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Lionhart por desire nemesis

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Entonces todos la vieron emerger de la pared y mirar directo a la cara asustada de Joseph Wheeler.

 

Tenía la mirada roja clavada en Joey y todo lo demás era una poco definida forma. Sus brazos se alzaron de pronto, como huesudos miembros negros afilados que tomaron la pierna de este y clavaron filosos dedos en ella, empezando a tirar del cuerpo hasta el momento estático del rubio que en cuanto sintió el halón se volteó sobre el suelo e intentó agarrarse de lo que fuera.

 

Yugi se le aproximó en un acto, aunque su fuerza era poca lo intentaba, el abuelo se le sumó después y Tea y Tris al último pero ni aún la fuerza de los cuatro conseguía liberar al melado mientras los pasmados Kaibas veían todo, Seto incrédulo de lo que acontecía, Moki temeroso.

 

¿Qué diablos…?—decía el CEO tratando de procesar lo que ante sus ojos pasaba y es que era inverosímil, acababa de ver morir de una manera sangrienta a una persona segundos antes y ahora.

 

¡La piedra!—le gritó a Tristán, Wheeler, señalando la piedra que por algún motivo estaba convencido le libraría del peligro. Al ver la cara de confusión del otro le aclaró--¡La lionhart! ¡Dámela!—

 

Al oír aquello de boca del perro, Seto despertó—¿Qué crees…?—preguntó enfadado.

 

¡No voy a robártela, idiota! ¡La necesito! ¡En un momento como este…!—el melado estaba ofuscado.

 

¡No hay forma…!—“de que yo te la preste” iba a decir el castaño pero para cuando estaba a la mitad, Tris que había creído en la fe del otro en que la piedra le salvaría había corrido en pos de ella, rompió el cristal que la guarecía activando las alarmas y corrió tirándola hacia su amigo como si de una pelota se tratara.

 

El rubio levantó la mano y al acto de recibirla volvió su torso hacia la amenaza que luego de haberle subido por la pierna levantaba un brazo con intención de clavarlo en su espalda.

 

Wheeler levantó su mano libre hacia la amenaza con la palma hacia adelante y antes de que pudiera hacer nada la figura retrocedió desapareciendo tras la puerta corrediza de metal donde aún los restos del arqueólogo y su sangre estaban.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dos horas más tarde terminaban de relatar la historia a la policía, no los detalles anormales por supuesto, los hubieran creído chiflados porque solo los que lo vieron lo creerían.

 

La galería ahora era una escena del crimen por lo que la exposición no se inauguraría al día siguiente y Kaiba estaba que rechinaba por eso. Fue a donde estaba el grupo a increpar al causante de sus males, según él, e iba a gritarle pero lo descubrió conversando con sus amigos.

 

¿Cómo sabías que la piedra lo alejaría?—preguntó Tris al que sentado había recogido las piernas y las abrazaba mientras se abrigaba con una manta la espalda.

 

No lo sabía, algo en mi interior me lo decía—dijo el que aún mostraba signos de shock—Chicos, a ustedes no tengo porqué ocultárselos, yo conocía de antes esa piedra. Anoche soñé con ella—

 

¿Ah?—dijo Tristán.

 

Por eso sabías su nombre—dedujo Tea.

 

El otro asintió.

 

¿Sueños? ¿Qué tontería…?—intervino Seto.

 

¡Di lo que quieras! Pero recuerda que yo sabía el nombre exacto de esa piedra que muy pocos sabían. ¿Me equivoco?—dijo el melado y era innegable que así era por lo que el algo asustado Seto calló.

 

¿Qué soñaste?—preguntó el abuelo Motou.

 

Se lo diré ya que todos creen en las vidas pasadas. En otro tiempo yo fui su dueño—“Más bien dueña” se dijo el rubio pero que lo asparan si admitía que había sido mujer y más que… miró a Kaiba.

 

¿Otra vez con esas tonterías?—preguntó el irritado Seto ya que de verdad algo en su interior se agitaba ante lo desconocido.

 

Di lo que quieras pero debes saber que esa cosa ya antes te mató—le increpó Joseph.

 

¿Hablas de que él también estaba allí?—preguntó Gardner interesada. El rubio asintió.

 

No trates de asustarme idiota porque no va a…--dijo el CEO.

 

¡Cree lo que quieras! Me tiene sin cuidado. Pero recuerda lo que viste hace un rato y como terminó tu arqueólogo estrella. Y también recuerda que no solo tú puedes salir lastimado. Tu hermano también anda por aquí. ¿Qué pasaría si le hace daño? Sé que a veces eres insufrible e incrédulo, a veces te pasas de idiota y eres un egocéntrico pero también sé que no eres estúpido y que eres un buen hermano. ¿Qué pasaría si le pasa algo a tu hermano por no escucharme? ¿Te lo perdonarías?—dijo Wheeler tocando el punto flaco del castaño que transformó su mirada solo un poco a una de “Voy a escuchar lo que digas, por las dudas”.

 


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