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JOSEPHINE por desire nemesis

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El pelinegro vio como en repetidas ocasiones durante el ágape que ofrecían a los premiados y ternados la rubia rehuía del tricolor y cómo lo miraba a veces. Sentía una enorme curiosidad por lo que ese tipo sabía de ella y conforme la velada se sucedía su interés por la rubia iba en aumento. Era bonita y famosa pero eso no lo era todo. Había algo en ella, algo que lo hacía sentir tan cómodo. No sabía como describirlo solo que esa chica era diferente para él y fue así que en un momento de descuido por parte de la melada, él le tomó de la mano y la arrebató de la fiesta.

 

¡Devlin kun! ¿Qué…?—preguntó ella al ver que el joven la llevaba corriendo a algún misterioso lugar.

 

El beso fue algo inesperado e intenso y descolocó del todo a Josephine. Ella trató de empujarlo pero él se resistió a ser alejado de una manera casi atroz. Alejando su cara de ella el ojiverde le dijo—Lo siento, pero debo comprobar que lo que es lo que me causáis—

 

¿Causaros? ¿De que me habláis?—estaba estupefacto, pensar que él podía verlo de esa manera era hasta un horror. Desde pequeños se conocían por estar en el mismo barrio y crecer juntos, la idea de que el otro lo tocara con lascivia lo estaba espantando.

 

Desde que os he conocido me provocáis un sentimiento extraño, algo que nunca conociera con una chica y me preguntaba si es eso de que la gente habla—le dijo muy adultamente Devlin.

 

Joey lo conocía bien. Era un cazador de chicas. De esos que dicen cualquier cosa con tal de que las chicas caigan rendidas a sus pies. Había sido testigo de sus artimañas desde la escuela.

 

¡Entiendo que os confundáis pero yo no soy una chica así! Perdona que os lo diga pero yo tengo a alguien especial conmigo y no pienso…--dijo la melada.

 

¿A quién? No lo he visto durante la fiesta. ¿O  es que hablabais del cobarde que se escondía en el baño de hombres antes y que hizo que vos os escondieras con él?—preguntó el pelinegro.

 

¡El no es ningún cobarde!—lo defendió ella—Y además olvidáis que vos mismo habéis hecho eso. Mirad, os agradezco las veces que me habéis prestado ayuda pero no voy a hacer nada para compensaros—

 

No lo pedí pero me alegra que hallas mostrado de una vez vuestro verdadero carácter—le dijo él.

 

¡No sé…!—trató de hacerse la desentendida Josey.

 

Antes os portabais como una virginal doncella pronta para ser rescatada y ahora mostráis vuestras garras. Me gusta la gente así—dijo aún muy de cerca Devlin. Ella mantenía sus piernas muy juntas y flexionadas para mantener sus cuerpos enteros a distancia pues temía que él descubriera su secreto.

 

¡Con que seduciendo por los rincones!—dijo una voz melosa y grandilocuente de pronto haciendo que el ojos verdes detuviera su nuevo intento de besarla. Ambos voltearon hacia el oscuro zaguán del que procedía sabiendo de quién era—¡No os la ganaréis así!—advirtió—Yo ya lo he intentado—añadió saliendo a la luz de la luna con una pose informal y ganadora.

 

Yo no soy como vos. Que lo intentarais y no lo consiguieras no significa que los demás sigamos vuestro fútil derrotero—le increpó el cantante llenando de odiosa furia al otro que pensó en su mejor forma de vengarse y sonrió cruelmente haciendo que la joven temblara en perspectiva.

 

¡Puede ser! Eso no me interesa, como de ningún modo me interesan los hombres. Aunque no sabía eso de vos—le dijo el actor.

 

¿Qué insinuáis?—preguntó el guitarrista.

 

¿Qué? ¿No os lo dijo?—preguntó fingiendo sorpresa el tricolor y luego miró a la cantante—Pero si pensé que ambos erais suficientemente amigos—Devlin no entendía nada--¡Si hasta formaron una banda juntos! ¿O me equivoco?—preguntó con una maldad propia de  “El príncipe” Yami Atemu y fue entonces cuando a Devlin le cayeron todas las fichas. Soltó a la rubia y dio dos pasos hacia Atemu mientras.

 

ESA EXTRAÑA SENSACIÓN DE COMODIDAD EN SU PRESENCIA.

 

SU MIRADA TAN FAMILIAR.

 

SU CARÁCTER BATALLADOR.

 

Y hasta ahora SU CARA y SU NOMBRE.

 

JOSEPHINE.

 

JOSEPH.

 

No era muy difícil dilucidarlo se dijo mientras se preguntaba como había sido tan tonto. Se volteó con la mirada que se dirige a un inconcebible traidor mientras por su cabeza pasaba la imagen de ese acto repudiable.

 

Dio dos imprevistos pasos hacia él y tiró de su peluca desprendiéndola lo suficiente para asegurarse de que no deliraba y cuando lo hizo le gritó--¡Vos! ¡Nos…agh!—esa mentira era insostenible y bizarra.

 

Joseph trató de hablar para explicarle--¡Dejad…!—no llegó más lejos pues el otro lo golpeó con sus palabras.

 

¡No abráis el pico! ¿En que os habéis convertido?—estaba horrorizado por lo que se le presentaba.

 

Duke, yo…--trató de hablar nuevamente.

 

¡No digáis mi nombre que os juro que soy capaz… ¡Maldita sea! ¡No os conozco! ¡Vos no sois más mi amigo! ¡Os odio!—le gritó el pelinegro antes de irse.

 

Todo eso lo miró Atemu con cara llena de satisfacción.

 

¡Que solo os estáis quedando!—dijo el malvado actor antes de dejarlo solo ahí parado.

 

El mundo de Joey estaba desapareciendo. Pensaba recuperar su vida una vez terminara toda esa locura pero ahora todo eso sería imposible. Aunque Devlin no se lo contara a nadie el solo hecho de que él lo supiera lo cambiaba todo. En el futuro debería alejarse de él y por lo tanto de sus amigos de tantos años. Todos sus puntos de referencia estaban desapareciendo. Seto había sido proscrito, Yami lo sabía todo y ahora no podría acercarse a sus amigos. Solo sus padres y Sery quedaban.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era hora de consumar su venganza. Dijo mirando el archivo en su carpeta denominada “W. C. Investigations” le había llegado por correo hacía unos meses y era la clave de todo lo que conocía de ese travestido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pisos, techos y paredes blancas. Mucha asepsia, hasta el punto de hacer doler los sentidos. Una frialdad algo fúnebre embriagaba el lugar donde los sonidos se oyen huecos y las voces murmuran.

 

Allí una persona vestida de ese mismo color caminaba por los pasillos con una identificación que no era la suya para visitar a alguien a quien no conocía y que no le vería.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La llamada preocupada llegó nada más amanecer. Joseph medio dormido atendió y al escuchar la voz traumatizada de su padre supo que algo grave estaba ocurriendo.

 

¿Qué le sucede a Sere chan?—preguntó apresuradamente.

 

Hijo, no sé como decíroslo pero quería hacerlo antes de que os enteraras por otro medio. Hijo, tu hermana ha desaparecido—le anunció Joel Wheeler.

 

El teléfono cayó de la impactada mano del ojos mieles en la cama destendida.

 

 

 

 

 

 

 

 

La tostada con mermelada de cereza fue dejada sobre el plato al segundo timbrazo y mientras se limpiaba las manos con una servilleta le dijo a su hijo sentado frente a él en la mesa de desayuno--¡Tomad vuestro café con leche antes de que se os enfríe!—al mismo tiempo sacaba del bolsillo posterior de su pantalón el aparato. Sorprendido miró por unos segundos la llamada entrante como si por efecto de un hechizo hubiera aparecido--¿Wheeler san? ¡Creí que…!—no pudo acabar su frase pues fue cortado.

 

¡Venid rápido! ¡Os necesito, Seto san!—fue el angustioso pedido que recibió Kaiba que cruzó varios kilómetros de distancia.

 

 


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