Habían pasado dos meses desde que Seto fuera expulsado de la ciudad que antes considerara su hogar y gracias a su nuevo amigo Tristán se podía decir que tenía una nueva vida. Aunque seguía siendo algo antisocial ahora se dedicaba a cuidar de la gente a cabo de vivienda y comida que era un lujo por ahí.
El pueblo carecía de un sanador y debido a los conocimientos científicos el castaño calificaba por lo que se había vuelto por obra y gracia del destino en el doctor de la población de “Amityville”.
A veces cansado de su trabajo y de los interminables días oyendo problemas ajenos el ojos azules salía a recorrer los terrenos circundantes por la gracia de un paseo libre de tensiones.
Es así como a la distancia descubrió a una figura tendida en el suelo que dadas las características del lugar podría o bien estar muerta o a punto de hacerlo. Más que nada su curiosidad lo llevó a acercarse al lugar y observar a la figura derribada. Dudando de que estuviera viva, pues exhibía una gran pérdida de sangre en sus ropas, tendió su mano y le tomó el pulso.
Asombrosamente el otro vivía.
Lo miró con cierto hastío pues había interrumpido su paseo vespertino y después de un momento decidió llevárselo en recuerdo al acto que cometiera Tristán con él. Es así como el chico un tanto menor que él, dedujo, terminó en su consultorio.
Al rato apareció Taylor—He oído que encontraste un nuevo vecino—le dijo entrando directamente y vio la figura tendida en la camilla de su amigo—Pero si no es más que un cachorro, pobre niño—dijo aunque el no era tan mayor—¿Lo habrán expulsado de una ciudad?—
Tal vez—dijo sin hacerle mucho caso el dueño de casa.
¡Oye! ¿Te estás tomando muy a pecho tu oficio nuevo, no?—preguntó risueño el otro.
¡No molestes, Tris!—le dijo Seto.
¿Acaso esa es forma de hablarle al ser que te salvó la vida?—preguntó melodramáticamente el único amigo de Kaiba.
Solo me diste agua—gruñó el susodicho.
¡Oh, eso me duele! Sabes bien que el agua es el bien más preciado de estos lares y tu hablas como si…--seguía el melodrama mientras Seto ponía cara de hastío y mezclaba ciertos compuestos para lograr un suero que pasarle al herido que ya había sido vendado y entonces oyeron una voz.
¿Podrías hacer menos ruido? Siento que va a estallarme la cabeza si sigo sintiendo tus gritos—
¡Vaya! Se despertó la bella durmiente. Y observa que buen genio tiene—le dijo Tris al otro castaño. Los ojos azules del médico y los mieles del paciente se encontraron—La próxima vez déjala dormir en el pacífico desierto con los buitres. ¿Si Seto?—
Entonces el más joven se dio cuenta de lo que estaba pasando, estaba algo aturdido y cuando se tocó el costado sintió una punzada de dolor.
¡Deja eso quieto o te hará peor! Estoy preparando un suero para que…--dijo Kaiba.
¡Gracias pero no lo necesito!—afirmó el rubio levantándose de la camilla.
Bien educado el chico—dijo algo enojado Taylor.
Mientras Seto se daba cuenta de que sus piernas no lo resistirían y acudía al rescate justo a tiempo para evitar que cayera redondo contra el piso. Así se quedaron mirándose por largos segundos. Algo incómodos se separaron.
Será mejor que te recuestes para que te pase el suero o no terminarás de recuperarte nunca—le dijo Seto y el otro pareció obedecer confuso.
¡Hazle caso! Seto es una buena persona en el fondo. Muy en el fondo—se rió Taylor—Bien. Los dejaré solos. Tengo que ir a trabajar. Vine a ver que clase de fierecilla te habías traído Kaiba. Ahora que lo vi me siento más seguro. La bestiecilla no causará problemas por un tiempo. ¿No, doctor?—se mofó el otro como siempre con el título.
¡Ya vete, Taylor!—le contestó el otro como siempre que el asunto ya no era muy soportable y el bromista se fue riendo.
Taylor siempre se preocupaba por él desde que lo recogiera en las afueras del pueblo. Se sentía como un hermano mayor responsable de su hermanito, pensó Seto con agradecimiento.