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About Us por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

Hola a tod@s

Primero, pedimos disculpas por no haber actualizado la semana pasada, pero ambas tuvimos semanas muy pesadas y no nos dio el tiempo para ello.

Esperamos que disfruten de este capítulo y recuerden, este está contado por Kagami. 

 

Capítulo III

 

—5—

Volví a girarme sobre la cama, de nuevo mi cerebro se negaba a dormir, suspiré y me acomodé mirando hacia el techo de la habitación. La cama de Kise era sumamente suave, era bastante cómoda y a pesar de ser una cama para dos, estaba lo suficiente espaciosa, así que el problema de mi insomnio no era por incomodidad.

Estúpidos nervios. No tenía idea del porqué, pero el hecho de saber que me subiría a un avión me quitaba el sueño, nunca había sido fanático de las alturas pero especialmente viajar a esas alturas era más de lo que podía soportar.

Cerré los ojos y respiré profundo tratando de relajarme aunque de antemano sabía que sería inútil. En ese momento sentí un brazo caer sobre mi cara, abrí los ojos molesto por el golpe, notando que Kise se había girado sobre la cama y ahora estaba pegado junto a mí, en la misma posición que yo recostado sobre la espalda, uno de sus brazos sobre su estómago y el otro lo acababa de retirar de mi rostro.

Le observé por unos segundos, tenía los labios entreabiertos y respiraba a través de ellos, su cabello a pesar de que no era muy largo, estaba revuelto cubriendo un poco sus párpados, llevé una mano por instinto hacia su frente con la intención de quitar esos cabellos que le cubrían, entonces me di cuenta de lo que estaba por hacer y me pareció tonto y sin sentido.

Volví a acomodarme, empujando con cuidado el cuerpo de Kise hacia su lugar, no estaba seguro si él era de los que tenían el sueño demasiado profundo o muy ligero, así que procuré moverle con sumo cuidado… Cuando le escuché gemir entre sueños supe que había sido una mala idea.

Estúpido Kise, ¿qué estás soñando? No pude evitar que esa pregunta asaltara de inmediato mi pensamiento, sacudí la cabeza y volví a recostarme, dejé ambas manos sobre mi estómago y miré el techo por largos minutos que me parecieron horas, no tenía la menor idea de qué hora era, así que metí la mano bajo mi almohada —donde había dejado mi celular con la alarma para despertarnos a la hora indicada—.

¡Eran las 3:00! ¡Las malditas tres de la mañana y yo sin poder dormir! Ya no importaba, quedaban dos horas más antes de tener que despertarnos y al parecer, no podría dormir nada, aunque quizás fuese lo mejor, de ese modo estaría tan cansado durante el viaje que dormiría todo el camino. Sí, seguro era lo mejor.

Cerré los ojos una vez más esperando por lo menos que por la mañana no estuvieran irritados ante los últimos días de insomnio, cuando sentí que mi rubio amigo se movía en su lugar, ronroneó cual felino y se giró hacia mí, una vez más parecía que se había olvidado que tenía un acompañante y estaba casi encima de mí.

Esta vez no me golpeó, aunque lo hubiera preferido antes de que me utilizara como almohadón. Subió su pierna derecha y su brazo, envolviéndome con ambas extremidades, su rostro quedó cerca de mi hombro, aún sobre su propia almohada.

—Mmm…Kagamicchi, ya basta…

¿Está…? ¿Él está? ¿Está soñando con…migo? ¡¿Qué rayos estás soñando Kise?!

Calma Taiga, tampoco sonó a que estuviera teniendo un sueño extraño o algo, quizás sólo está soñando con alguna de las varias ocasiones en que comienzo a decirle que es peor que una señorita cuando se arregla, o tal vez está soñando con una de las veces en que después de hacerme burla sobre algo, termino atacándolo con cosquillas para molestarle.

Podrían ser mil cosas… no tiene que ser algo extraño de ese tipo de cosas extrañas. Bien, mis pensamientos son más que estúpidos ahora, con un movimiento trato de quitar su brazo pero lo único que consigo es que vuelva a hacer esos sonidos extraños y se pegue más a mí, su mano está algo fresca, quizás tenga frío y por eso se acercó tanto a mí. Eso debe ser…

Suspiro silencioso, ya sólo me queda esperar, esperar a que la maldita alarma suene indicando el momento en que debemos pararnos. Lo único que quiero es estar ya en Los Ángeles.

Después de lo que a mí me parecieron las dos horas más largas de la historia, escuché que la alarma comenzó a sonar bajo mi almohada, tuve cuidado de mover a Kise y deslizarme hasta sentarme en la orilla de la cama, apagué la alarme y le miré, parece que ni siquiera la escuchó.

—Kise, ya es hora —dije mientras con una mano le movía el hombro izquierdo. Él no parecía querer despertarse. Le escuché quejarse claramente y girarse dándome la espalda—. Kise, dije que ya es hora, despierta —volví a pedir con más volumen en la voz y meciéndole más fuerte.

—Cinco minutos más, Kagamicchi. —Esta vez sí me contestó, su tono era claramente adormilado, además de imprimirle cierto tono infantil a su voz que me causó gracia. No cabía duda, ese rubio a veces podía ser tan tierno como un niño pequeño aunque la mayoría de las veces fuera ese chico sexy que posaba para revistas…

¿Chico… sexy? Estoy seguro que acabo de sonrojarme ante mis propios pensamientos, me levanté a prisa y salí de la habitación con dirección a donde sabía que estaba el baño, ahí me lavé la cara y aproveché para asearme como era debido, guardando después mi cepillo de dientes en el lugar que le correspondía en la maleta.

—Ya te di quince minut…

—Lo sé, gracias Kagamicchi. —Cuando entré a la habitación, Kise ya se estaba cambiando, no quise ser obvio pero me di la vuelta y salí con dirección a la sala para esperarle, yo estaba listo.

—¿Pudiste dormir? —preguntó Kise cuando llegó a la sala después de un rato, parecía estar listo para el viaje.

—Sí, algo. —Mentí, la verdad es que me avergonzaba el hecho de que viajar en avión me pusiera tan nervioso. Era ridículo.

—Si esas ojeras no estuvieran tan marcadas, tal vez te creería —dijo riendo un poco y sentándose a mi lado. Él estiró sus brazos hacia arriba y después dejó caer su cabeza sobre mi hombro—, muero de sueño, Kagamicchi.

—Son diez horas de vuelo que tendrás para dormir, no te preocupes —dije resignado sólo de pensar en todo ese tiempo de viaje.

—Ya llamé al chofer que se supone nos va a recoger, en unos diez minutos estará aquí.

—6—

A pesar de lo temprano que era, el trayecto hacia el aeropuerto fue bastante tardado, había muchísimo tráfico, ¿a dónde rayos iba la gente a esta hora? ¡El sol todavía ni terminaba de salir! Y si a eso le sumábamos la distancia que nos separaba desde el departamento de Kise, habíamos hecho alrededor de cuarenta minutos o quizás un poco más.

Kise se iba durmiendo sobre mi hombro en todo el trayecto, auguraba que así sería durante el viaje también.

Al llegar al aeropuerto recibió una llamada de quien yo pienso era su representante, mantuvo un rato la conversación con esa persona mientras yo estuve sentado mirándole pasearse de un lado a otro sin despegar el teléfono de su oído. Minutos más tarde nuestro equipaje estaba etiquetado y listo, sólo faltaba que nos llamaran para comenzar a abordar el avión.

Sentí mis manos sudar, constantemente las secaba con discreción al restregarlas contra mis muslos.

“…Repetimos a los pasajeros del vuelo 801 con destino a Los Ángeles, California, favor de abordar el avión”

Miré a Kise sonreírme y colgar.

—Ese es nuestro vuelo, vamos —dijo tomando la maleta pequeña que llevaba colgada sobre uno de los hombros, hice lo mismo con la mochila que llevaba y respirando profundo caminé a su lado—, mi agente me acaba de decir que allá en Los Ángeles nos recibirán las personas con las que trabajaré, así que no hay problema por eso, ellos nos llevarán al hotel donde nos estaremos hospedando, ¡América, ahí vamos! —Dijo iluminando su rostro con una sonrisa enorme.

Apagamos el celular como indicaban las reglas y nos acomodamos en nuestros asientos, no era la clase VIP, pero sí eran lugares de primera clase, no había muchos asientos en esa parte dividida del avión, había sólo cuatro filas de asientos dobles a cada costado, con un pasillo en medio bastante amplio por el que se desplazaban las azafatas. Los asientos eran realmente grandes y cómodos, esperaba poder dormir.

—Yo pido la ventana —dijo Kise sentándose de inmediato en ese lugar, yo sólo sonreí, estaba de más esa petición, si algo no me gustaba era ir viendo la altura a la que estábamos volando—. ¿Ya estás un poco más tranquilo? —peguntó Kise mirándome serio, no parecía que hubiera burla en su cuestionamiento.

—Sí, estoy bien, seguro en cuanto despeguemos me quedaré dormido —dije mintiendo una vez más, pero creo que en esta ocasión me creyó.

Tras un par de horas después de haber despegado, mi estómago comenzó a revolverse, esto nunca me había sucedido y sólo de pensar en enfermar en estos momentos me parecía patético y muy vergonzoso, así que recliné lo más que pude mi asiento y con los ojos cerrados traté de relajar mi alborotado estómago.

Kise tenía un rato de haberse quedado dormido.

—¿Se encuentra bien, joven? —preguntó la azafata, yo la miré y sólo pude mover la cabeza positivamente varias veces—. ¿Está seguro? ¿Necesita que le traiga algo? —Volvió a cuestionar.

—E-estoy bien —dije apenado. Ella sonrió y agregó.

—Cualquier cosa que necesite, sólo presione el botón que tiene frente a usted y en seguida le atendemos.

Traté por todos los medios de mantener a raya mi malestar, pero un poco de turbulencia debido a los vientos que atravesábamos fue la gota que derramó el vaso, con paso tranquilo manteniendo lo más que podía de mi dignidad caminé hacia el baño, ahí me encerré y devolví todo lo que había cenado la noche anterior, creo que regresé cosas de una semana antes o más.

…Me sentía bastante mareado, el estómago revuelto aunque por suerte ahora estaba vacío completamente así que no había más qué devolver. Enjuagué mi boca y mojé mi cara, me miré en el espejo y comprendí el porqué aquella chica se había acercado tan preocupada preguntando si estaba bien o necesitaba algo.

Las ojeras bajo mis ojos eran bastante marcadas, mi rostro había perdido todo color y ahora creo que le hacía competencia a Kise en lo pálido que me veía, aunque el tono de él se debía a lo rubio natural que era y se veía bien, yo me veía enfermo. Tenía la frente perlada por el sudor frío que ahora corría por mi rostro, volví a lavarme la cara y después la sequé con una pequeña toalla y salí del baño tratando de aparentar estar bien.

—¿Qué te sucede, Kagamicchi? —preguntó Kise preocupado al verme sentar junto a él.

—Kise, pensé que dormías —dije evitando de manera obvia su pregunta. Tenía mucha confianza en ese rubio, pero debía admitir que la situación no era más que vergonzosa.

—Desperté cuando no te sentí a mi lado —dijo en tono preocupado—, pensé que quizás te habías sentido mal.

—Estoy bien, no hay de qué preocuparse —aseguré, le miré sonriendo lo más que pude y él pareció preocuparse más en vez de hacerme caso—, en verdad, vuelve a dormir —pedí.

—Kagamicchi, ¿quieres que pidamos algo para el mareo? —preguntó.

—No estoy mareado, en verdad estoy bien, no exageres…

—Sí, claro, por eso estás sudando frío —contestó, su mano se estiró y la puso sobre mi frente, recorriéndola hasta mi mejilla. El tacto era tan cálido, tan suave que cerré los ojos e incliné mi rostro sobre su mano, disfrutando de esa caricia en mi piel que ahora estaba fría, se sentía un contraste agradable—. Kagamicchi… —Le escuché murmurar mi nombre y eso fue lo que me devolvió a la realidad, separándome de su toque y sentándome correctamente.

Volví a reclinar mi asiento y sonreí.

—Estaré bien, Kise, despreocúpate.

—¿Me llamaron? ¿Qué necesitan? —preguntó la chica llegando a mi lado, miré a Kise acusándolo, él había presionado el botón.

—¿Tendrán algo para el mareo, señorita? —Su voz era modulada, sus palabras de alguien bastante educado. La chica le sonrió y asintió.

—Tenemos un médico a bordo, ¿desea verlo o está seguro que sólo es un mareo por el viaje?

—Es sólo por el viaje… —dije molesto, tampoco es que estuviera enfermo o algo. Mis nervios me habían traicionado, eso era todo.

—Bien, en un momento regreso.

Tras unos minutos la chica volvió, traía un vaso con un líquido al que le agregó una pastilla efervescente para calmar el malestar.

—Si necesita algún calmante tendrá que ir con el doctor —dijo la chica, con voz modulada.

A estas alturas sentía que todos me miraban aunque no era así, creo que la mayoría ya dormía. Kise estaba recargado en su asiento mirando en dirección hacia mí.

—¿Crees poder dormir ahora sí? —preguntó—. ¿O le pido unos calmantes al doctor? —Esta vez su voz llevaba algo de burla, pero sabía que lo hacía para romper la tensión.

—Oh, shut up, Ryota. —Le callé utilizando su nombre de pila como cualquier americano, hablando en un idioma que sabía él me entendía—. Ya me siento mejor, gracias —dije sincero.

Sentí una vez más su mano sobre mi rostro, primero tocó mi frente y después la mejilla como minutos atrás, sólo que esta vez se recorrió hacia el cuello y eso me obligó a abrir los ojos.

—Parece que tu temperatura volvió a la normalidad —dijo ya más tranquilo—, incluso tu rostro ya tiene algo de color —mencionó lo obvio.

No supe qué decir ya que ese color que había tomado se debía a la acción anterior de él. Creo que Kise a veces es tan efusivo, tan espontáneo, no sabría cómo describirlo exactamente en una palabra, pero gracias a su manera de ser, a veces hacía o decía cosas de las que no era consciente lo que podían provocar en los demás.

Al ver que él se acomodaba la pequeña almohada sobre su cuello, relajándose en el asiento y parecía dispuesto a dormir otro rato, yo cerré los ojos y me acomodé, estaba nervioso, quizás nunca se me quitaría ese extraño miedo que le tenía a viajar en las alturas, pero era claro que me sentía más tranquilo, no sabía si era por la medicina que me dieron —aunque se suponía que sólo era para el mareo— o quizás se debiera a lo relajado y cómodo que me sentía al lado de Kise.

Se había vuelto tan cercano a mí que no dudaría que él tuviese algo que ver con esta extraña tranquilidad que comenzaba a relajarme los músculos y a llevarme poco a poco a la inconsciencia. Sentí una vez más su cabeza caer sobre mi hombro, quizás ya estaba dormido, no lo supe y tampoco intenté averiguarlo, la verdad es que me sentía muy cansado y la reciente paz que me llegó me estaba llevando poco a poco al mundo de los sueños.

No estaba seguro cómo estarían las cosas cuando llegáramos a Los Ángeles, si mi madre estaría viviendo con la misma persona y en el mismo lugar, a decir verdad sabía poco de ella y aunque al principio me reprochó por mudarme a un país que no recordaba, con un idioma que poco a poco fui dejando de practicar durante mi crecimiento y peor aún, con un padre que estuvo ausente la mayor parte de mi vida, sabía que él me mandaba dinero, recordaba vagamente que llegó a visitarme algunas ocasiones aunque nunca hubiera estado en mis cumpleaños o eventos deportivos, pero...

Saber que mi madre estaba feliz con esa persona nueva a su lado era bueno, él la trataba bien y a pesar de regresar a Japón, al principio seguí corroborando con las personas que vivían cerca de ella que se veía feliz, así que no había de qué preocuparme, a pesar de que su nueva pareja y yo no nos lleváramos bien, no había necesidad de que mi madre pagara las consecuencias y se sintiera incómoda al respecto. Él la respetaba, y yo respetaba su felicidad.

Era mejor para mí regresarme con mi padre, además, siempre quise conocerle mejor y disfrutar de su compañía, saber lo que significaba que tu padre te acompañara a los eventos importantes en los que destacabas, como cada torneo de básquetbol en el que estuve y él nunca pudo asistir, aunque al final de cuentas, terminé viviendo solo en Japón, y no hubo diferencia con mi padre, él seguía de viaje en viaje. Pero no importaba mucho, por suerte ahora tenía amigos importantes…  muy importantes.

 

Notas finales:

Las esperamos en los comentarios.

Besos~


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