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EL REY DE LOS ASESINOS 4 "SED DE SANGRE" por desire nemesis

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Hyoga aún no salía de su estupor es por eso que solo se defendía de su hermano.

 

¡Vamos! Así no lograrás salvarte. Ponte serio Hyoga, no estoy jugando. Estás condenado—le dijo el mayor.

 

Después del último ataque de Saga, el otro rubio se recostó contra la pared y respiró agitado--¿Necesitas ayuda, kouhai? Yo ya terminé mi tarea—dijo Joseph de pronto al otro lado de la habitación.

 

Saga lo miró—Tu debes ser la rata que causó todo este lío—

 

Me han dicho de muchas maneras pero nunca rata. Pero no te preocupes, no me inquieta—dijo el rey.

 

Entonces apareció Shun, llegó hasta la puerta y se medio derrumbó. Pensando que estaba herido de gravedad el ojos azules se le acercó—¡Shun! ¿Qué te sucede?—preguntó.

 

El veneno debe estar haciendo efecto—dijo Saga y los dos le miraron, el peliverde estaba medio debilitado—Creyeron que solo intentaríamos matarlos de manera directa. Aún el más pequeño raspón de nuestras armas es letal. ¡Somos ninjas! ¿Lo han olvidado? Nuestro objetivo debe ser cumplido aún si nosotros perecemos en el camino. Pensé que al menos tú lo entenderías Hyoga—dijo Saga con decepsión.

 

Joseph miró la cortada que tenía en su brazo derecho y luego al tipo ese con furia. Tenía poco tiempo para acabar con las amenazas, no se sentaría a esperar la muerte dulcemente. Antes de estar acabado mataría a cuanto maldito ninja fuera un peligro para Seto y tal vez para los demás.

 

Antes de que se lanzara a por el tipo un brazo lo detuvo en el lugar y miró al dueño de este.

 

¡No te dejaré! ¡Es mi hermano!—le dijo el otro rubio.

 

¡Intenta detenerme a mí!—dijo de pronto el peliverde parándose detrás de ambos—Es parte del grupo que me ha envenenado, lo destruiré lentamente—dijo antes de saltar en pos de Saga.

 

Ese idiota tiene bríos—dijo el rey viendo mucho de él en el ojiverde. Luego alejó al otro y le dijo—Parece que no has entendido. Esta es una guerra y ellos el enemigo. No te pediré que te encargues tú de él, jamás lo haría pero tú no me puedes pedir que nos deje matar—el ojos azules y él le miró directamente y ambos comprendieron sus mutuas situaciones.

 

¡Quédate  quieto! ¿No ves que ya nada te queda para dar?—preguntó Saga al peliverde que estaba medio debilitado al parecer.

 

Hasta entonces el otro había permanecido con la vista baja y no se le veía el rostro pero lo elevó para mirar al pelilargo a la cara sorprendiendo al otro con una mirada y sonrisa macabras—Debo agradecerles—dijo el ojiverde para sorpresa de todos—Hace años que quería un motivo para aniquilarlos. No sería un Sakurazukamori se me quedara plácidamente a esperar mi muerte—

 

¡Espera! ¿Tu eres…?—preguntó de pronto pasmado el hermano de Hyoga.

 

Creo que ustedes me llaman el “Loco”. ¿No es así?—preguntó con mirada distante el ojos verdes aunque por dentro vibraba una fuerte emoción.

 

 

 

 

 

 

 

 

Seichiro utilizó su brazo para enredar el látigo de su enemiga y con él atraerla mientras lanzaba sus negras criaturas en su pos.

 

Derribada y herida mortalmente ella le aseguró—Aunque creas que has ganado yo no he perdido—

 

Sospechando el pelinegro le preguntó--¿Qué estás ocultando?—

 

Olvidas algo Sakurazukamori, los comandos enviados en pos de renegados están dispuestos a todos por ganar—dijo ella con una sonrisa antes de que sus ojos perdieran su luz.

 

El descifró el mensaje.

 

Veneno—susurró casi con rabia por haberse dejado llevar por el calor de la batalla y no recordar algo tan importante como eso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Subaru estaba buscando la forma de penetrar a ese lugar sin ser visto por el enemigo. En esencia a él no le gustaba pelear, solo se defendía. Los días de la guerra había sufrido humillaciones de sus compañeros y el hábito de Abarai de protegerlo por negarse a atacar blancos desprevenidos y luego solo usó sus habilidades como última alternativa. Estaba tras un árbol esperando ver algo que le indicara a donde ir cuando de pronto sintió unos pasos.

 

Al voltear vio a un hombre rubio con el pelo de espantapájaros bajo un sombrero cónico--¡Una rata!—gritó con desdén y le tiró con un shuriken.


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