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JOSEPHINE por desire nemesis

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Volvía a su apartamento después de la cena que un productor ofreciera en su casa para invitarlo a unirse a una nueva superproducción, esta vez en los Hollywood la meca del cine. Todo estaba saliendo a pedir de boca. Entró casi cantando a su hogar por la emoción. Pronto se vería rodeado de gente fabulosa y dejaría el pobre mercado asiático para formar parte de la industria filméfila más poderosa del planeta y dentro de muy poco auguraba, formaría parte de la mejor ceremonia en su rubro, los Oscars.

 

Cerró la puerta con llave mientras tarareaba y encendió la luz, después se dirigía al baño cuando una voz le dijo—Por fin habéis llegado al hogar—lleno de un brutal estremecimiento al reconocer la voz volteó para hallar ante sí a dos personas que conocía bastante bien—Os tardasteis bastante, Atemu san, ya hasta comenzaba a aburrirme y Seto san también—dijo el melado con un brillo especial en los ojos que le conferían una peligrosa aura.

 

Yami intentó abrir la puerta con premura pero una mano se apoyó sobre la suya antes de que pudiera siquiera girar el pomo—Creo que no oís bien lo que os digo—exclamó el joven rubio.

 

Si no se van llamaré a la policía—les amenazó el actor.

 

No antes de decirme donde diablos está ella—le dijo Joseph.

 

¿Ella? No entiendo de que habláis—dijo el ojos violetas con tal seguridad que el mismo ojos azules dudó de sus propias convicciones.

 

No me engañáis, idiota. Os dije antes que si hablabais te mandaría golpear pero esta vez es diferente, estoy dispuesto a sacárosla con mis propias manos si me provocáis. Esta vez estamos hablando de mi hermana. La quiero de vuelta—le dijo Wheeler.

 

No entiendo porque yo debiera saber donde esta ella. ¿Buscasteis en todos los tugurios de la ciudad?—preguntó el tricolor.

 

¡No me engañáis!—aseveró Joey impaciente. Seto le iba a pedir que se contuviera y entonces el prosiguió—Después de todo debió doleros tanto que… ¿Cómo dijistéis? Ah, si, que un travesti os diera una paliza encima de que os gustaba—recordó el rubio.

 

Entonces la mirada del otro cambió y en el acto su voz superficial se volvió dura y llena de rencor—Estáis demasiado atrevido para haber perdido algo tan importante—aseveró triunfal y Kaiba se dio cuenta de que hasta el momento el otro fingía.

 

Joseph empalideció, la sola idea de que su hermana si estuviera en manos de ese bastardo y que le hubiera hecho algo le dolía porque entonces si pasaba por eso por su culpa.

 

El castaño decidió tomar entonces la voz de mando y apartando a un lado al otro se encaró con el rufián—Es muy bueno que halláis decidido hablar Atemu—dijo antes de acercarse más—Ahora voy a encargarme de que no paréis de hacerlo—luego ambos se miraron Seto con esa mirada confiada, el otro con ciertos temores.

 

 

……………………….

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ya me cansé—dijo el que tiró sus cartas al suelo.

 

Eso es porque siempre pierdes—se rió de él su compañero mientras recogía de la mesa el dinero de la apuesta.

 

El otro miró la puerta cerrada—El jefecito dijo que no la lastimáramos—recordó.

 

El segundo que se encontraba contando sus ganancias miró al primero y luego a la puerta que estaba mirando—Haced lo que tengáis que hacer pero no la dañéis. De todos modos ella no va a enterarse. ¿No?—

 

El otro lanzó una torcida sonrisa y después entró.

 

Tal vez después yo entre también—murmuró el que contaba con la misma sonrisita.

 

Entonces todo estalló y varios hombres armados y vestidos enteramente de negro con cascos blindados penetraron por el hoyo abierto en la puerta, se movían como un ballet, sabiendo que movimiento haría cada uno, el primero de ellos se encaró con el que contaba que estaba levantándose del suelo y al ver el arma automática que le apuntaba se quedó quieto y levantó las armas.

 

Los otros soldados, pues eso eran, pertenecían al SWAT suizo, miraron al tipo por un momento de soslayo antes de proseguir. Uno miró dentro de una habitación, el soldado gritó—¡Clear!—

 

 

 

……………………

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La llamada llegó alrededor de las once de la noche y Joseph la atendió con nerviosismo, por la cara que puso Seto sospechó el resultado de todo eso.

 

La encontraron Seto, Sere chan está bien—dijo el melado abrazándolo con fuerza.

 

Kaiba correspondió al abrazo pero después de unos momentos de estar con la cara del otro sobre su pecho trató de alejarse, Joey lo miró algo confundido pues estaba en un momento vulnerable y en vez de apoyarlo el otro le estaba soltando la mano.

 

¿Qué sucede?—le preguntó algo consternado. Al ver sus ojos ambarinos mirándolo tan de cerca el ojiazul no pudo evitar reaccionar como quería y tomando la mejilla del otro le dio un beso apasionado.

 

No quiero forzaros en este momento pero yo…--dijo el otro--…teneros tan cerca me hace…-de a poco iba cayendo en los encantos del otro, el pelo de Joseph se enredaba en sus dedos y su piel resbalaba en sus manos quemándolas por momentos, el siguiente beso que le dio fue mas pasional y la cintura del otro chocó por detrás con el escritorio que estaba cerca.

 

Estaban solos en el apartamento de Seto, Moki estaba durmiendo en la habitación principal por lo que ellos deberían quedarse en el pequeño estar si planeaban algo.

 

¿Aún me amáis?—preguntó el castaño.

 

Más cada día—contestó entre besos y abrazos el otro. Los besos crecieron en intensidad conforme al deseo que ambos tenían de estar cerca y después de cierta cantidad de tiempo terminaron enzarzados en el sillón, sus ropas revueltas y en el piso y las respiraciones trabajosas por la agitación.

 

¡Decídmelo!—pidió Seto.

 

Vos primero—le dijo el rubio—Aún no lo he oído de vuestros labios y lo necesito—añadió.

 

Tenéis razón, es que me cuesta pensar que ahora nada impide que…--dijo el ojos azules mirándole fijamente desde su posición sobre él.

 

Ahora ya no hay razones para mantenernos separados—le dijo el joven melado antes de volver a besarlo, pronto estuvo gemiendo en su oído como Kaiba quería, pronunciando sin parar esa dichosa afirmación y llenando el aire de gorjeos para el custodio.

 

Sea cual sea el futuro quiero estar con vos—dijo Wheeler un momento antes de venirse entre los vientres de ambos.

 

Nunca, nunca os entreguéis a otro, no importa la razón—dijo el ojos azules fruto de la posesividad que le embargaba en esas ocasiones.

 

Sabéis que no lo haría a menos que vos o alguien de mi familia…--le contestó el rubio fruto de sus constantes embates.

 

Nunca, no por mí—dijo el ojos azules de pronto tomando sus manos y reteniéndolas contra la piel del sillón.

 

Vos no tenéis voto en ello. Si fuera necesario sabéis que yo haría todo por vos ni siquiera me importa si terminarais despreciándome—le aseguró Wheeler.

 

Yo jamás… os despreciaría—dijo de pronto el castaño con tono triste mientras le miraba y acariciaba el cabello sobre su oreja—Es solo que la idea de saberos con otro. No me obliguéis a pasar por ese trago porque no dudo de que mataría a cualquiera que pusiera un dedo en vuestra piel—añadió acariciando su cintura mientras lo embestía y terminaba junto con la oración.


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