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Lionhart por desire nemesis

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¡Lionhart!—fue un susurro apenas audible que escapó de los labios del rubio con un temblor de pánico que todos pudieron oír.

 

¿Cómo sabe el nombre de la pie…?—preguntó el académico confundido pues creía que muy selecta gente lo sabía solamente como el abuelo Motou.

 

¿Por qué está aquí?—preguntó asustado Wheeler, era la piedra de sus sueños y sin embargo antes de ellos jamás la había visto. El que fuera real y estuviera en su presencia justo en ese momento le enervaba los sentidos.

 

¿Desde cuándo tengo que darte explicaciones de lo que tengo en mí propiedad?—preguntó ofendido Seto haciéndose notar.

 

¡Hermano!—exclamó el menor de los Kaibas.

 

Contigo hablaré luego. Eso te pasa por invitar a idiotas a…--dijo el castaño pero se quedó cortado cuando Wheeler pasó por su lado sin mirar siquiera.

 

Joey no se sentía bien. El miedo, o más bien el pánico lo dominaban. Le faltaba el aire. Oía como sus amigos le llamaban alarmados desde atrás y al furibundo Kaiba perorear pero no quería volver, solo quería irse de allí. Era un sentir mas fuerte que él. Ante la puerta la opresión fue insoportable y cayó en redondo en el suelo.

 

De repente estaba corriendo, escapando, por los pasillos vacíos del palacio con su corazón latiendo a mil, la mano derecha rodeando el dije en su cuello. Volteó en un pasillo, todo estaba a oscuras, respiró agitada contra la pared en la que se apoyaba. De pronto una sombra ante ella, sus ojos rojos la miraron y dijo--¡Te encontré!—

 

Luego vio su mano estirarse y una gran losa con un grabado en ella que caía al piso.

 

Despertó con alarma en su mirada, muy agitado y Yugi le preguntó preocupado--¿Joey, que te sucede?—

 

Joey aún en pánico se levantó y preguntó muy preocupado—La losa, una losa grabada. ¿Está aquí?—sentía que esa era la imagen del peligro, que era la base que lo aterraba desde un principio aunque no sabía porqué pero lo era, algo dentro de si le alertaba sobre ese objeto en particular, sentía que por eso había visto eso en su corto sueño.

 

El arqueólogo de Kaiba tuvo otra mala sensación--¿Cómo sabes lo de…?—Seto estaba igual de preocupado. ¿Cómo el perro sabía lo de la losa?—Está en el depósito, aún no la han puesto para exposición…--

 

Era todo lo que le faltaba por saber y la comprobación de que todos esos sueños tenían una base real lo que más asustaba a Wheeler.

 

¡Hay que irse!—gritó el melado con pánico a mil en su mirada, agarró a Yugi de la mano y pretendió llevárselo pero el arqueólogo le impidió la salida poniéndose en la puerta.

 

Nada de eso. Usted va a explicarme como sabe de la losa—dijo el hombre alto y enjuto.

 

¡No hay tiempo! Hay que irse—dijo el joven rubio.

 

Su insistencia y su pánico llamaban un poco la atención del castaño mientras sus amigos se contagiaban y el abuelo Motou llamaba a la tranquilidad.

 

¡No! ¡No dejaré que se vaya así! Me debe explicaciones, jovencito. ¿Quién le dijo de la losa? Se supone que nadie sabía…--dijo el arqueólogo.

 

Kaiba en ese momento iba a decirle que se calmara y dejara ir al perro antes de que en su pánico rompiera algo, cuando…

 

…el arqueólogo estaba parado en el vano de la puerta eléctrica y esta…

 

…se cerró de improviso, aplastando así el cuerpo del académico que quedó casi del todo cercenado ante las miradas atónitas de los jóvenes y el abuelo.

 

La impresión incluso hizo eco en el adusto Seto que quedó mudo.

 

¡Hay que irse!—repitió el melado como un mantra y es que todo se estaba volviendo una película de horror a su alrededor. Además sentía que había algo más, algo que había llegado con la losa. Algo que le buscaba a él.

 

¡Wheeler! ¿Qué es lo que te sucede?—dijo Kaiba molesto ante su propia reacción de un momento antes. Intentó llamar a seguridad para que vinieran y arreglaran la puerta, además de llamar a la policía. Eso sería un verdadero escándalo. Y tan cerca de la presentación de la galería. Ya se imaginaba el circo mediático y…

 

Entonces todos la vieron emerger de la pared y mirar directo a la cara asustada de Joseph Wheeler.

 

 


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