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Tu promesa por desire nemesis

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Día antes de su venganza.

 

Lelouch estaba sentado a la mesa con su hermano, al que ya le había servido su plato. El pelinegro había insistido en cocinarle. Estaba tan alegre que no parecía el hermano que había dejado.

 

¡Cuéntame! ¿Qué tal fue ese campamento?—preguntó el mayor.

 

¡Normal! Como todos—explicó evasivo el otro mientras comenzaba a cortar su carne.

 

¡Vamos! Dime algo más. Estuviste varios días fuera y no me has dicho mucho sobre eso—dijo el ojos amatista.

 

Tienes razón nii san—dijo el otro encarando alegre el asunto de pronto y pasó a relatarle muchas ocasiones graciosas.

 

Me alegro tanto que la pasaras tan bien—le dijo el otro.

 

¿Y Tú, Lulu? ¿Qué hiciste en mi ausencia?—preguntó el menor.

 

Nada muy especial, estudié y cuidé la casa—dijo el pelinegro empezando a devorar su comida. Lelouch no tenía mucho apetito y vio que su “hermano” le miraba jugar con la comida con curiosidad—Por cierto hermano. Tengo algo más que preguntarte—dijo.

 

¡Claro! ¿Qué es?—preguntó el menor, alegre de volver a ser el centro de atención.

 

Dime la distribución y todos los detalles de mi vigilancia—dijo sorpresivamente el otro mientras tocaba con su Geass al menor de los Lamperouge.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Así fue como esa noche escapó de sus perseguidores y se dirigió a la zona eleven donde sabía que de alguna manera encontraría a esa sabandija que se atrevió a querer sacarle los ojos. Ahora que recordaba quien era no podía dejarlo sin castigo como a los demás que participaron en su humillante violación.

 

 

 

 

 

 

Los periódicos no conocían otro titular que el de la cadena de suicidios homicidios sucedidos en la noche entre los elevens a la mañana siguiente. Lelouch levantó el diario frente a su hermano mientras leía y este vio el encabezado con la brutal foto que lo acompañaba.

 

Cuando bajó el periódico y vio su cara miró de nuevo el titular--¡Horrible! ¿No?—

 

El otro solo asintió. Se sentía muy cansado y le aburría la idea de pasarse encerrado en la escuela. No adivinaría lo que hizo la noche anterior por nada en el mundo. Que Zero usara su poder en él era inverosímil. Zero estaba acabado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Día después de la venganza.

 

Lulu invitó a su amigo Susaku a comer una abundante cena. Esa noche era viernes y al día siguiente no tenían colegio. Kururugi pidió permiso para faltar a unas prácticas del ejército y le dieron la venia.

 

La cena estaba exquisita y los dos charlaron amablemente ya que el hermano del pelinegro que no se sentía bien, explicó el muchacho, se había acostado a dormir temprano.

 

Me siento mal por…--dijo el caballero.

 

No te sientas mal. Es porque ha comido tantos dulces. Seguro que mañana estará mucho mejor—dijo el pelinegro mientras levantaba los platos sucios.

 

Lulu, sobre esos hombres—le dijo el castaño mientras se le acercaba con cara de preocupado.

 

No te pongas así. Ya les he dejado ir. Nada lograba reteniéndolos. Me hacían mal—dijo el joven príncipe y el otro le miró curioso--¡Traeré el postre! ¿Quieres?—preguntó con cara de ilusión.

 

Entonces trajo el helado, chocolate con frutillas de decoración. Estaba estupendo y Susaku lo disfrutaba a mares.

 

¡Está riquísimo pero no debieras haberte molestado!—dijo el mayor y observó con sorpresa que el otro no había tocado el suyo--¿Qué…?—comenzó a preguntar cuando el otro lo cortó.

 

¡No puedo dejar de pensar al verlo cuantas veces hice esta misma decoración cuando éramos niños!—dijo el pelinegro.

 

Lulu, tú y yo nunca comimos antes…--dijo el ojiverde.

 

Y eso me hace pensar que…--dijo Lamperouge antes de mirar el rostro de su amigo cortando lo que Susaku iba a decir--…que jamás cumpliste tu promesa—

 

¿Mi prom…?—preguntó Kururugi sorprendido.

 

Este es el postre preferido de Nunnally. ¿Dime, no fuiste tú quien me prometió cuidarla cuando no me tuviera? ¿Por qué no estás con ella ahora?—fueron las preguntas que paralizaron al otro por un momento pero luego, volviendo a la realidad, el castaño se lanzó a través de la mesa para asestarle un golpe en la cara a su amigo.

 

¿Piensas usar el Geass en mí, bastardo?—preguntó el otro.

 

No puede usarse más de una vez con una persona. ¿Lo sabías?—preguntó el britano.

 

¿Lo usas…?—preguntó sorprendido el japonés.

 

Antes de que me atraparan. Y no me arrepiento—dijo el pelinegro.

 

¿Y como piensas escapar ahora?—preguntó el ojos verdes.

 

¿Quién dijo que pienso hacerlo?—preguntó el ojiamatista.

 

Te conozco bien. Tú eres una sabandija que siempre planea su huída—dijo el otro hablando al Zero que siempre odiara. Con una risa triste el otro le miraba y entonces Susaku recordó el helado y después de mirarlo añadió con furia--¡Lo envenenaste! ¿Cierto? ¡Mal…!—no acabó la frase.

 

Los labios de Lelouch cubrían los suyos con un ardor hasta entonces desconocido por su mente consciente pero que en su interior vibraban como una cuerda  ya tocada.

 

¿Qué…?—le dijo estupefacto el caballero y entonces vio como el otro se relamía.

 

¡Un chocolate exquisito! Es una lástima que no volvamos a probarlo—le dijo el príncipe.

 

¿Tú?—preguntó al borde del colapso Kururugi.

 

No quiero seguir así, odiado y perseguido. Ya arreglé mis cuentas con todo ser excepto mi maldito padre pero estoy seguro de que terminará cayendo pues lo arreglé todo para que eso suceda—dijo el pelinegro que suelto del otro se sentara de nuevo a la mesa y con mirada lánguida miraba al techo—He dispuesto todo para unos cuantos asesinatos que dejarán acéfalo al imperio un rato y después Nunnally será la emperatriz. Cada pieza encaja. Caballo a torre, Jake mate—

 

¿Qué has…?—de pronto un dolor hizo que el castaño dejara de respirar.

 

Con los ojos cerrados Lulu recordaba mientras el otro se acercaba para cerrar sus manos sobre su cuello que de pronto el otro estiró con una sonrisa.

 

Así empezó todo. ¿Lo recuerdas? No, las víctimas del Geass no recuerdan nada pero yo lo recuerdo por los dos—le dijo a Kururugi—Tal vez en otro tiempo o lugar…--su amigo se resbaló un poco víctima de su debilitamiento por el veneno. El pelinegro le abrazó fuerte—Quisiera tenerte para siempre así. Susaku… ¿Por qué me traicionaste? De haber vivido hubiéramos sido tan felices juntos—dijo el ojos amatistas antes de sentir las primeras señales del mortal veneno.

 

Susaku solo pudo pensar mientras sus ojos se cerraban que eso podía ser cierto. Siempre se sintió tan bien al lado de su amigo. Por más que sospechara de él. Que el fantasma de Zero les persiguiera. Él…

 

Los ojos de Susaku se cerraron para siempre y una solitaria lágrima surcó la mejilla de Lelouch VI  Britania.


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