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Lionhart por desire nemesis

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Es hora—dijo una voz en el interior del muchacho y antes de que su enemigo llegara a él saltó hacia este blandiendo una espada invisible.

 

El castaño que estaba a su lado mirando a ver si despertaba se sorprendió y como todos vio como la sombra se transformaba en algo parecido a una araña gigante.

 

¡Joey! ¿Qué haces?—le preguntó el desesperado Yugi.

 

¡Wheeler, ven acá idiota!—le gritó el ojos azules. ¿Es que el otro planeaba deshacerse de esa cosa a mano limpia?--¡Ven aquí, idiota! ¡Deja esa cosa!—repitió.

 

Entonces el otro le dijo--¡Belise, Marco Julio!—con gesto exacerbado.

 

Seto no entendía parte de lo que había dicho pero…

 

¿Cómo me llamaste?—estaba sorprendido.

 

El otro lo miró un momento luego volviéndose hacia la bestia pero todos pudieron sentir como que el otro había cometido una equivocación que traía dolor consigo.

 

Aunque nadie veía el arma que empuñaba se veía su efecto en la enorme bestia de niebla negra con ojos como fuego. El espíritu maligno retrocedía a la vez que todos se daban cuenta claramente que Joseph no actuaba como en las pocas ocasiones que le distinguieron ante un ser sobrenatural, el Joey de siempre se hubiera escondido tras una mesa antes de enfrentarse a un posible demonio.

 

La negra aparición desapareció tras la pared por la que apareciera. Entonces el rubio se relajó mientras todos lo miraron.

 

¿Quién rayos eres?—preguntó Tris que aún se sentía pasmado pero el otro no le contestó, después de mirarle un momento  miró a Seto.

 

No sé que te pasa perro pero para bromas pesadas no es el momento—dijo el castaño tratando de autoconvencerse que todo lo ocurrido no era real pero más que nada tratando de convencerse de que conversaba con ese molesto rubio aunque esa mirada que tenía y la imagen resoluta de su enfrentamiento contrastaba enormemente con la habitual cobardía del otro--¿Por qué me has llamado así?—ni el propio Kaiba entendía porque ese nombre le había llamado tanto la atención.

 

No es nada, me has recordado a alguien de hace tiempo, pero solo es tu apariencia, él sería mejor compañía que tú en este momento—dijo Wheeler.

 

¿Tú no eres Joey verdad?—dijo el pequeño Yugi.

 

El rubio asintió.

 

¿Quién eres?—preguntó el tricolor.

 

¿Importa eso? Lo que importa es que ayudaré…--trató de decir pero Tea le interrumpió.

 

¿Te apoderaste del cuerpo de Joey?—preguntó ella.

 

No, en verdad los dos somos lo mismo—respondió él para calmarla.

 

¿Y dices que a Kaiba lo conoces?—preguntó la joven señalando al susodicho.

 

Conocí a alguien igual a él—aseveró el otro.

 

¿Entonces él también es una reencarnación?—preguntó ella esperanzada de una de esas historias en que todos eran…

 

Es poco probable. Yo diría que es más posible que sea descendiente de ese bastardo, debió tener muchos hijos por ahí—dijo el melado.

 

¡Vaya! ¿Se llevaban tan mal como Seto y Joey, no?—preguntó Tristán.

 

No, no me malinterpreten, es que creo… que me molesta que se parezca a él—dijo el otro mientras veía al ojos azules y volteó con una cara algo triste—Bueno, debo irme—

 

¡Espera!—dijo Tea interesada pero el otro había cerrado los ojos y al abrirlo eran ligeramente distintos, ya no tenían pequeños destellos verdes en los iris.

 

¿Joseph, es verdad? Ese hombre era…--dijo la castaña.

 

Un antiguo dueño de la Lionhart, dice que desciende de ese rey, el de Esparta—le dijo a Tris.

 

¿De Esparta?—preguntó confundido el de ojos café, él no sabía nada de historia y el otro debería saberlo, entonces se le ocurrió--¿La peli?—preguntó.

 

¡Ese! Es griego me parece. Sé que le han dicho león por alguna razón, como a ese tío de la peli—dijo el rubio.

 

Entonces el profesor Motou intervino--¿León? ¿Griego? ¿Marco Julio?—

 

¿Qué? ¿Se le ocurre quien puede ser?—preguntó interesado el rubio mientras la mirada vigilante del mudo CEO los miraba.

 

Con esos datos… se me viene alguien a la mente—dijo el abuelo.

 

¡Diga, diga!—lo apresuró el melado ansioso.

 

En los combates entre Grecia y el antiguo imperio romano surgió un príncipe llamado Ácato de Leoponto, le llamaban el león griego y fue famoso porque luego de ser por muchos años esclavo de los romanos huyó y un tribuno romano, Marco Julio Plineas le acompañó, defeccionando de Roma—dijo el viejo.

 

¿Defe… que?—preguntó el rubio.

 

Defeccionar, imbécil, significa que traicionó a Roma por el griego—le dijo “cordialmente” Kaiba.


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