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Tu promesa por desire nemesis

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Estaba en la zona eleven, pero esta vez su táctica estaba definida. Lo vió cerca de un edificio en ruinas. Como la otra vez.

 

Pero esta vez el otro corrió. No esperaba encontrarse con él al doblar la tercera esquina.

 

¿Qué haces tu aquí?—dijo el otro volteando a todos lados en busca de algo--¿Viniste con ese perro faldero tuyo?—dijo sacando su navaja.

 

Zero no se amedrentó lo más mínimo. Era lo esperado—No lo busques, no está—le dijo con un tono decidido que el otro no supo como colocar—Solo quiero saber una cosa. ¿De verdad conocías a ese hombre?—preguntó y el otro lo miró sospechando.

 

Jamás entregaría a uno de los nuestros a una escoria como tú—le dijo el otro.

 

Eso es todo lo que quería saber—dijo el pelinegro de pronto sonriendo de una forma que causó escalofríos en el otro.

 

 

 

 

 

 

………………….

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El de pelo rubio estaba fumando un cigarrillo en la casa de empeños que tenía en el sótano de un hotel abandonado.

 

¡Te esperé pero nunca llegaste!—le dijo una voz de pronto y este miró inquieto alrededor. Vio a Mío.

 

¿Qué quieres Mío? No voy a comprarte ninguna puñetera radio, ya te lo he dicho—le gritó. Entonces Mío hizo algo sorprendente que logró que el rudo ex soldado se estremeciera. Levantó su navaja y se la clavó en un ojo primero y después en el otro, luego sin fuerzas traqueteó hacia el pasmado rubio--¿Te has vuelto loco?—preguntó jadeante el otro.

 

No. Es solo que ha visto demasiado—dijo la voz de antes que el rubio se dio cuenta entonces que no pertenecía a ese tipejo. Estaba tan alucinado con su marihuana cuando el otro entró que no había percibido la diferencia como en ese momento.

 

Miró a donde oyera la voz.

 

Era el chico, Lelouch Lamperouge—Dijeron que irían a verme pero jamás llegaron así que salí a buscarlos—dijo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

…….

 

 

 

 

 

 

 

 

Tony estaba de fiesta con su plata. Mike podía invertirla en mercancía pero él planeaba gozársela hasta que se le cayeran los dientes. Así era Tony Teken, desde que su país perdiera la guerra con el Imperio Britano y sus amigos y la mayoría de sus colegas murieran, Tony había planeado gozar lo que quedaba de su vida sin mirar atrás. En el ejército había conocido a Mike y ambos desertaron juntos cuando se dieron cuenta de que no daba para más. Desde entonces Mike se había metido en el mercado negro, con su pequeño negocio de empeños y de droga. Y Tony hacía lo que quería cuando quería y a veces trabajaba para un pez gordo como lo hacía esa noche para ese britano que amaba el juego y tenía negocios clandestinos por toda la zona eleven donde prostituía a las japonesas y hacía luchar a muerte por apuestas a los chicos de la zona más pobre del imperio.

 

Estaba en medio del festejo de tragos con su jefe cuando vio que Mike increíblemente estaba ahí y se le acercaba.

 

¡Pendejo, que…!—no terminó su frase porque el otro lo acuchilló pero sin que nadie se diera cuenta por el escándalo. Lo agarró y lo haló fuera del recinto.

 

¡Oye Teken! ¡No te pago para que andes con tus amigotes! ¡Teken, Teken!—le gritó su jefe eventual y al ver que el otro ni se dignaba a voltear para contestarle le dijo--¡Bien, te despido, no vuelvas aquí, hijo de p…!—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

……………………..

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Qué? ¿Te sentó mal algo de la fiesta?—preguntó alguien ni bien llegaron al callejón y Teken levantó la cabeza para atisbar la cara del muchacho de esa vez—Es una pena que no te quede mucho de vida. Quería jugar contigo toda una tarde y toda una noche—le dijo.

 

Bastardo. Tu…--trató de gritar al otro pero de pronto tuvo que escupir sangre.

 

No gastes saliva. Estabas condenado desde el momento en que te enfrentaste conmigo—dijo el joven.

 

¡Sabandija!—le gritó casi con su último aliento a su amigo por haberle traicionado.

 

¡No es su culpa y no es por defenderlo pero yo le obligué a traerte aquí!—dijo el de ojos amatistas.

 

El otro lo miró ceñudo un momento y luego río con malicia--¡Eso… quisieras…, pendejo!—dijo con esfuerzo Tony.

 

Casi, yo me llamo Zero—sonrió el otro amenazador mientras Mike soltaba a Tony, casi cumplida su tarea y se bajaba los pantalones, con el misma arma que había atravesado el estómago del otro cercenó de un limpio tajo su miembro haciendo que la sangre manara a borbotones.

 

Tony vio tembloroso la escena y luego se fijó en su anterior víctima mientras Mike despertaba de los efectos del Geass, cumplida su tarea, para horrorizarse de lo acontecido.

 

¡Yo soy Zero! Ninguno de ustedes puede rivalizar conmigo—fue lo último que esos hombres oyeron.


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