Joseph despertó con el olor a café inundando sus fosas nasales y lo siguió hasta la cocina con un poco de dificultad. Seto lo vio de repente.
¿Qué haces? Deberías estar durmiendo. Acuéstate que yo te llevaré el desayuno si lo que quieres es comer—dijo el ojos azules acudiendo al lado del melado que se agarró de su brazo. Jamás antes de conocerlo se había apoyado en alguien más y ahora no podía sostenerse sin él.
¿Estás bien?—preguntó el ojos mieles preocupado porque el otro estuviera herido. Tocó su mejilla mirándolo a los ojos.
Lo estoy, no te preocupes. Solo tengo unos moretones que en unos días desaparecerán. Tú eres el que está delicado—le contestó el doctor.
No debí quedarme contigo. Si no hubiera estado ellos no hubieran venido—la pesadumbre en la voz de Joey solo era comparable con la de su mirada que bajó.
Si no hubieras estado esos tipos nos hubieran borrado del mapa como lo hicieron con los otros pueblos—dijo una voz familiar tras ellos.
¿Qué haces tu aquí? Siempre entras sin avisar, molesto—dijo el rubio como un gato encrespado.
¿Qué? Estaba antes que te despertaras. Fui al baño y… ¿Así es como me tratas después de haber ido por ti al mismísimo infierno y haber enfrentado a la muerte en más de una ocasión?—preguntó Tristán con voz chillona.
Joey, es cierto—apuntó Kaiba en un susurro a su oído.
Joseph estaba cabreado por deberle algo al otro y miró a un costado casi bufando.
Se dice gracias. No es tan difícil. Es una palabra de dos sílabas. ¿O me dirás que es mucho para tu chamuscado cerebro?—preguntó el ojos café.
¡Oye Tris que él salvó al pueblo!—lo defendió el ojos azules.
¿De que lado estás?—preguntó algo enfadado Taylor.
¿Tú que crees?—preguntó Seto.
¡Traidor!—lo acusó el otro castaño—Yo te ayudé con tu trabajo, tu casa, te di agua y cobijo cuando nadie te miraba—agregó con un dedo acusatorio.
Y yo te he curado y asistido gratis todo este tiempo, también al pueblo y…--dijo Seto.
¡Gracias!—dijo algo bajo el rubio pero los dos se sorprendieron de oír al orgulloso rubio agradecerle.
¿Te sientes bien chico? ¡Seto, tómale la fiebre! Creo que delira—dijo muy divertido y aliviado el otro.
¡Tris!—le gritó el castaño abrazando al rubio protectoramente.
¡Ay, se ven tan adorables así juntitos!—les dijo el ojos café.
El rubio se descolocó ante ese halago que usualmente le ponía colorado y que lo logró una vez más, avergonzándolo lo que lograba ponerlo peor.
¡Que mono!—le dijo Tristán y Seto primero se sintió mal por su pareja pero al verlo que no sabía donde meterse le causó que una tierna sonrisa iluminara su rostro. Había temido no volver a tenerlo en sus brazos y ahora Joey se sonrojaba. Apretó un poco más al otro que lo miró sorprendido.
¡Lo dicho! ¡A-DO-RA-BLES! Bueno, aquí salgo sobrando por lo que me voy. ¡Nos vemos!—dijo el otro castaño sonriente antes de irse.
¡Todavía no me cae bien!—aseguró el melado.
Tranquilo. Se que no—dijo el sonriente doctor antes de besarlo apasionadamente.
¿Y bien? ¿Qué haremos? Sabes que no puedo permanecer aquí, si me quedo yo…--dijo el melado.
Lo entiendo. Si quieres irte iré contigo aunque no creo que el que tú estés cambie las cosas para mal. Pero como quieras—dijo el ojos azules.
Pero tú… tienes una vida aquí. Eres…--dijo el melado.
Yo tengo una vida donde tú estés—le contestó el castaño.
¡Al final tenía razón! Sabía que si me quedaba contigo terminaría arruinando tu vida. Pero fui egoísta y…--dijo el rubio.
Tú te quedaste porque yo te lo pedí—le dijo Seto sosteniéndolo muy cerca de su pecho y con su cara a centímetros de la suya mientras lo miraba a los ojos con la intención de que entendiera que eso era cosa de los dos. Que no habían culpas. Ni remordimientos—Dime una cosa. Tú… ¿En verdad me amas o vas a dejarme ni bien las cosas se pongan difíciles?—preguntó luego.
¡Yo jamás te abandonaría y menos cuando todo se pone difícil! Aún a pesar tuyo planeo quedarme contigo. ¿Y tú? ¿Estás dispuesto a compartir tus días con el beligerant más buscado sabiendo que las personas probablemente traten de matarnos todos los días y lo peor… es que yo tendré que cegar algunas vidas para protegernos?—preguntó Joey.
Eso ya es un asunto viejo. Ya me he acostumbrado a tu forma de ser y a las cosas que debemos enfrentar para estar juntos y planeo seguir contigo, aunque te pese—dijo Kaiba en contestación.
Entonces estaremos bien—dijo el rubio apoyando su cabeza en el pecho del ojos azules.
Si lo estaremos—contestó Seto con una confianza que no sentía—En unos días, cuando estés curado nos iremos. No sé exactamente a donde pero creo que tu puedes ayudar con eso—dijo mirando la casa a su alrededor. Iba a extrañar todo eso, pero valía la pena por lo que acunaba entre sus brazos.
FIN