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JOSEPHINE por desire nemesis

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Después de ayudarle a parar Seto le dijo muy tieso—Es por eso que no quería volver. Voy a pedir que me reasignen de nuevo—dijo tratando de ir a la puerta pero el melado lo detuvo.

 

¿Por qué tenéis que iros? ¿Por qué no podéis trabajar conmigo?—preguntó Joseph.

 

¿En serio queréis saberlo?—preguntó el ojos azules.

 

¡Sí!—le respondió el rubio.

 

¡Bien! ¡Entonces lo veréis!—dijo el castaño un momento antes de agarrarlo por los brazos, juntar sus cuerpos y besarlo con intensidad.

 

Wheeler se quedó muy quieto mientras era besado por otro hombre. Era la primera vez que alguien se atrevía a semejante cosa y debiera haber estado furioso pero algo le impedía reaccionar como debiera y es que… su cuerpo no reaccionaba y su mente no pensaba en nada. Solo sentía el roce de esos labios finos sobre los suyos. Miles de células fotovoltaicas despertaron por su piel ante ese nuevo contacto y después de terminado el mismo se apagaron.

 

Es por esto. ¿Ahora lo entendéis? Debo alejarme… esto no está bien—dijo el custodio antes de dar media vuelta e irse.

 

El ojos mieles vio por unos segundos la puerta cerrada por la que el otro partiera antes de sentir como si un elefante se sentara sobre su pecho. Levantó una mano hacia la puerta con intención de ir hacia ella, a por él cuando sintió la risa.

 

En verdad que sois graciosos—dijo la aterciopelada voz de Yami Atemu mientras salía de las sombras.

 

¿Qué hacéis vos aquí?—preguntó el rubio.

 

Aparentemente siendo testigo de una pelea de enamorados—dijo el actor acercándose—No temáis, yo seré mejor con vos—añadió antes de agarrarla por un brazo y halarla hacia él. Y la besó pero ella rompió el contacto y lo empujó con una fuerza que él jamás calculó que la cantante tuviera, luego le dio un gancho directo en la mandíbula que terminó derribándolo--¡Vos…me golpeasteis!—le acusó de pronto horrorizado pensando en su carrera, pues su rostro era muy importante en su popularidad.

 

¡Y os destrozaré como lo intentéis de nuevo!—lo amenazó la ojimiel.

 

¡Dejáis que él os besara pero a mí…--dijo lleno de frustración el de ojos violetas.

 

Era cierto. Cuando sintió los labios del otro sobre los suyos sintió algo totalmente distinto a cuando fue besado por el ojos azules. Así pudo comprobar que solo con Kaiba le pasaba aquello.

 

¡Dejadme en paz de una puñetera vez, jodido psicópata!—le gritó la melada y los ojos del otro se oscurecieron.

 

¡Maldita! Voy a enseñaros a respetarme de una vez—dijo abalanzándose sobre ella. Cayeron al piso y en un momento dado la mano del mayor dio con la peluca desprendiéndola un poco y por fin dándose cuenta de la verdad--¡Vos…!—se quedó en stand by.

 

¡Si, gilipollas!—dijo Joey aprovechando el momento para otro golpe que lo hizo trastabillar para atrás. Yami se asió de la mesa ratona para no caer de espaldas y sin querer tocó el mando de la X-BOX con la otra mano tocó el piso y se estabilizó, con la mirada buscó delante y vio a Joey intentando levantarse por lo que le dio en la cara con lo que tenía en la mano.

 

El mando se estrelló casi en la sien de Wheeler y se hizo pedazos rasgando parte de su piel mientras el otro volvía sobre él. Entonces el actor comenzó a apretar su cuello y el sintió que se sofocaba. Primero intentó sacar sus manos y luego las golpeó, después lo golpeó en el pecho pero nada parecía funcionar y es que era tanta su rabia, sus ojos parecían rojos de tanto furor.

 

¡Te mataré, maldito anormal! ¡Humillarme así! Por un hombre—dijo Atemu todavía le parecía inconcebible que el objeto de su deseo fuera un hombre.

 

Mientras la cara ante los ojos de Wheeler empezaba a difuminarse esta de pronto hizo un giro brusco y él sintió su cuello liberado. Agarrándolo se sentó sin entender lo que pasaba y vio el mar profundo en esos ojos zafiros delante de él y sintió su voz preocupada preguntando si estaba bien mientras sus manos lo agarraban por los hombros y él lo miraba con cara de tonto a su vez.

 

Entonces decidió lo que quería y sin pasmo lo besó intensamente mientras sus brazos recorrían su cuello para abrazarlo y juntar sus cuerpos. Se sentía tan cálido, tan bien. Cambiaban la posición de sus bocas mientras buscaban un beso más intenso.

 

¡Necesito estar con vos!—dijo el rubio entre besos y era en serio, de pronto una necesidad profunda se albergaba en su alma. No se animaba a pensar con cuidado lo que estaba haciendo, solo sentía que si no era ahora el otro se alejaría definitivamente y eso era algo que no podría soportar.

 

¿Ahora?—preguntó muy sorprendido Seto. El otro asintió—Pero…--y miró a un lado preocupado donde Joseph vio el cuerpo de Yami tendido—Él puede despertar—

 

¡Entonces llevadme a vuestro apartamento!—le dijo el melado.

 

Entonces Kaiba lo apartó para mirar sus ojos inquisitivamente--¿Estáis seguro?—

 

Joey asintió de nuevo con mirada muy decidida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sus piernas apenas lo sostenían y no era por miedo que eso ocurría. Joey estaba deseando…

 

Seto cerró la puerta y se volvió para besarlo. El correspondió al beso y fue llevado sin  que casi se diera cuenta al dormitorio del otro.

 

En la puerta Kaiba se detuvo, lleno de dudas—Sabéis que esto no tiene vuelta atrás—le dijo.

 

¿Intentaba disuadirlo?

 

No sé exactamente qué sucede pero si sé una cosa, en el momento en que me tocáis mi piel arde y es por vos. Pude comprobarlo cuando Atemu intentó…—le murmuró el melado junto a su boca. Seto se sintió insensatamente confuso y furioso ante la imagen de alguien más tocando al otro lo que provocó que intentara borrar sus huellas de la piel del rubio.

 

Se despojaron mutuamente de sus atuendos.

 

No sé como hacer esto—admitió el ojiazul--¿Y vos?—

 

Supongo que juntos aprenderemos—le respondió el ojimiel mientras le sonreía para luego continuar con los besos.

 

Lo lastimó, claro que lo lastimó, como suelen hacer los inexpertos pero a Joey no le importaba porque era mayor el placer que el dolor que experimentaba y porque algo en sus entrañas le quería dentro y mientras el ojos azules llenaba su espalda de besos se sintió venir y apretó con su entrada el duro miembro del guardaespaldas que se introdujo más en su interior y depositó en él su carga.

 

 


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