En Berna, capital de Suiza, fueron a la parada de taxis del aeropuerto y Seto pensó que estarían en problemas por el idioma. Ni él ni ella sabían más idiomas que el japonés. Tal vez ella conociera algo de inglés por esas canciones que siempre oía. Solo esperaba que el taxista lo hablara ya que allí debido a los cantones usualmente se hablaba en francés, italiano, alemán o una mezcla de los tres difícil de descifrar para cualquiera que no fuera suizo. Pero al ser un lugar de tantos negocios y…
En eso pensaba el custodio cuando de pronto la vio estirar un brazo con una tarjetita y pedir en un lenguaje que asemejaba al alemán, para su oído, al taxista que los llevara a ese lugar, supuso.
¿Desde cuando sabéis alemán?—preguntó al rato mientras eran conducidos por la ciudad.
Hay mucho de mí que no sabéis—dijo con un aire algo trágico la chica vestida de varón a su lado mirando sin ver el paisaje por la ventana.
Seto esperaba un banco pero al subir por el camino de entrada de esas lujosas instalaciones, en las afueras de la ciudad, dentro del taxi se dio cuenta de que se trataba de otro tipo de institución.
¡Pero esto es un hospital!—dijo mirando hacia arriba al espacioso edificio de dos plantas y cuadra y media de ancho.
¡Nunca dije que no lo fuera!—le contestó “el chico”--¡Id si queréis a preparar nuestras habitaciones de hotel!—añadió mientras miraba también el blanco inmueble.
¡Yo entro con vos!—dijo el guardaespaldas.
No tenéis porqué. Este sitio es seguro y además aquí no creo que hayan fans o papparazzi—le contestó ella volteándose hacia él. Lucía tan extraña para él, así tan varonil que nadie hubiera pensado que era una chica y aunque tal vez no hubiera estado mal que hiciera lo que le decía sentía la necesidad de averiguar lo que ocultaba porque tenía la peregrina idea de que podía estar enferma de gravedad y eso le asustaba aunque no iba a admitirlo. Muchos famosos acudían a centros de salud de Suiza para ser atendidos con confidencialidad por expertos, sabiendo que sus secretos jamás saldrían a la luz en ese país europeo.
Lo siento pero me han ordenado no despegarme de vos y pienso cumplir—le dijo él y ella hizo un gesto de contrariedad.
¡Bueno, si insistes, no tengo tiempo de pelear, pero más vale que no te conviertas en una molestia!—le advirtió “ella” antes de entrar al edificio por la puerta grande.
Ella habló de nuevo en alemán, en el mostrador de la recepción y pareció recibir indicaciones, un nombre avivó la curiosidad de Seto. Serenity Wheeler.
Bajaron en el segundo piso. Todo era blanco y ascético en ese hospital a la vista exclusivo. Una pareja adulta que estaba en el pasillo volteó a verlos cuando sintió abrirse el ascensor y Josephine le dijo—¡Quedaos aquí! Debo hablar con ellos a solas—
¿Quiénes son?—preguntó Kaiba y ella comprendió que no lo saciaría nada menos que la verdad.
Son mis padres. Ahora quedaos aquí. Podéis verme todo lo que queráis pero no os mováis que necesito hablar con mis papás a solas. Podéis ver que no estamos en un campo de atracciones. No os engañaré, algo feo sucede y vos no sois parte de ello—le dijo la joven de ojos mieles vestida de hombre y el castaño asintió.
El grupo murmuró cosas y “ella” lo señaló después mientras sus padres lo miraban y luego Josephine entró a la habitación en frente de ellos.
Seto pretendió seguirla, alarmado.
Momento joven—le habló el hombre saliéndole al encuentro.
Lo siento señor pero debo…--dijo Kaiba alarmado.
Sabemos quien es pero no corre peligro allí y además es una unidad de cuidados intensivos por lo que no permiten más de una persona con los pacientes—le aclaró el padre de Josy—No se alarme…ella nos dijo que se preocuparía pero debe saber que está bien—
¿Cuidados intensivos? ¿Quién está allí?—preguntó el ojos azules movido por los nervios y los otros se miraron entre sí antes de responder.
¡Es Serenity, nuestra hija menor!—dijo el hombre y entonces Seto pudo entender un poco por lo que Josephine estaba pasando y se apiadó de ella.
¿Qué le pasó? ¿Un accidente?—preguntó el guardaespaldas y otra vez se miraron entre ellos. Esa familia era muy desconfiada se dijo el castaño.
¡Quizás no debiera deciros! Pero se que es la persona que cuida a Jo…sy—dijo el padre trastabillando con el nombre, Seto pensó que a causa de la situación por la que estaban pasando—La verdad es que nuestra hija hace un buen tiempo que estaba enferma—
¿Qué es?—preguntó sorprendido de su propio interés Seto.
Le detectaron un tumor en el lóbulo occipital hace un año. Desde entonces nuestra familia está viviendo de hospital en hospital—dijo el señor Wheeler.
Gracias a… gracias a Joseph…ine pudimos traerla aquí—dijo su señora.
¿Cómo?—preguntó muy sorprendido Kaiba.
Así es. Nuestra Josy es un amor. Desde que empezó su carrera no ha hecho más que ayudarnos con los gastos hospitalarios, los traslados, todo… e…lla es un amor y se desvive por Sere. Nosotros somos una familia trabajadora señor Kaiba, sin Joesy no podríamos pagar todo esto—le dijo el hombre rubio y de ojos azules a Seto que de pronto entendió que no conocía del todo a la chica, la había tachado de una frívola adolescente cuando en verdad se trataba de una hija y hermana cariñosa que se desvivía por su familia con una triste historia detrás.
Recordó lo que le dijera en el taxi: “Hay mucho de mí que no sabéis”.
También se dio cuenta de porque la trastornaba tanto la dichosa canción de “Sayonara Hime” debía pensar que en el otro lado del mundo su hermana estaba muy enferma.
Ella también pagó la operación. Si todo hubiera salido bien—dijo la mujer con el pelo y los ojos color miel echándose a llorar.
La preocupación hizo mella en la voz de Seto cuando preguntó--¡Perdonen pero… ¿Qué sucedió?—
No lo saben con certeza—dijo su padre estrechando en sus brazos a su sufriente esposa—Dicen que todo fue bien pero no ha despertado, quedó en coma—