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Lionhart por desire nemesis

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Seto estaba dormido. Tenía el sueño inquieto de quien no sabe que está pasando pero sabía que si el rubio intentaba salirse del complejo las alarmas sonarían despertándolo además era imposible salir de allí.

 

De pronto estaba en un lugar oscuro con muros de piedra y un griterío se agolpaba a su alrededor pero él solo podía ver esos ojos. Ojos iguales a los de la primer sombra que los atacara.

 

Eran rojos y crueles y un profundo dolor lo invadía desde el vientre. Miró hacia abajo y halló una empuñadura muy clavada en su estómago. Miró a su cruel enemigo que pareció satisfecho por un momento y luego volteó.

 

Lo último que atisbó antes de cerrar los ojos fue una figura lejana y rubia y se sintió que de alguna manera la estaba dejando sola y desprotegida ante aquello.

 

¿Qué os acontece, amo?—preguntó el rubio frente suyo pero no era el rubio que conocía. Este era tal vez un poco mayor y parecía tan solícito. El otro puso su mano sobre su frente con preocupación en la mirada. El castaño la tomó para apartarla pero al contacto se quedó mirando al otro. Los ojos melados lo observaron con la mano quieta como expectante.

 

Entonces llegó el beso. El ojos azules jaló al otro y sus labios se encontraron a medio camino. Era tan placentero que cerró los ojos y de pronto de nuevo un gran estruendo que se llevó su paz consigo.

 

Abrió los ojos y estaba en una batalla, galopando desenfrenado, buscando a su amado cachorro.

 

¡Un momento! ¿Amado? ¿Cachorro?

 

Y de pronto vio otra cara conocida ¿Qué hacía Atem ahí? Presintió el peligro en sus ojos morados y vio como el rubio le hacía frente. Sin pensarlo dos veces galopó en auxilio del ojos mieles y mientras lo hacía recordó de quien eran aquellos ojos morados, no era el mismo color pero esa mirada.

 

Entonces despertó del todo inquieto pero del todo decidido también. Salió a explorar el edificio. Debía hallarlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Traeré un par de cafés—se ofreció mientras levantaba su mano izquierda del hombro izquierdo del ojos mieles y una sonrisa de satisfacción le recorría el rostro mientras una filosa espada surgía de entre las sombras en su mano derecha y la levantaba para dar con ella el golpe que cortaría de raíz la cabeza del que una vez fuera… su amigo.

 

De pronto se oyó un fuerte grito mientras el rubio volteaba para mirarle y ambos se miraron estupefactos, dándose cuenta que ninguno de los dos lo estaba dando.

 

Kaiba entró para ver como el supuesto amigo del rubio elevaba su arma por sobre la cabeza del otro para atacarlo por la espalda.

 

Fue un breve momento mientras abría la puerta pero fue suficiente para que el CEO se arrojara en contra del otro castaño y lo lanzara por el aire yendo él a parar poco detrás. Lo golpeó porque sabía sin dudas que era la única manera de atacar la amenaza sin salir herido y porque no estaba dispuesto a dejar que matara al rubio.

 

Wheeler miraba algo sorprendido la escena mientras el ojos azules se levantaba le miró y le dijo--¿Qué te pasa? ¿Acaso has olvidado como defenderte, Ácato?—

 

Se miraban uno al otro y el rubio tardó un momento en darse cuenta que ese, precisamente, no era Seto Kaiba.

 

Un aura negra manaba de aquél que lucía la cara de Tristán.

 

¿Tris, por qué…?—preguntó Wheeler sin comprender.

 

No es tu amigo de seguro—dijo el de los ojos azules.

 

¿Y quién…?—preguntó el ojos mieles.

 

Tu amigo egipcio—dijo el de la cara de Kaiba.

 

Siempre fuiste listo, romano—dijo el de ojos café ahora con relámpagos amarillos y rojos en el pelo.

 

¿Pero cómo? Él estuvo milenios encerrado en el rompe…--dijo el atónito rubio.

 

Ni yo lo entiendo. Sólo sé que ese estúpido fue el que me mató hace poco—dijo frustrado Seto.

 

¿Matarte? ¿De que hablas?—preguntó sorprendido Joseph. ¿El castaño lo habría encontrado y…? Estaba preocupado y esperanzado en que no fuera cierto lo que temía.

 

Deja el interrogatorio. Hablaremos afuera—dijo el castaño antes de halar al sorprendido melado fuera de la habitación. Al estar fuera el ojos mieles comprendió que era lo más acertado y cerró la puerta totalmente con un asegurador foráneo.

 

Luego volteó a ver a Seto.

Notas finales:

Arigatou por esperar

ja ne


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