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Lionhart por desire nemesis

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Notas del capitulo:

ATENCIÓN: LIME

 

 

Sus ojos azules estaban fijos en los suyos causando una extraña sensación en Joseph y de pronto los cuerpos de ambos estaban muy juntos y sus bocas compartían el mismo aliento.

 

Ni siquiera Seto entendía lo que el mismo estaba comenzando, con su pierna entre las del melado sus manos se paseaban solas por su anatomía. Un gemido ahogado por su boca de parte de Wheeler fue más pasto para las llamas.

 

¡No!—dijo Joey con sentido empujándolo un poco—Las cámaras—adujo y el otro recobró la razón. Las cámaras de seguridad, por supuesto.

 

Lo llevó hasta el baño más cercano pues deseaba besarlo con tanta intensidad como la marea desea fluir, lo apretó contra la pared mientras su lengua exploraba la boca de Wheeler y para su propia sorpresa el melado metió su ansiosa lengua dentro de la de Seto.

 

La sensación era intensa y aunque desconocida… familiar. Los envolvía una calidez que ninguno de los dos había experimentado en esa vida. El castaño introdujo su pierna entre las del ojos mieles y mientras seguían besándose el rubio cedió al deseo de resbalarse por ella relajándose de manera natural mientras el ojos azules iba poniéndose de rodillas sin dejar de besarse.

 

Kaiba abandonó su boca para llegar al cuello del melado mientras las manos de este se agarrotaban sobre la tela de sus hombros. Seto se sentía fascinado por las nuevas sensaciones que explorar el cuerpo de Wheeler le producían y más cuando un pequeño gemido se oyó de boca del rubio.

 

De inmediato acudió a sus labios de nuevo sellando con ello el deseo que ambos sentían y que hasta un rato antes les era desconocido.

 

El ojos azules coló sus manos entre la remera y la espalda del ojos mieles y acarició con énfasis su espalda mientras Joey se arqueaba al sentir el toque fuerte y enfático de Kaiba. Sus manos se deslizaron solas hasta el cuello del castaño y empezaron a acariciar su nuca mientras era besado.

 

Entonces sus alarmas se prendieron cuando el CEO empezó a intentar sacarle el pantalón. Sus manos raudas atraparon las del ojos azules mientras sus labios mencionaban la negación.

 

¡Oye!—dijo el melado--¡Vas muy rápido! ¿No?—preguntó el de ojos mieles.

 

Pero Seto no escuchaba, estaba como loco y de nuevo introdujo su lengua en su boca mientras su peso entero lo hacía recostarse para luego comenzar a halar sus pantalones.

 

¡No!—dijo el rubio separando sus labios de los del otro pero después se le fue el aliento al sentir la fría mano del ojos azules sobre su erección. Sus gemidos se convirtieron en gritos y su cuerpo insistió en arquear su cadera hacia las caricias mientras su cabeza intentaba hundirse en la tierra.

 

¡Déjalo ya! Esto va a terminar mal—trató de indicar el rubio pero Seto ya había subido su remera y con su lengua lamía el vientre del otro dirigiéndose hacia arriba, le quitaba el aliento y la sensación de que flotaban en un vacío eterno era bien patente para el pobre Wheeler que se sentía perder en ese tifón llamado deseo.

 

Mientras disfrutaba la sensación de esos dedos que presionaban y se deslizaban a lo largo del falo Joey tuvo un pensamiento al ver su expresión de fuerza. “Él no estaba teniendo ningún premio por su esfuerzo”. Entonces decidió recompensarlo de la única manera apetecible en semejante momento.

 

Deslizó el también su pálida y desfalleciente mano por entre el borde del pantalón y el estómago de Seto y encontró temblorosamente el miembro al que asirse lo que hizo que el ojos azules se arqueara de una forma que le pareció deliciosa mientras lanzaba un angustioso gemido desde el fondo de su ser que al ojos mieles le pareció de origen musical.

 

Así, agarrados uno al falo del otro comenzaron a arrebatarse llevados por el calor del momento y llevados por la pasión se acercaron al momento de correrse.

 

¡Vas… a desgraciarte la ropa!—mientras tiraba de los pantalones de Kaiba. Para lograrlo dejó el falo por un segundo pero el otro reaccionó al instante y detuvo su mano para que volviera a su lugar debido—Pero…--Wheeler estaba desfalleciente por lo que se le hacía muy difícil pensar en como evitar aquello.

 

Entonces Seto lo solucionó forzando el mismo sus pantalones con su otra mano mientras tenía un precario equilibrio sobre sus rodillas.

 

El éxtasis no tardó en llegar para ambos y cuando lanzaban el último gemido el castaño unió sus bocas en un beso intenso.

 


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