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JOSEPHINE por desire nemesis

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Estaba en el edificio de la discográfica. Estaba a punto de salir para Suiza pues ya habían acabado de grabar el especial pero la llamaron para presentarse en la oficina de uno de los jefes máximos de la empresa.

 

¡Konnichi wa, Daiten sama!—dijo Josephine haciendo una cortés reverencia.

 

¡Puede dejar eso en seguida!—le habló el hombre con rudeza lo que le sorprendió--¿Como se ha atrevido?—preguntó después de la misma forma mientras le arrojaba unos papeles que horrorizada descubrió que se trataban de fotos de Seto y ella en su versión chico en una situación muy indecorosa.

 

Hemos gastado mucho dinero en vos, Wheeler san para que desperdicie todo nuestro esfuerzo así. Ambos sabemos porqué habéis elegido este camino y también las condiciones a las que decidió someterse. Un escándalo así nos llevaría a la ruina por lo que si no queréis que terminemos vuestro empleamiento aquí mismo conocéis de sobra lo que debéis hacer—dijo Daiten, uno de los máximos directivos de la discográfica.

 

Pero…--debía rendirse a las circunstancias se dijo Joseph con la mirada perdida. Desde un principio supo que todo eso dependía de un hilo muy delgado--¿Qué pasará con Kaiba san?—estaba preocupado por él.

 

¡Será despedido, por supuesto!—respondió el viejo.

 

¡No!—gritó la melada--¡No lo hagáis! Pedid que lo cambien pero no lo hagáis despedir. ¡El no tiene la culpa, fui yo!—

 

Sea cual sea el caso eso no cuenta para mí—le dijo el furioso anciano.

 

Daiten sama, onegai, haré lo que digáis, me portaré bien de ahora en más—dijo la rubia.

 

¡Mas os vale! Bien, pediré que lo cambien pero vos debéis dejar de verlo de inmediato, no quiero ningún otro tipo de contacto entre vosotros o suspenderé nuestro acuerdo y quedaréis en la calle—ese fue el ultimátum del viejo y lo que Josy pudo conseguir para Seto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto estaba furioso y dolido cuando salió del ascensor. Otome san y Hiro san le  cerraron el paso pues iba camino al apartamento del melado.

 

¡Kaiba san! ¿Qué hacéis aquí? Este ya no es…--le dijo el otro castaño pero el otro insistió en pasar por lo que tuvo que retenerlo con la ayuda de su compañero.

 

¡Dejadme pasar!—les gritó el ojos azules.

 

Lo siento pero tenemos órdenes, Kaiba san—le dijo Otome que se veía algo triste por el otro—Sea lo que sea que está pasando temo que todo esto es por lo que os advertí. ¡No debísteis!—

 

El ojos azules estaba tan nervioso que no atendía a razones y empezó a gritar--¡Wheeler san! ¡Wheeler san!—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Del otro lado de la puerta una figura sentada contra la pared dejaba escapar lágrimas mientras se tapaba los oídos. Los gritos sonaban fuertes y angustiados y se sintió de lo peor pero si supieran que rompió el trato…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Kaiba san? ¿Qué sucede?—preguntó la ojos azules saliendo de su apartamento alarmada al oír los desesperados gritos del otro.

 

Seraphine chan, haced el favor de volver a vuestro apartamento. Kaiba san se irá enseguida. Se siente algo enojado pero nosotros nos ocuparemos de ello—le dijo Otome san mientras ella veía como Hiro san metía a Seto al ascensor por la fuerza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sonó el celular. El rubio sabía que no debía atender al ver su nombre en pantalla pero también sabía que era necesario para terminar con todo eso por lo que lo hizo.

 

¡Al menos debisteis explicármelo cara a cara!—fue el reproche ardido del ojos azules.

 

Me exigieron que ya no os viera—le informó el otro callando los temores de Kaiba.

 

Decidme lo que está pasando—dijo el guardaespaldas.

 

Tienen fotos de nosotros. No sé cómo pero las tienen y tienen miedo de que todo se sepa. Seto san…--dijo el melado con la voz a punto de quebrarse.

 

Lo entiendo. No debéis explicarme nada. Yo lo sé, es que sencillamente quería oírlo de vos. Ambos sabíamos que era una apuesta. En el primer paso en falso…--dijo Seto, sonaba triste, tan triste pensó Joseph que se le quebraba el alma.

 

Seto san… cuando todo esto termine… aunque no estemos juntos… soy vuestro—le dijo Wheeler.

 

Estaré esperando. Cuando ese momento llegue os reclamaré—dijo Seto antes de cortar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pasó las fiestas en el hospital, haciendo compañía a sus padres, no había razones para festejar nada aún pues Sere no había despertado. Cuando volvió le esperaba una gran sorpresa.

 

¿Huh? ¡Pero si no soy actriz!—se quejó la melada después de recibir la noticia de que trabajaría en una película, lo cual la discográfica arregló sin que ella supiera.

 

Lo siento, Josy chan pero todo ya esta arreglado. Los de la película os quieren a vos especialmente—le dijo Ishida san y sabiendo como estaban las cosas se tuvo que conformar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaba parado en medio del plató del estudio de cine con una gran sonrisa. Eso es lo primero que vio y por supuesto le dio mala espina.

 

Yami Atemu se acercó con paso elegante y con gesto triunfal señaló el lugar y le preguntó--¿Os gusta? ¿Habéis estado aquí antes? ¡Claro que no! Esto es un estudio de cine. Aquí no se filman videoclips sino obras cinematográficas—casi se burló él.

 

Os recuerdo que vos también habéis filmado videoclips así que no os hagáis el chulo—le contestó ella y todos alrededor se los quedaron mirando.

 

¡Vaya! Veo que no habéis olvidado vuestras garritas, “gatita de barrio”—dijo ahora molesto Atemu--¡Vayamos a hablar a un lugar más tranquilo!—añadió y antes de que cualquiera se percatara arrastró de la mano a la muchacha.

 

En un set vacío la soltó y se quedaron viéndose.

 

¿Todo fue vuestra idea, no?—preguntó la ojos mieles.

 

¡No sé a que os referís!—dijo disimulando malamente a propósito el actor.

 

¿Por qué no me dejáis en paz y os vais un poquitito a la m…?—preguntó cabreada ella.

 

¿Creéis que voy a olvidar así nomás lo que vos y vuestro amiguito me habéis hecho?—preguntó el ojivioleta tomándole de la muñeca pero ella se despojó de su mano con un sacudón.

 

¡Lo sabía! Habéis hecho esto solo para vengaros. Llamaré a la discográfica y disolverán todo este desastre—dijo la joven alejándose.

 

No creo que os hagan mucho caso después de la vergüenza que representáis—ke soltó Atemu y ella quedó erizada, volteó a mirarlo—Un travesti que se acuesta con su guardaespaldas. ¿Cuanta mala prensa puede traer eso?—agregó y pudo ver como el otro se daba cuenta—Así es, fui yo. Yo arruiné ese pequeño franeleo vuestro y eso es solo el principio. Después de todo tengo en mis manos unas copias de esas fotos y puedo usarlas cuando me plazca. Por eso esa disquera vuestra os hará saltar en un pie si es lo que deseo. Francamente, ya que sois tan degenerados de hacerlo entre varones por lo menos debieron ser más cuidadosos—

 

Yami disfrutó cada sílaba de su hiriente discurso teniendo la visión de cómo cada una de ellas desmoronaba la confianza del otro.


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