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EL REY DE LOS ASESINOS 4 "SED DE SANGRE" por desire nemesis

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Renji estaba algo hastiado. ¿Dónde estaba Subaru? Habían pasado horas desde que se separaron. Primero había pensado que estaba hablando con ese tipo que no le gustaba nada sin embargo el otro se obstinaba en perseguirlo como perrito faldero. Debía tener una charlita con su kouhai cuando lo viera. Luego pensó que tal vez se había perdido o había ido al baño. ¿Qué sabía él? Tal vez una ducha relajante. En los baños había batas y jabones como en esos hoteles elegantes a los que le gustaba ir.

 

Pero ahora estaba francamente preocupado. ¿Dónde carajos se había metido? Y… ¿Estaba bien? Estaba mas nervioso que joven en su noche de bodas. ¿Por qué carajos no lo había seguido? Quiso respetar su espacio y todas esas sandeces que repiten esos pseudo-psicólogos de chicos.

 

¿Y si había hablado de más y Sakurazukamori lo había cortado en pedacitos? Pensó con horror mientras se paraba de la cama en la que permanecía sentado.

 

Trató de calmarse pensando que era una locura. El otro era un profesional. No mataba por impulso. Además el otro no tenía idea de que él estaba en ese lugar. Tal vez estaba durmiendo en otro cuarto y él dale que dale con eso.

 

Pero no se convencía. Revolviéndose de la impaciencia optó por salir a buscar al otro. Y es por eso que escuchó eso al pasar por una puerta. Esos sonidos eran un poco… ¿Especiales?

 

De lo rojo que quedó no se distinguía el pelo de la cara, solo los puntos que eran sus ojos y sus tatuajes. ¿Su mente? Como un papel.

 

Los sonidos que provenían detrás de esa puerta no eran aptos para un niño. Y no era que el fuera timorato. Es que de pronto se imaginó quienes podrían ser.

 

Se oyó un murmullo y muy cautelosamente arrimó su oreja a la puerta. Esas voces bajas le llamaban la atención por lo que decían.

 

¡Así te quería agarrar!—dijo una voz tras él que lo paralizó de lleno.

 

Se volteó muy despacio para ver la feliz cara de su casi mortal enemigo, Seichiro Sakurazukamori, pues resultaba que se había despertado con ganas de ir al baño y resultaba que la biblioteca no contaba con uno en suite.

 

Mientras buscaba entre sombras al susodicho se encontró con esa tremenda experiencia de Abarai espiando tras una puerta.

 

El otro estaba con un susto negro porque no había nada mas deshonroso que lo encontraran de tal manera y justamente tuvo que ser el tipejo ese. Con cara de alumno descubierto mirando por la ventana del baño de chicas se irguió esperando las hirientes palabras del otro. Sólo le pedía al cielo que al otro no se le ocurriera descubrirlo ante los demás.

 

¿Qué estabas haciendo?—preguntó el otro con cara de poquér aunque se divertía por dentro--¿Se te perdió algo?—agregó.

 

Sei no se refería a eso pero la pregunta se le hizo ominosa a los oídos del colorado que le miró como una furia sorprendiéndolo por ese brusco cambio de posición.

 

¿Qué le hiciste?—siseó el tatuado y entonces el asesino entendió a qué se refería. Como no respondió a su pregunta el pelirrojo exclamó--¡Dije que qué rayos le hiciste!—estaba furioso como un padre luego de las seis de la mañana en que su hija no ha vuelto con el desgraciado de novio que se la llevó a bailar.

 

Francamente la diversión del un poco huraño Seichiro se fue a volar con la presunción del otro de que le había hecho algo malo a Sumeragi.

 

¿Con quién crees que estás hablando?—preguntó con sus ojos relampagueantes el número dos de Asia.

 

¡A mí no me jodas!—dijo el de coleta—¡Tú eres de ese clan de jodidos ninjas! ¿No? ¿Quién me garantiza que esos tipos no te mandaron a que nos limpies a todos y de paso logras ser de veritas el primero en Asia?—

 

Los ojos de Sakurazukamori se achicaron peligrosamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hyoga estaba tratando de culminar cuando de pronto oyó la alborotada voz de alguien tras la puerta. Se detuvo y el peliverde medio ensoñado se quejó por lo que él le puso la mano de mordaza haciendo que el otro se sorprendiera.

 

El rubio se puso un dedo sobre los labios. Entonces los dos oyeron como la estridente voz decía algo de matar a todos los que lo puso muy alertas. De inmediato saltaron y se vistieron en el más absoluto de los silencios y cadena en mano Shun salió primero abriendo de un jalón la puerta.

 

Justo en ese momento su hermano mayor estaba tratando de calmarse y ver a su hermanito salir en paños menores de la habitación que el otro había estado espiando junto con un ojos azules en igual estado no ayudó en lo más mínimo.

 

Tampoco el comentario acertado que hizo Abarai--¡No me jodas!—era un comentario automático de cuando ves algo que, aunque lo ves, no lo puedes creer.


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