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BELIGERANCIA por desire nemesis

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Unas semanas después ambos tenían una vida tranquila viviendo juntos. Aunque al rubio le costaba adaptarse a despertar siempre en el mismo lugar y veía toda la calma a su alrededor con cierta desconfianza el estar con Seto hacía cada hora diferente y particular.

 

Algo le decía que la gente de Amityville se había dado cuenta de porqué vivía con el doctor por ciertas miradas pero de igual manera nadie decía nada. Al menos frente a él aunque eso lo ponía un tanto nervioso.

 

 

 

 

Tristán llegó una tarde con una lastimadura en una pierna. En la camilla miró a todos lados y luego contempló la cara del curandero del lugar, como le decía en broma.

 

¡Me parece que la vida de casado te va!—dijo con tono alegre.

 

¡Métete en tus asuntos!—le contestó Kaiba desinfectando gran parte del área de la pierna que planeaba suturar--¿Cómo te hiciste esto?—preguntó después con hastío.

 

¡Pues…!—trató de ocultar el otro.

 

¡Dime o no te pondré anestesia—le dijo serio Seto.

 

¡Eso es chantaje!—se quejó su amigo y ante la mirada dura del ojiazul respondió—Pues Mira me jugó que no podía saltar del techo de los Anders hasta el de Mikalo—el castaño lo miró reprobatoriamente--¿Qué? Era por una cerveza. ¿Sabes cuanto cuesta conseguir una cerveza hoy en día?—

 

¿Estaba buena al menos?—preguntó el otro insertando el hilo quirúrgico en el ojal de la aguja tratando de saber si el otro consiguió su meta.

 

¡Un poco rancia pero fría!—le dijo el otro.

 

Pues espero que eso te haga soportar mejor esto—dijo Kaiba antes de insertar la aguja en la piel.

 

¡Auch! ¡Eso duele!—se quejó el otro castaño pero Seto no le hizo caso y siguió impertérrito con su trabajo--¡Sádico!—

 

Deja de quejarte tanto o te dejo así—le dijo el ojos azules y mientras decía tal frase el rubio entró a la casa. La puerta de entrada estaba en el consultorio, la de atrás por la cocina. Los miró curioso.

 

¿Qué pasa? Hace tiempo que no hablamos chico—le saludó el ojos marrones y el otro lo miró por  unos segundos antes de irse sin decir nada para el fondo—Ese chico es una seda—añadió con ironía—No sé como haces para aguantarlo—dijo después mirando el lugar que aquel ocupara antes  que a su médico. Sabía que el otro aún sentía cierto desdén porque no ayudara a Seto y en el fondo le comprendía pero eso de vivir con rencores no era para él.

 

No le llames así—le anunció Seto sucinto.

 

El otro le miró sonriente--¿Qué? ¿Te molesta la edad? Pero si se llevarán seis años hombre—dijo divertido pensando que a Seto no le gustaba que le recordaran ese hecho.

 

No es eso. Él no es un chico. Y puedes verlo cuando lo miras a los ojos—dijo el médico.

 

Si—contestó el otro pensando en la mirada de Joseph al ir a por el ojos azules—Lo sé. He visto muchos como él. Se cubren de sangre  y luego mueren o enloquecen. Es por eso que sería bueno que disfrute de la vida un poco. Puede ser dura pero si no la vive la ha perdido. Sus ojos también decían que nunca había probado la felicidad, aunque eso ha cambiado. ¿No es así?—

 

 

 

 

 

 

Joey escuchaba tras la pared y sintió el peso de todo lo dicho por Taylor. Si bien él no era como la mayoría era cierto que era como muchos y que esos momentos con el ojos azules lo estaban cambiando.

 

Sentía la presencia de Seto como un agente aturdidor que embelezaba sus sentidos y a la vez eso no le causaba molestia alguna. Era algo raro. Algo que no podía explicar ni quería. Se dijo mientras dejaba la verdura sobre la mesada de la cocina y comenzaba a hacer la cena.

 

Seto la hacía los primeros días de su estadía. En verdad Seto lo hacía todo, aún a pesar de sus heridas pero, aunque inexpertamente, él decidió intervenir y colaborar con la casa de alguna manera.

 

Además… Seto no era muy bueno cocinando.

 

¿Y? ¿Qué hay de rico hoy?—dijo el castaño por detrás poniendo su mentón sobre el hombro del melado y sorprendiéndolo ya que no lo había oído llegar. Hasta ese punto sus sentidos siempre alertas se habían adormilado y todo por estar pensando en cosas que tenían que ver con él.

 

¡Nada si no te corres!—le retó el melado tratando de sacárselo de encima.

 

¡Que rudo! ¿Por qué rayos me tratas así?—preguntó el otro.

 

¿Por qué estaba ese tipo aquí?—preguntó el rubio.

 

No me digas que estas celoso—soltó Seto sin más mientras se sentaba a la barra de la cocina. El otro sintió encenderse hasta las orejas pero antes de que pudiera decir nada el otro le dijo—Adorable—

 

¿Qué?—estaba todo colorado y lo sabía y el hecho de que Kaiba le dijera esas cosas no ayudaba. ¿Pero que rayos estaba pensando?

 

De pronto, cuando iba a discutir, sintió los labios del médico sobre los suyos y de pronto se sintió arrebatado del lugar. El cuchillo de la cocina cayó al suelo y sus manos se afirmaron sobre el pecho de Seto que lo empujó contra la pared y sus manos tallaron su cintura mientras sus lenguas comenzaban a explorar la boca.

 

Debo seguir trabajando pero en un rato…--dijo el castaño junto a su boca con ojos llenos de promesas.


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