9 Una nueva vida
Quince años más tarde…
La muchacha corría muy excitada hacia el lugar donde encontraría a la persona que tanto extrañaba. Al llegar al lugar donde creyó que estaba encontró a su padre a quien le preguntó--¿Ya llegó?—mientras rodeaba su cuello con sus brazos.
Debe haber llegado—dijo su padre algo molesto por ser casi ignorado por ella. Aunque era conocido por su rudeza trataba a su hija como si de una divinidad se tratara. Pero ella siempre había preferido a su otro padre.
Joey llegó al jardín, se veía algo cansado aunque al verla a ella una sonrisa se desplegó en sus labios.
¡Papá!—gritó ella al verlo y corrió de inmediato a su lado, él la abrazó muy fuerte cuando lo alcanzó.
¿Estás cansado? ¿Te preparo un té con masitas como siempre te ha gustado?—preguntó ella muy ansiosa y servicial haciendo que el rubio casi riera. Era un hermoso hombre en sus cuarentas y ya las canas teñían sus sienes además de tener ojeras por el extenuante trabajo.
¡Déjalo en paz! Ha pasado días lejos, debe desear un baño y estar solo—dijo el otro padre al que el melado miró como si quisiera quitarle algo grato, claro que el otro no se dio cuenta porque le daba la espalda y estaba sentado en una mesa con otra persona.
¡Vamos Kisue! Tu padre desea pasar un buen rato contigo. No hagas caso de ese huraño—le dijo a la castaña de ojos mieles. Mientras su otro padre volteaba a verlos.
FLASH BACK.
Quince años atrás…
Había pasado un mes desde que ellos se fueran cuando las náuseas hicieron patente que de nuevo se encontraba en cinta. Estaba algo deprimido pero era todo lo que podía hacer por su familia, por otro lado le preocupaba una cosa… ¿Y si no era de su marido?
Se encontraba en el jardín cerrado que tanto disfrutaba cuando el emperador entró hecho una furia. Lo miró con sus ojos oscuros y le dijo--¿Es cierto?—lo había agarrado de un brazo y halado hasta que sus caras solo se separaban por milímetros.
Veo que tus espías son rápidos—le contestó con descaro el rubio.
Yo soy el emperador, no necesito espías, este es mi imperio—le dijo el pelinegro—¡Irás con el médico!—Se quedaron mirando con su esposo—No pensarás que lo dejaré a la suerte, y ya te adelanto que como sea de ese humano… los días de ambos están contados, no permitiré que nadie me afrente así y siga respirando—Vio el susto en la cara del otro--¿Temes por tu otro bebé, no es cierto?—guardó unos segundos de silencio y añadió—Haces bien—
El pasmo del joven emperador no le permitía a sus manos dejar de temblar cuando entró en la habitación en donde sería examinado. El doctor extrajo muestras de ADN para saber la procedencia del bebé, era imposible eludir el futuro castigo si no era de Gideon y peor aún era que temía por su familia también si resultaba que el fruto de su vientre no era de su esposo que desde que ellos se fueron se ocupaba de hacerlo suyo todas las noches de las más abyectas maneras posibles, siempre causándole daños físicos y psicológicos.
Seto seguía en su mente y en su corazón como solo el primer amor suele estar y aunque sabía que posiblemente no volvería a verlo, ni a su hija, ni al resto de su familia y amigos, se contentaba con saber que los mantenía a salvo con su sumisión.
Esa noche el lost emperor recibió como siempre la visita de su esposo, en su cara un maquiavélico rictus por lo que sospechó cual había sido el resultado, como estaba en la cama se sentó e instintivamente tapó con su mano el vientre que acunaba vida nueva.