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Lionhart por desire nemesis

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El abuelo llegó a su tienda acompañado de Yugi y presurosos ambos penetraron en ella.

 

¿Por qué venimos aquí abuelo?—le preguntó el joven Moto--¿No sería mejor ir a un museo o…?—

 

Es que recordé que hoy me llegó un envío muy importante antes de que saliéramos para Ciudad Batallas—le respondió el mayor.

 

¡Abuelo! ¿Vinimos aquí por cartas?—el tricolor estaba estupefacto. Sabía que el abuelo en ocasiones…

 

No es de eso de lo que estoy hablando, Yugi. Este envío es otra cosa—dijo el anciano.

 

¿Otra cosa?—preguntó el muchacho con su curiosidad despierta.

 

Cuando todo eso de los duelos de sombras terminó y supimos la real identidad del Faraón decidí investigar más de él—le explicó el señor Moto.

 

¿Pero que tiene eso que ver con…?—preguntaba su nieto cuando el abuelo lo cortó.

 

Sospecho que esto algo tiene que ver. Después de todo la Lionhart es una joya del antiguo Egipto. ¿No es asi?—preguntó el mayor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Después de horas de investigar cada legajo que el museo de egiptología de El Cairo les enviara el abuelo encontró algo interesante.

 

Con que eso era—dijo.

 

¿Qué abuelo?—preguntó el menor.

 

En la familia de Atem el era el segundo hijo—dijo el profesor.

 

¿El segundo hijo? ¿Entonces como era que…?—preguntó atónito el muchacho.

 

Su hermano murió poco después que él naciera, según los jeroglíficos era el más apreciado de los hijos del faraón, tenía diez años y era diestro con la espada y montando pero un fortuito accidente acabó con su vida. Su padre no aceptaba que su querido hijo le fuera arrebatado y desafió la voluntad de los dioses haciendo un ritual para transportar el alma de su hijo muerto a su hijo vivo—dijo el egiptólogo.

 

Significa que…--dijo el menor horrorizado.

 

Que infundió el alma de su hijo mayor en Atem—dijo el tricolor.

 

Pero entonces hubiera estado encerrado con Atem todo este tiempo—dijo el menor.

 

No necesariamente—dijo el peliplateado—Pudo haberse desprendido del Faraón en el momento en que su alma fue atrapada por el puzzle milenario—

 

¿Tú crees que él es quien está tras la piedra, abuelo?—preguntó su nieto.

 

No lo sé pero todo esto ha empezado ni bien terminaron los duelos de sombras y liberamos a Atemu. ¿Y si al hacerlo liberamos algo más?—contestó el profesor.

 

Tenemos que ir—dijo el menor.

 

El otro lo agarró de los hombros y le dijo con pánico en la mirada--¡No! ¡Tú no puedes ir!—

 

Pero abuelo…--dijo sorprendido Yugi.

 

Tú ya fuiste poseído por el menor. Eres muy suceptible a volverlo a ser y no sabemos que clase de cosas planea ese ser. Sabes muy bien que no es alguien pacífico—le dijo el mayor con temor por él.

 

Pero hay que ayudar a los chicos abuelo—dijo el más joven.

 

Yo iré, pero promete que te quedarás lejos del peligro—dijo el peligris.

 

Esta bien, abuelo—dijo el más joven.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sintió unos golpes muy fuertes en una puerta al pasar, estaba buscando a los demás pues hacía rato que se había despertado y se encontró sola en ese edificio sombrío y peligroso.

 

¿Quién es?—gritó para ser escuchada.

 

¡Soy yo, Tristán!—le gritaron desde el otro lado de ella—Me quedé encerrado aquí. ¡Ayúdame Tea!—le gritó después.

 

Ella revoleó los ojos. Tristán era un reverendo idiota pero era su amigo por lo que abrió la puerta desde el tablero que en un principio estaba bloqueado. Además le asustaba andar sola en un edificio con fantasmas homicida.

 

¿Cómo rayos hiciste para meterte en semejante problema?—le preguntó a su amigo.

 

Supongo que debería manejar mejor mi curiosidad—le respondió él encogiéndose de hombros y sonriéndole apenado.

 

Ella con los brazos en jarras se rindió y se volvió para seguir buscando sabiendo que su amigo le seguiría.

 

Me pregunto donde rayos se han metido esos dos. Deben estar peleándose en algún lado—dijo ella.

 

Seguro—dijo en tono sarcástico él que la castaña pasó por alto.

 

Este no es momento para esas cosas—dijo la ojos azules.

 

Una pregunta, Tea—dijo su amigo a sus espaldas--¿Eres virgen?—

 

Ella se quedó colorada pero siguió caminando con la garganta seca porque su cerebro trataba de procesar semejante pregunta.

 

 

Notas finales:

me pasan 3 cosas

no tengo tiempo

no tengo inspiracion

y si un resfrio total

perdonen si de repente me tardo

mata ne


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