no recordarla.

 

¿Ni a mi?—preguntó una nueva voz y Lamperouge miró a otro lado, había una joven pelirroja.

 

¿Ni a mí?—preguntó ahora un varón castaño.

 

¿Ni a mí?—

 

¿Ni a mí?—

 

¿Ni a mí?—

 

¿Ni a mí?—

 

El lugar de pronto estaba lleno de desconocidos cuyas caras sin embargo le resultaban familiares preguntando eso.

 

Alguien tocó su hombro y se volvió. Se atemorizó ante la siniestra figura con casco y capa, toda de negro, que le preguntó--¿Ni a mí? ¿A mí no me recuerdas, Lelouch?—

 

Despertó de la pesadilla con un nombre en los labios.

 

¡Zero!--


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