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EL LOST EMPEROR por desire nemesis

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Todos se sentaron y charlaron un rato antes de que ella se presentara. Como una leona que presiente que un intruso se ha inmiscuido en su territorio. Lo miró por unos minutos antes de saludarlo.

 

¡Hola Joey!—

 

¡Hola May! ¡Que bueno que estés bien!—le contestó él.

 

Lo mismo digo—le dijo ella antes de volver su atención a Seto—Me dijeron que tuvieron problemas—

 

Nada que no pudiéramos solucionar—le contestó el castaño.

 

¡Me alegro!—dijo acercándose la rubia y abrazando su cuello para después besarlo.

 

Joey supo entonces quien compartía la cama de Seto ahora y no pudo culparlo. Todos esos años él había vivido con Gideon y le había dado una hija también.

 

Dos meses pasaron en que la nueva familia Kaiba compartía con sus amigos mientras los escuadrones del imperio les buscaban y ellos intentaban atacar a este en pleno rostro.

 

A Joey seguía sin agradarle la idea de ser abuelo del hijo de Tris pero su hija tenía el suficiente carácter para decirle que elegirle marido no era cosa suya mientras su adorada hija menor se ponía de novia con Carrington.

 

Después de una de sus usuales rabietas se dirigió a los campos pues por cuestiones de seguridad no tenía permitido ayudar con los planes pues los otros líderes no confiaban en él aunque Seto había insistido en su presencia en las reuniones de planeación.

 

Después de otra agotadora discusión con May quien desde que Joey apareciera y descubriera que era el padre de su hija se había vuelto demasiado caprichosa para Kaiba. El castaño no solía pasear pero ese día necesitaba un respiro y fue así que se encontró al rubio encaramado en un árbol. Primero se preguntó quien sería el inepto que… y luego llegó a la conclusión que era él claro, pues había cierta regla de no asomarse a sitios altos para no ser visto por las patrullas aéreas.

 

¡Baja de ahí, perro!—le gritó.

 

¿Qué? ¿Por qué tú lo ordenas?—preguntó el desafiante Wheeler.

 

Exacto—le contestó alguien que no acostumbraba ser cuestionado.

 

Lo siento pero no, jefe—le contestó el melado.

 

¡O te bajas o te bajo!—le gritó el impaciente ojiazulado.

 

 

 

 

 

¿Quién hace tanto ruido?—preguntó Kisue tras un árbol donde conversaba con su novio. Los dos asomaron la cabeza y vieron a Seto Kaiba furioso discutir con… ¿Un árbol?--¿Ese no es mi papá?—preguntó ella señalando arriba donde se veían unos mechones rubios por el follaje.

 

¡Puede ser pero no entiendo porqué…!—trató de decirle pero entonces el melado gritó su respuesta.

 

¡Eso quiero verlo!—

 

¿De verdad? Pues verás como te lo muestro—le gritó el castaño empezando a subir.

 

Estoy preocupada. ¿Y si se lastiman…?—preguntó ella.

 

Princesa Kisue (aún no se acostumbraba a que fuera su novia, para él era un imposible) ellos tienen una hija en común, es poco probable…--trató de calmar sus temores él.

 

Eso no impidió que mi padre intentara matarlo—le recordó la sensata castaña cerrándole el pico para después mirar la escena.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los dos estaban sentados en una rama mirándose mutuamente.

 

No puedes estar aquí—dijo Seto.

 

¿Quién lo dice?—preguntó Wheeler con ansias de pelea.

 

Yo—

 

Ya me parecía—

 

¿Te bajas?—

 

¿Las aves tienen cuernos?—

 

¡Idiota! Bájate ya o nos pondrás a todos en problemas—le dijo Seto volviéndose más sensato de momento.

 

Joseph sonrió un poco—Fue divertido. ¿No?—

 

Un poco—admitió a regañadientes el otro.

 

Hablando en serio, estaba mirando la colina de allá y sería un buen puesto de observación—le dijo el melado.

 

Lo sé pero no hay suficiente personal para…--contestó Kaiba.

 

¡Yo iré!—le dijo el rubio pasmándolo—Aquí no tengo demasiado que hacer y allá sería más útil así que…--

 

¡Idiota! Tú no eres quien para tomar esas decisiones—le dijo Kaiba estaba algo sorprendido y preocupado pues aislado el rubio podía volverse un blanco fácil.

 

Lo siento pero no soy parte de ese pequeño grupito tuyo y haré lo que me venga en gana. Sé que no me quieren aquí, me conformo con que Kisue esté a salvo aquí—dijo antes de saltar al suelo siendo seguido por el otro.

 

Tal vez no seas bienvenido pero no por eso puedes alejarte—le dijo Seto.

 

¡Mírame!—dijo antes de voltear e irse el ojos mieles.

 

O al menos eso intentó porque el otro le agarró y lo empujó a un árbol donde lo puso de espaldas a este con fuerza.

 

 

 

 

 

 

Kisue casi salta tras ellos. Oswald la detuvo aunque también estaba preocupado y se dispuso a salir…

 

 

 

 

¡Vas a obedecerme!—le gritó Kaiba golpeando a un lado de él en el tronco.

 

¿O sino que?—le preguntó con mirada desafiante.

 

 

 

 

 

A quince metros Oswald se acercaba pero detuvo sus pasos y su novia que venía detrás miró por su lado para ver…

 

 

 

 

 

 

Esa mirada… desde hacía treinta años que no se le había enfrentado de esa manera. Hace quince lo había visto resignado y desde que llegara preocupado. Desde hacía treinta años que el no veía esa mirada que le producía.

 

Ambos cuerpos estaban pidiendo el encuentro desde que se vieran cuando el melado cayó a tierra. Era tan inevitable como el paso de los años para ambos aunque ambos desconocían que surtía ese mismo efecto en el otro aunque hubieran pasado tantos años.

 

Una mano trémula intentó empujar el pecho de Seto pero este se mantuvo impertérrito.

 

Tienes una relación ahora—balbuceó entre besos el ojos mieles.

 

Tú igual. Eso no me detiene. ¿Y a ti?—preguntó Seto con toda la frialdad del mundo.

 

Joey no quería ceder a la tentación pero…

 

Estás cometiendo un error—le advirtió Wheeler como última precaución.

 

No, lo estamos cometiendo juntos—le contestó Seto antes de callarlo nuevamente con su propia boca--¿Recuerdas la primera vez, verdad perro?—le preguntó mientras su mano se colaba en sus pantalones y el rubio sentía su flujo sanguíneo subir a su cara.

 


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