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JOSEPHINE por desire nemesis

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Haría las paces con Seto san se prometió y sacó su cabeza al pasillo antes de darse cuenta de que el que estaba a un lado de su puerta no era su castaño habitual. Rápidamente se metió dentro con el corazón y respiración agitada. ¿Qué rayos le pasaba a ese tipo? Por poco pudo salir su secreto a la luz de haber salido sin cuidado completamente. Francamente… se dijo con el corazón en un puño Wheeler mientras descargaba toda su furia en un imaginario Kaiba antes de recordar esas palabras…

 

¡Primero muerto!

 

¿Sería que no lo perdonaría? ¿Qué no volvería? ¡Bah! Ese idiota era puro barullo. No se atrevería a… ¿Y si se atrevía?

 

Recordó su ojo morado. Todavía debía doler. Si solo no tuviera un  ego tan enorme y fuera tan rígido sería buen tipo, se dijo. Luego recordó su clara preocupación por el estado de su hermana y que se había disculpado frente al consultorio de su tío y entonces se sintió mala persona. Decidido a preguntar por él fue a cambiarse.

 

¡Etooo! Perdonad—dijo de pronto la chica que le tocaba cuidar casi siempre de noche a través de la puerta--¿Sabéis cuando viene Seto kun?—

 

Por lo que sé está enfermo y pidió el día libre—le informó Hiro san un hombre con pocas pulgas.

 

¿Enfermo?—preguntó en voz alta el rubio vesrido de chica ya pensando que tal vez ese golpe en la cabeza.

 

Se quedó muy preocupada y agarró el bolso para luego abrir la puerta—Nos vamos ya mismo a verlo—

 

Pero Josephine chan. En un rato tenéis el reportaje por lo de mañana en la noche y después el concierto—trató de frenarla el hombre.

 

Trata de detenerme amigo y terminaréis con más que sobrepeso en vuestras cachas—le amenazó la cantante. El otro no entendió a que se refería pero sonaba peligroso—Iré a ver a mi novio y ningún monigote va a impedirlo—le retó ella.

 

¡Que yo sé la verdad!—le advirtió él.

 

¡Y yo sé quien os paga los cheques!—le retrucó la rubia con dos colitas con cerecitas y vestido de lazos azules.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ya os dije que podéis estar tranquilo—le dijo Seto a Otome.

 

¿Cómo queréis que nos tranquilicemos si cada vez que estáis juntos volteáis todo de cabeza? Ahora salió en los pasquines que se os vio saliendo de la cárcel con un ojo morado—dijo el mayor.

 

¡Eso es falso! Nunca he estado en la cárcel—se defendió horrorizado Kaiba.

 

A esa gente le da igual. Lo que importa es vender con los escándalos y ahora que la noche de gala de los premios está cerca os pondrán en el ojo del microscopio—dijo el ojiverde.

 

Si os hace sentir mejor no iré—le propuso el ojiazul algo enfadado.

 

En verdad eso venía a pediros. Es lo mejor para la empresa. Ya os estáis haciendo demasiado conocido y eso puede iros en contra. Yo os dije que no os liarais con esa chica—dijo Otome.

 

¡Vos sabéis que no me he liado con ella! Todo es un mero acto publicitario—dijo Seto más angustiado porque no lo creyeran.

 

¡Da igual! Debisteis negaros, desde un principio fue una mala idea—le contestó el castaño—Bueno, ahora debo irme que las chicas tienen un reportaje y después el concierto y si no llego temprano todo se revuelve—dijo mientras se levantaba y el otro, sintiéndose algo impotente por ver como su carrera parecía ir cuesta abajo con lo mucho que le costara llegar a un puesto de tanta confianza, le acompañaba a la puerta.

 

Entonces al abrir se quedó estático como su compañero y los dos que estaban al otro lado de la puerta. La rubia a punto de tocar el timbre.

 

¡Hi, Otome san!—lo saludó ella—Vine a visitar a mi novio—lo dijo a modo de chiste pero al ver el modo en que el otro vio a su supuesto novio se arrepintió de decirlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Qué le sucede a Otome san? ¿Le cayó mal la comida o algo?—preguntó la rubia.

 

¡No! Le cae mal otra cosa—le contestó él dándole la espalda y volviendo a la cocina mientras al pasar Josy miraba el pequeño apartamento de 3 habitaciones, era casi del tamaño de su vestidor.

 

¿Qué?—preguntó Josephine.

 

Los problemas—le contestó el ojos azules sentándose en la pequeña mesita que tenía allí.

 

Entonces que se tome un antiácido porque problemas tenemos todos y todos los días—dijo la ojimiel mirando la pequeña cocina con atención mientras se sentaba en la otra silla que había. Hiro se había quedado fuera de la vivienda hablando con el otro guardaespaldas—¿Cómo podéis vivir en un lugar tan pequeño? A mi me daría claustrofobia—

 

No todos somos tan afortunados como vos, my lady—dijo con sarcasmo Kaiba.

 

¡Oye, que por si no recordáis yo también provengo de familia trabajadora pero aún en nuestros días más pobres esto sería una miseria—dijo la melada algo ofendida.

 

¡Pues si no os gusta podéis iros!—dijo ofendido el ojos azules.

 

¡No seáis así que si os he venido a ver es porque estaba preocupado. ¿Todavía os duele?—preguntó la cantante.

 

No—respondió él.

 

¿Y la cabeza?—preguntó la preocupada Josephine.

 

¿Entonces por que rayos faltaste diciendo que estabas enfermo?—preguntó la cantante.

 

Porque no quiero veros—le contestó Kaiba prácticamente fuera de sí.

 

¿Solo por un golpecito de nada?—preguntó la ojos mieles.

 

¡No es solo por eso! ¿No podéis ver que gracias a vos mi carrera y mi reputación se derrumban?—preguntó enfadado el custodio y la rubia se lo quedó mirando.

 

¡Si queréis podes dejar de c…!—trató de pelearlo Wheeler.

 

¡Lo estoy pensando!—la cortó Seto.


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