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JOSEPHINE por desire nemesis

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Esta vez sería distinto. Como era un cumpleaños particular la seguridad debía revisarlo primero y dar el visto bueno aparte de mantener un hombre todo el tiempo hasta la llegada del contingente y el hombre elegido para ese fin fue cierto ojos azules que no estaba tampoco muy cómodo con su nuevo disfraz. Un frac de gala blanco con faja de seda negra y pajarita del mismo color que el frac.

 

Para los asistentes que empezaron a llegar y los empleados del salón el hombre parecía con esos ojos mar profundo un genuino descendiente de nobles. Seto estaba molesto porque los otros no llegaban y él se sentía totalmente fuera de lugar ahí parado como un foco de luz al que todos miraban y cuchicheaban. Se oía el quien será y solo se detuvieron cuando la cumpleañera hizo su entrada del brazo de su padre bajando los escalones de una antigua escalera que estaba puesta allí para la ocasión como parte de la ambientación.

 

Todos los ojos estuvieron atentos a la joven que saludó y entonces comenzaron los acordes del consabido vals. “El Danubio azul”. Como es tradicional el baile comenzó con la muchacha y su padre bailándolo y después de unos giros los demás asistentes se les unieron en la pista de baile. Para luego dar paso al cambio de parejas.

 

Algunas sentían deseos de invitar a Kaiba pero no se atrevían, las que lo hicieron fueron rechazadas mudamente hasta que la propia joven del cumpleaños con su hermoso traje violáceo le invitó tímidamente.

 

Hasta Seto sabía que era un tremendo desaire negarse pero es que estaba trabajando y de momento se tenía que negar—Por favor, monsier Kaiba—dijo a la chica que le sabía bien hablarle así pues creía que de esa manera le halagaría y se sentía casi exultante con su fiesta y pensaba que bailar en los brazos de semejante caballero parecido en todo a un príncipe haría ese día perfecto—Unos pasitos en mi cumple. Os prometo que mademoseille Josephine no lo sabrá. ¡Por fi!—dijo con las manos juntas como un ruego y entró en los pasitos de la canción al sexto minuto bailando tan tieso como un palo por lo inesperado y ridículo del asunto. No le sentaba ser el centro de atención como lo era ahora. Bailó lo menos que pudo así pero ella no lo soltó hasta que la pieza hubo de concluirse.

 

Sonrió a todos feliz como si acabara de ser nombrada prometida de algún antiguo emperador y entonces los ojos de ambos se encontraron con la faz alegre de cierto ojos violetas que luego señaló con la cabeza hacia un lado. Siguiendo el movimiento el castaño acertó a ver las caras de Josy, Sery y Otome entre los concurrentes. La faz del otro custodio no podía ser de más disgusto, la de Seraphine era triste y la de la ojos mieles era, pues parecía muy asombrada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A Seraphine se le rompió un taco ni bien llegó a la vereda y eso acabó con los planes del grupo de salir en hora. Hubieron de volverse al apartamento y tratar de encontrar algo que combinara con su vestido rosa con cintito de lazo malva. Tenía una falda plisada y corta por lo que la elección de los zapatos era muy importante y solo la buena fortuna hizo que el gerente de un hotel conocido de Ishida al que llamaran ante la emergencia logró subsanar el desastre por lo que llegaron con cuarenta y cinco minutos de retraso.

 

Entraron apresurados sabiendo que daban mal ejemplo pero no podían dejar al pobre Kaiba que debía estar desesperado por la tardanza pues no se habían acordado de llamarlo o más bien a Otome no le había parecido importante y pues bien fue con eso en mente que entraron al salón y encontraron tal escena. Josephine se impresionó enormemente al verlo danzar con la cumpleañera, primero le dio risa lo rígido que iba e iba a hacer algún comentario sobre eso cuando notó que no le salía la voz y es que el otro parecía tan inusualmente en su ambiente valseando con ese frac blanco y esos ojos azules, con pose seria… ¿Bailaba bien el vals o se lo parecía a él? Cuando después de terminar miraron alrededor y sus ojos se encontraron a la ojos mieles se le secó la boca y no supo porqué.

 

¡Oh, Mademoiselle Josephine!—dijo apenada la chica acercándose—Espero que no toméis a mal que invitara a vuestro novio a bailar—

 

Para nada querida, muy feliz cumpleaños—dijo la ojos mieles alargando un regalo envuelto hacia ella—Esto es para vos de parte nuestra. ¡Disfrutadlo!—añadió.

 

Mercie mademoiselle! Vous plait a dansé con vu fiancé ?—preguntó la joven indicando al ojos azules. (¡Gracias, señorita! ¿Quisierais danzar con vuestro novio?)—La próxima pieza va a dar inicio y me placería mucho verles juntos para quedar más tranquila que no inicié un malentendido—

 

Ambos tenían que danzar para gusto de la cumpleañera, ahora no quedaba a lo que quisieran o no. Aunque ninguno de los dos por extrañas razones del destino sintió que la imposición fuera algo malo.

 

Seto quedó mudo al verla pues esa apariencia le sentaba y mucho. No sabía como se vería antes de verla por lo que el impacto de la sorpresa le cerró hasta el estómago. Vestía un vestido sin hombros hecho de raso zafiro con una gasa negra enjoyada de pequeñas piedras que lanzaban destellos, las mangas parecían breteles anchos que se habían caído hacia los lados hechas de raso negro, guantes del mismo color que llegaban más allá de los codos, zapatos color azul cobalto en gamuza de taco alto, un guardapelo dorado viejo al cuello y unos aretes largos de cobre envejecido que asemejaban un abanico con bordeados. Llevaba el pelo recogido que realzaba el vestido y le daba un tono señorial.

 

En resumen parecía una princesa de cuento de hadas.

 

Entonces los acordes del vals “Vino, mujeres y canciones” de Strauss empezaron a sonar y todo fue tan natural. La joven princesa en brazos del apuesto príncipe, faltaba el maldito zapato y eso sería Cenicienta, pensó Yami Atemu mientras los veía desplazarse por la pista.

 

Los azules en los mieles y el mundo girando y bamboleándose como las olas de una marea suave, los violines , platillos y violoncelos en contrapunto mientras la pequeña orquesta contratada para el evento que se afincaba al costado de la pista de baile seguía el compás y una pareja se robaba todas las miradas. Azul y blanco en sincronía mientras los nerviosos bailarines lucían serios para que el otro no notara lo nerviosos que estaban y eso les hacía destacar más como la pareja reinante en un baile tan antiguo como los cuentos de hadas.

 

Se separaron al terminar y se miraron antes de la cortés reverencia que termina tan galante baile. 


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