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About Us por Nayen Lemunantu

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Notas del capitulo:

¡¡Hola!! Lo siento mucho por este hiatus de una semana, espero que esto no vuelva a pasar.

Con nuestros tótolos, cada día están más cerca. Ojalá les guste este capítulo.

Capítulo V

 

—9—

Entré al baño dispuesto a darme una rápida ducha para relajarme y refrescarme un poco, ya que a pesar de ser de noche, el clima estaba algo caliente y húmedo, quizás por estar junto a la playa en pleno verano.

El baño para mi gusto era bastante exótico por decirlo de alguna manera, cuando entré lo primero que llamó mi atención fue el amplio jacuzzi que estaba al fondo, un poco antes de éste estaba una cabina de cristal totalmente transparente que era el área de la ducha, y casi en la entrada en un costado escondido tras una parte de la pared estaba el inodoro y junto a él, el área del lavabo. Este último en medio de una barra larga enmarcado por un enorme espejo que permitía verte de cuerpo completo.

Me acerqué al área para ducharse, tenía ganas de meterme al jacuzzi y relajarme ahí, aunque quizás lo hiciera después, por ahora sólo deseaba asearme. Entré bajo el chorro del agua que caía en forma de lluvia, cerré mis ojos y así los mantuve por un par de minutos, sintiendo el fresco líquido caer directo sobre mi rostro.

Olvidé sacar de mi maleta mis artículos de limpieza así que usé lo que había ahí, eran unas botellitas diminutas de jabón para el cabello y para el cuerpo que te proporcionaba el hotel, olían bastante bien pero no era mi estilo, el olor era demasiado… frutal.

Cuando terminé, cerré la llave y giré mi vista para todos lados hasta encontrar un par de gavetas en donde había varias toallas de un impecable blanco. Salí mojado como estaba y tomé dos, envolviendo la más grande alrededor de mi cadera y con la otra sacudí el exceso de agua que goteaba desde mi cabello, fue entonces que recordé que no había metido ropa limpia.

Lo pensé un par de minutos, sería demasiado ridículo pedirle a Kise que me pasara la ropa, además no había nada de malo, después de todo ambos somos hombres y no hay nada distinto entre un cuerpo y otro. Salí con una toalla colgando sobre mis hombros y la otra enredada aún cubriendo parte de mi desnudez, ahí miré a Kise que había terminado de desempacar, estaba tirado boca abajo sobre la que parecía había elegido como su cama.

—¿Elegirás esa como tu cama? —pregunté acercándome al closet donde estaba ahora guardada nuestra ropa, sacando lo que me pondría.

—Sí, ésta está cerca de la ventana —dijo sonriendo, apenas girando su rostro hacia mí desde que salí.

—Olvidé meter mi ropa, lo siento —dije encerrándome de nuevo en el baño evitando incomodarlo al vestirme ahí. Decidí vestir ropa cómoda, un pantalón azul marino y una camisa roja de cuadros grandes y tela fresca, una vez terminé, salí mirando a Kise en la misma posición, quizás aburrido—. Ahora sí, estoy listo y en verdad estoy muriendo de hambre —dije tocando mi estómago.

—Me imagino que sí, no has comido prácticamente nada en todo el día, Kagamicchi—dijo arreglándose un poco la ropa que se desacomodó al estar recostado, después peinó con sus dedos su cabello siempre presentable. Yo sólo lo observé parado junto a la puerta, mantenía una mano sobre el pomo y mi mirada perdida en el andar tan elegante que tenía hasta que sus labios moviéndose me sacaron de mis pensamientos.

—¿Qué sucede?, ¿te sientes bien? —preguntó en tono preocupado.

—Mejor vamos rápido a comer —dije abriendo la puerta y saliendo de ahí con dirección al elevador.

Cuando llegamos al restaurante del hotel me di cuenta realmente de lo lujoso que era ahí también, los meseros te trataban con una amabilidad que daba miedo, no estaba acostumbrado a ese tipo de lugares, quizás Kise debido a su trabajo estuviese más familiarizado con ello, yo sólo miré los diferentes cubiertos sobre la mesa, había varios tenedores diferentes. No me di cuenta cuando elevé una ceja mientras los miraba.

Escuché la risa contagiosa de Kise, no era una risa que aturdiera, pero era lo suficiente audible para girar a verle indignado, ¿se estaba burlando de mí?

—No te preocupes, Kagamicchi, nadie nos está observando —dijo guiñándome un ojo.

Giré el rostro hacia un lado fingiendo que buscaba a la mesera para no continuar la dirección de aquella conversación, sentí mis mejillas acaloradas y eso me molestó, no podía evitar sonrojarme cuando él hacía ese tipo de gestos. Ahora era cuando pensaba, si yo me ponía así, ¿cómo se sentirían sus admiradoras?

Tras un par de minutos, nos atendieron tomando nuestra orden, yo estaba tan hambriento que podría comerme una vaca completa así que pedí varias cosas que estaban en el menú.

—¿Estás seguro que es lo correcto comer tanto después de tu malestar?

—Créeme Kise, es necesario o terminaré comiéndote a ti por la noche —dije sin pensar que esa frase podría interpretarse en doble sentido. Me sentí avergonzado pero al ver la reacción de Kise que pareció sonreír nervioso me tranquilizó de cierta manera.

Nunca había visto esa sonrisa en él, pero su rostro se veía más hermoso... Ese tipo de pensamientos extraños me hacen saber lo mucho que necesito la comida, ya comienzo a delirar.

Comimos en un silencio para nada incómodo, creo que los dos estábamos algo agotados del viaje pero al mismo tiempo, por lo menos yo, me sentía con unas extrañas ganas de ir a la playa.

—¿Qué te parece si exploramos un poco la playa? —pregunté, más que nada deseaba saber si esa parte que rodeaba el hotel era buena para practicar surf, ya que nunca me había hospedado en este lugar. De lo contrario tendría que ir hacia la playa donde solía hacerlo cuando vivía aquí.

—Me parece una excelente idea, Kagamicchi. Aunque no creo que a esta hora podamos meternos, pero será bueno explorar el área.

—Sí, sólo vamos a ver, de cualquier modo debes descansar, mañana vendrán por ti temprano.

Tras esa decisión tomada, después de terminar nuestra cena, salimos con rumbo a la parte de la playa frente al hotel, a pesar de que el sol ya se había ocultado, había lámparas que alumbraban una parte de la arena, además que la luna llena de esa noche permitía que viéramos las olas moverse con fuerza, escuchando el choque del agua contra unas rocas que estaban mar adentro.

Sentir en el cuerpo la brisa que creaban esas olas, me fue más que suficiente para desear entrar al agua, me quité los tenis y los dejé junto a las escaleras por las que bajamos.

—Quítate el calzado, así podemos caminar más a la orilla —dije.

—Está bien, aunque no quiero mojarme los pies, no quiero terminar resfriado —contestó Kise mientras se apoyaba en el barandal que cercaba las escaleras y se deshacía de su calzado, dejándolo junto al mío y doblando un par de veces su pantalón, supongo para que no se llenara de arena o se mojara mientras caminábamos.

—No te preocupes, estas aguas no son frías, además la noche está bastante calurosa, ¿no lo crees?

—¿No estarás pensando en meterte, verdad? —preguntó en tono preocupado mientras me seguía acercándose hasta la parte en que la arena estaba mojada gracias a la marea que subía hasta ahí.

Sonreí ante la idea que de pronto atravesó por mi mente.

—Kise, tienes algo en el rostro —dije acercándome hasta él.

—¿Qué cosa? —preguntó mientras con ambas manos trataba de limpiarse cerca de la boca, quizás pensando que me refería a algún resto de comida.

Cuando le tuve lo suficientemente cerca, aproveché el poco espacio entre nosotros y pasé mis brazos por su cintura y lo elevé, despegándolo del suelo con facilidad ya que era bastante ligero para estar prácticamente de la misma estatura que yo.

—¿Qué? ¡¿Qué haces?! —Su voz sonaba asustada, lo había tomado desprevenido.

Miré hacia arriba directo a su rostro, abrió un poco más de lo normal sus ojos y con ambas manos sobre mis hombros hacía fuerza para bajarse.

—¡Bájame, Kagamicchi! —pidió alzando la voz.

—Vamos a ver qué tal está el agua —dije apretándolo más contra mi pecho y girándome en dirección al agua, sintiendo rápidamente mis pies cubiertos por ésta.

—¡Espera, espera! —pidió, entonces pude sentir que elevó sus piernas y con ellas me envolvió la cintura—. No puedes mojarme, traigo mi celular —dijo apresurado.

—Eso se arregla fácil —respondí con la mayor de mis sonrisas, deslicé mi mano por su espalda hasta palpar la parte de los muslos donde está el bolsillo—. ¿De qué lado está? —cuestioné ya que no sentí nada de su lado derecho, repetí la acción con el lado izquierdo y ahí estaba, Kise se mantuvo callado con su rostro casi escondido sobre mi cuello, ambas manos las deslizó por encima de mis hombros y ahora se aferraba con fuerza—. Lo encontré.

Saqué con dificultad el aparato tan caro que tenía Kise por celular, ¿para qué necesitaba tanta tecnología reunida en un aparato?

—Te voy a bajar —avisé.

Lo vi alejarse un par de pasos y sonreír suave, me quité la camisa y envolví en ella el celular para que no fuese a llenarse de arena, después lo arrojé hacia la parte donde el agua no llegaba. Kise pareció recuperar la sonrisa por completo y al verse libre corrió hacia las escaleras como niño pequeño que juega a que lo atrapen, era rápido, pero no más que yo en este tipo de terreno irregular.

—No te escaparás —amenacé cuando lo atrapé por la espalda, apretándolo a mi cuerpo mientras envolvía mis manos sobre su cintura.

—Kagamicchi, en serio, no creo que sea buena idea… moriremos de frío —dijo entre risas y con la respiración agitada por la persecución. Sus manos estaban sobre mis brazos tratando de que lo soltara.

Debido a la igualdad en nuestras estaturas, hablé cerca de su oído mientras caminaba de regreso a la playa con él en la misma posición frente a mí.

—Te aseguro que no está fría, además hay agua caliente en el hotel por si la necesitas después —le recordé.

—Pero, mi ropa se arruinará, es costosa Kagamicchi~

—Pretextos hay de sobra, no me obligues a desvestirte.

Estaba decidido, quería darme un chapuzón y su renuencia me divertía, además no parecía para nada molesto, al contrario, sus risas y su tono de voz me decían lo contrario. Él se estaba divirtiendo tanto como yo.

Cuando sentí que ya no forcejeaba, caminamos a la par, la posición era bastante cómoda a pesar de la cercanía, creo que me había acostumbrado tanto a este tipo de contacto con Kise que ya no me era incómodo cuando él se acercaba tanto. Por lo regular, si otra persona intenta acercarse a mí, invadiendo lo que yo considero como mi espacio personal, actúo a la defensiva y me alejo rápidamente, no soy de los que acostumbre tener ese tipo de amistades, pero con él era diferente.

Kise había roto de alguna manera mis esquemas, porque ahora no me sentía extraño cuando él llegaba y se colgaba de mi brazo, tampoco si me abrazaba como en un principio solía hacerlo con Kuroko cuando no me conocía. Sé que es su manera de ser, es efusivo, quizás podría describirlo como cariñoso, y por ello durante nuestro viaje, me atreví a abrazarlo, porque deseaba hacerlo para relajarme y al mismo tiempo sabía que él no me rechazaría.

Pero esta sensación extraña y reconfortante sólo sucede en su presencia, a nadie más he permitido que tenga este tipo de atrevimientos y por ello ahora no me preocupaba que se molestara gracias al juego que comencé. Me relajé pensando que se había resignado y fui aflojando el agarre que mantenía sobre su cintura pero sin perder el contacto.

—Me ganaste, Kagamicchi. —Su voz parecía resignada, no sabía si podía o no confiar en que no escaparía, cuando caminamos sobre el agua que apenas nos cubría los pies él trató de zafarse y correr, pero no pudo y lo único que ocasionó es que quedáramos abrazados ahora frente a frente. Le sonreí divertido.

—¿Eres una especie de felino o algo así? ¿Por qué tanto miedo al agua? —pregunté mientras bajaba mis manos por su espalda y en un rápido movimiento tomé la parte trasera de sus muslos para alzarlo, obligando a que me envolviera con sus piernas como en un inicio.

—Claro que no, sólo a un loco como tú se le puede ocurrir bañarse en la playa tan noche —su réplica sólo me motivó más—. Kagamicchi. —Su tono parecía amenazador—. ¿Sabes que me voy a cobrar ésta, verdad?

—…Pues las vacaciones apenas comienzan —dije corriendo hacia dentro sujetándolo bien para que no se cayera.

Sus brazos se apretaron alrededor de mi cuello y su rostro permaneció ahí durante varios segundos. Le escuché jadear, como quien se queda sin aire cuando siente un cambio de temperatura tan de pronto.

—Dijiste que no estaba fría —me regañó.

Sentía el agua cubrirnos hasta el pecho, dejando apenas nuestros hombros y cabeza fuera. Sólo entonces él bajó los pies, palpando la arena y las pequeñas piedras que se podían sentir moverse entre los dedos debido al constante ir y venir del mar. Sus manos sobre mi pecho apenas me tocaban, quizás sólo se estaba recargando en mí.

—Mentiste —volvió a reclamar, mirándome directo a los ojos, las luces del hotel, así como la luna que tenía un brillo intenso esa noche, me permitían ver con claridad su gesto parecido al de un niño cuando reclama algo a sus padres. No pude más que elevar mi mano hasta tocar su mejilla y recorrerla con mi dedo índice mientras me perdía en su mirada color miel. Sólo cuando una ola más fuerte nos empujó, haciéndolo chocar contra mí fue que desperté del pequeño letargo en el que había entrado.

—Jóvenes. —Se escuchó un grito desde la orilla. Ambos giramos a ver a la persona que nos gritaba haciéndonos señas para que saliéramos, tomé la mano de Kise como por instinto y le jalé para que siguiera mis pasos ya que el agua comenzaba a golpearnos con fuerza, él caminaba un paso atrás de mí, hasta que el agua dejó de cubrirnos y salimos fue que le solté, caminando a su lado—. La playa se pone muy peligrosa a estas horas jóvenes, será mejor que regresen por la mañana —dijo el hombre que vestía el uniforme que llevaban todos los empleados de ese hotel, en sus manos traía un par de toallas que nos extendió para que pudiéramos secarnos.

Giré a ver a Kise que parecía un tanto serio, quizás se molestó después de todo al haberlo obligado a entrar tan noche. Su ropa se pegaba a su cuerpo dejando poco a la imaginación, así que me obligué a girar la vista a otra parte. Caminamos hasta la habitación después de recoger nuestras cosas, una vez que entramos cerré tras de mí y rompí el silencio.

—¿Estás molesto? —Tenía curiosidad, quizás me había excedido y si era así quería saber para no volver a hacerlo. Él me contestó con una sonrisa.

—Claro que no, Kagamicchi, sólo venía pensando en que el agua estaba bastante fresca. Iré a bañarme con agua caliente para no enfermarme —dijo entrando envuelto en la toalla. Me quedé sentado en los sillones que había en esa especie de lobby en la entrada, prendiendo la tele y cambiando de un canal a otro sin encontrar nada interesante hasta que Kise salió del baño, vestido con lo que parecía ser su pijama para dormir.

—Es mi turno —dije lo obvio y entré, enjuagando la arena que inevitablemente se pegó a mi cuerpo. Sentía a Kise bastante serio, aunque quizás sea que esté cansado, ha sido un día bastante largo y él trabajará mañana muy temprano.

Salí vestido únicamente con un pantalón corto, la temperatura en el hotel era agradable, no era fría ni caliente así que podía dormir fácilmente con esa única prenda. Me recosté viendo la espalda de Kise que parecía dormido ya.

—Buenas noches, Kise —desee a pesar de creer que ya dormía.

—Igualmente, Kagamicchi, estoy exhausto, aunque ha sido un buen día —dijo con su tono habitual, calmando así mis nervios, parecía que sólo imaginé su mal humor, después de todo nunca lo he mirado enojado.

—Lo fue —contesté maquinalmente, pensando en lo bien que sentí tomar su mano y abrazarle mientras estuvimos jugando.

Esa sensación era nueva para mí, nunca lo había experimentado estando a su lado y sólo de pensar un poco en ello me erizó la piel, así que decidí que era tiempo de dormir, no había necesidad de analizar aquello.

Notas finales:

Para nosotras es muy importante recibir las opiniones de las lectoras. Sabemos que esta pareja no es tan popular como otras, pero a las que les guste, les digo que una muy buena forma de hacer que haya cada vez más fic KagaKi es mostrando su apoyo a traves de los comentarios.

Besos~ y que tengan una linda semana.


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