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BELIGERANCIA por desire nemesis

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Cuando salió del baño preguntó al médico que se estaba auto-vendando por sus ropas.

 

Las puse a lavar. Elige unas mías—le dijo.

 

¿Quién te…?—preguntó el muchacho sorprendido y algo malhumorado.

 

Estaban sucias. No tienes porque seguir así. Esta claro que no tienes muchos amigos por eso voy a ocuparme de eso hoy. Digamos que es una manera de agradecerte aunque no debiste ir solo—dijo el ojos azules.

 

Si me lo preguntas es una rara manera de agradecer—dijo algo frustrado el rubio y empezó a rebuscar en el armario con gesto impaciente. Necesitaba irse rápido--¡Aquí no hay nada que me sirva!—se quejó.

 

Algo ha de haber. Ponte algo mientras está lista tu ropa—le dijo el paciente Seto.

 

¡No quiero quedarme!—gritó sin mirarlo el otro.

 

¿Por qué no quieres? –preguntó el ojos azules obligándolo a voltearse agarrándolo por el antebrazo.

 

Quizás fue el temblor que percibió entonces en el cuerpo del otro ante su contacto, quizás su mirada algo apanicada o la forma en que el otro deglutió. Quizás fue la propia reacción de Kaiba al tenerlo así, frente a él, en su habitación, los dos con los cuerpos semi desnudos bajo unas toallas anudadas en la cintura.

 

Quizás fue todo eso lo que le indicó que era el momento de reaccionar de esa forma y besar al rubio que no se resistió sino más bien se entregó a sus brazos. El rubio lo llevó a la cama entre besos y sobre él se posó mientras sus cuerpos se enardecían con la fricción entre ambos pero al notar una mueca de dolor en el castaño el rubio recordó sus lastimadas costillas y rodó para colocarlo encima.

 

¡Voy a ir despacio!—le susurró Seto.

 

Yo no se como se…--trató de decirle el ojos mieles.

 

Yo tampoco…Juntos vamos a descubrirlo—aseguró el ojos azules mientras una de sus manos comenzó a explorar la erección del otro bajo la toalla y este se retorció bajo él.

 

Era una nueva experiencia para él y de seguro para el otro por lo que dijo pero con respecto al rubio era todavía más sorprendente porque de pronto se sintió sumiso y débil ante el otro como jamás se había sentido. Tampoco había estado tan cerca así de otra persona sin querer matarlo y lo peor de todo era que esa debilidad, ese deseo… le gustaba. Empezó a gemir alto mientras se retorcía y agarraba de las almohadas que tenía bajo la cabeza para buscar apoyo.

 

Una vez se hubo venido vino una piadosa relajación que terminó llevándolo al país de los sueños.

 

Seto le miró un momento y decidió que había sido suficiente para el otro. Debía estar cansado después de su travesía en su busca y luego de traerlo de vuelta. El también estaba muy cansado por lo que se durmió a su lado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al día siguiente el rubio despertó encontrando una camisa y un pantalón con los cuales vestirse. Estaba solo en la habitación por lo que fue un poco más fácil levantarse tratando de ordenar sus ideas.

 

Se presentó en el estar cocina sin saber muy bien que decir ni como portarse después de lo que había pasado y el otro que hacía unos sándwiches para el desayuno lo miró desde la barra de la kitchenette.

 

Mirando como le quedaba la ropa algo grande y ese rostro medio dormido con el pelo rubio enmarañado el castaño le dijo lo primero que se le vino a la mente—Te ves lindo así—

 

¿Huh?—Joey estaba muy sorprendido. Nadie le había dicho nunca algo así, quizás su madre, tal vez pero no lo recordaba. En sus recuerdos nunca nadie lo había llamado así. Eso hizo que se le subiera el color a las mejillas entonces el otro sonrió.

 

Ahora te ves adorable—le dijo y el ojos mieles se quedó sin palabras. Viendo su nerviosismo y apiadándose de él el castaño le invitó—Ven a comer que se enfriará el café. Hay poco por lo que es muy preciado.

 

Después de comer en silencio un rato el otro confesó—Nunca me han llamado así—

 

Pues ignoro la razón porque te ves realmente lindo al despertar—dijo con descaro Seto para más consternación del otro—Aunque no se si prefiero verte dormido—

 

Joey se puso más rojo y luego dijo—Lamento haberme…--se atragantaba con las palabras en esa situación.

 

No te preocupes. Lo comprendo. Debías estar muy cansado y yo también. Te dije que iría lento. ¿No?—le contestó el ojiazul.

 

El otro se sentía tan nervioso que si hubiera habido una piedra donde esconderse…

 

Jamás me había pasado esto—declaró.

 

Con un chico—aclaró Seto y al ver como el rubio lo miraba preguntó--¿Jamás has estado…? ¿Con nadie?—estaba asombrado.

 

Tú. ¿Con chicas?—preguntó el melado curioso.

 

Si—respondió el otro para su vergüenza. El no tenía con que comparar. Era un idiota si se ponía a pensar. Dejó su desayuno—Es mejor que me vaya—dijo y el que estaba tras la barra le agarró.

 

No quiero que te vayas—dijo.

 

Su intensidad. La voz con que le habló.

 

Pero…--dijo el ojos mieles.

 

¡Quédate conmigo!—le dijo Seto dejándolo estático.


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