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EL REY DE LOS ASESINOS 4 "SED DE SANGRE" por desire nemesis

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Una vez el peliverde se fue Seichiro, sin mirar a los demás, se fue.

 

¡Vaya! Eso debe ser un golpe duro para ese tipejo. Que tu propio hermano no tenga problemas en matarte, digo—dijo Renji a un lado de Subaru sin darse cuenta que el que tenía al lado estaba más trastornado que él con la escena.

 

Es que de pronto Sumeragi sintió una profunda tristeza por el otro a sabiendas lo que había ocasionado aquella cara de desasosiego en el mayor.

 

Si. Debía ser duro comprobar que un ser querido no piense en ti como alguien especial, pensó el joven.

 

¡Oye!—dijo el pelirrojo al chico que de pronto se alejaba de él en pos del otro sin una palabra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seichiro era bueno para encontrar lo que quería o necesitaba y es por eso que se encontraba tomando un escocés en la biblioteca de aquel inmenso lugar. Se había desprendido la chaqueta y aflojado la corbata para estar más cómodo.

 

Entonces mientras tomaba un trago sentado en el sofá la puerta se abrió. Aunque no había lugar allí, pues deseaba meditar solo y a oscuras sobre esa mirada de su hermano que le decía que no era nadie especial para él, supo claramente que la cabeza que se asomaba pertenecía al otro pelinegro.

 

¿Me buscabas?—preguntó aunque sabía la respuesta. Por supuesto que era a él. ¿A quien más buscaría después de ver esa despreciable prueba de debilidad?

 

El otro entró tímidamente como si le preocupara  molestarle.

 

¡Sakurazukamori san! ¿Está bien?—era sincera preocupación lo que salía de la boca de ese joven, se dijo el de lentes aunque tan solo los separaban 8 años.

 

No deberías preocuparte por mí—le dijo fingiendo que lo que había sucedido no le lastimaba en lo más mínimo.

 

¿Es por eso que puso aquella cara frente al fuerte, verdad?—preguntó Sumeragi sorprendiendo al otro con esas palabras porque recordó aquella sensación también.

 

El mayor sonrió de lado dejando el vaso que tenía en los labios y tapándose con el perfil de la mano la boca sonriendo con amargura, luego le miró a través de la oscuridad—Te he dicho chico que eres perspicaz, quizás demasiado para tu bienestar—le dijo nuevamente levantándose.

 

Subaru no dio un paso atrás esta vez. Cuando el otro llegó frente a él, tan pegado que compartían la misma respiración aunque había diferencia de alturas, el menor pudo oler el alcohol en su aliento cuando el de lentes le dijo—¿Te he dicho cuanto me cautiva esa sincera boca tuya?—

 

Sumeragi comprendió que en parte era el alcohol el que hablaba mientras el otro dirigía su boca a la propia y en parte era su debilidad momentánea por estar sufriendo, incluso tal vez una necesidad de cobijo que Sumeragi no planeaba negarle.

 

El beso tuvo un regusto a alcohol no más fuerte que el de un bombón mientras dejaba que el otro saboreaba su boca sintió sus piernas aflojarse y dejó todo su peso al brazo que rodeaba su talle quedando en una posición algo diagonal mientras el otro se cernía sobre él y Subaru le removía los cabellos tras la oreja al agarrarle la nuca.

 

Parece que una vez no fue suficiente para ninguno de los dos—dijo el mayor antes de con una mano cerrar una cortina cercana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seichiro yacía inconsciente en el diván de la biblioteca. Junto a él acurrucado estaba el menor de ambos que le miraba atentamente ya que las cortinas no eran tan pesadas para no traslucir algo de la luz lunar.

 

Seichiro no debía tener el sueño pesado por su actividad, se dijo Sumeragi por lo que permanecía perfectamente quieto y solo se lo quedaba mirando.

 

El otro no había estado borracho ni mucho menos. En el vaso sobre la mesilla de la lámpara aún se podía ver el líquido ambarino. Se dijo que ese hombre le atraía como nunca antes le había pasado. No en vano había estado en dos ocasiones con él. A Subaru no le había pasado eso antes y se sentía mal pues sabía que eso no podía ir a ningún lado. El otro no solo era un asesino buscado sino que era un hombre sin compromisos, alguien que solo podía flirtear. Sin embargo al joven le preocupaba el apego que aún así sentía. El día del adiós iba a dolerle supuso pues recordaba como se le tensó el cuerpo cuando Abarai dono le dijo que se irían lejos de él, que era malo estar junto a él. Y el mayor no hizo nada por detenerlo.


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