Al despertar lo único que pudo ver fue una bolsa de tienda que colgaba de un gancho y por la que bajaba un tubito, no entendía de que se trataba, solo de que se sentía fatal. La luz del lugar era muy apagada. Miró a un lado y se encontró con una vela.
¿Pero que rayos hacía él iluminado por una vela? Entonces recordó…
Algo cálido estaba sobre su mano izquierda, miró hacia ella y encontró una cabellera rubia que descansaba sobre esta.
Debía haber estado tan mal que el perro se enteró. Le esperaba un buen sermón cuando despertara. Rodó los ojos y pensó que no sentía tanto frío. Las medicinas que el otro debió haber traído debían estar funcionando, se dijo con una mueca y sintió los goznes de la puerta moverse. Supo entonces que era hora de que el otro despertara pues alguien estaba entrando.
Joseph despertó con el sonido apagado de la puerta al abrirse todo alerta. Sumeragi se asomó—Lo siento Wheeler san. Vine a ver como está Kaiba sama—
Oye no tienes porque llamarlo sama. Es un desgraciado idiota, después de todo—dijo mirando al “dormido” Seto.
Sorprendido el pelinegro después de un momento mientras se posicionaba al lado del ojos azules para revisar el improvisado suero, sonrió.
Mejor deberías cuidarte tú. Eres el que peor quedó de todos y todavía te preocupas por los demás. ¡Ve a descansar que yo me ocupo!—le dijo Joseph.
“Si. ¡Yo me ocupo! ¡Durmiendo como una bestia? ¿Esa es forma de cuidarme?” pensó el castaño mientras fingía dormir.
No es nada. Me iré a dormir después de esto—le contestó el pelinegro—Usted le quiere mucho. ¿No es así?—
¿A este idiota?—dijo Wheeler con una sonrisita como de “en verdad le quiero”.
Arriesga su vida por él constantemente. Se pelea con un clan ninja para mantenerlo vivo y esta por quedarse con menos gente solo por insistir en no abandonarlo—declaró el joven para sorpresa del oyente “inconsciente”.
¿Qué estaba pasando? Se preguntó Seto.
Yo no me enfrento al Yamitori por él—dijo el ojos mieles.
Los dos sabemos que una persona como usted podría desaparecer fácilmente por su cuenta, sin necesidad de volver a por él. Dejarlo atrás hubiera sido lo que un asesino profesional hubiera hecho como dijo Sakurazukamori—mencionó el pelinegro. Hablando de cosas que el ojos azules ya sabía.
Dejarlo no era una opción para mí. Los demás podéis hacer lo que queráis—dijo el ojos mieles mirando al ojos azules con mirada cálida y entonces vio un movimiento ocular. Se dio cuenta de que el otro estaba despierto y dijo con voz algo alterada—Aunque a veces me da ganas de tirarlo al tacho de la basura—mientras retorcía una de sus piernas.
Subaru alarmado e ignorante del fingido sueño le llamó la atención diciendo--¡Wheeler san! ¡No haga eso!—estaba asombrado de la crueldad que el otro demostraba de pronto con el que un momento antes decía que no dejaría.
¡Maldito perro!—gritó Kaiba sentándose y pegando en la mano que aferraba dolorosamente su pierna.
¡Lo sabía! ¡Llevas despierto un rato!—gritó el ojos mieles furioso.
¡No es cierto!—negó Seto.
¡Mentiroso!—le acusó el rey.
¡Demuéstralo!—dijo el ojos azules.
Joseph sonrió inesperadamente—Estás mejor. ¿No es así?—
Estoy tan bien como para escuchar las marranadas que estás haciendo—dijo Kaiba recostándose de nuevo pues se sentía débil aún y después de su repentino “despertar” le daba vueltas la cabeza.
¡Así me gusta! Nos queda la parte más difícil—le dijo el rubio.
No sé porque me lo esperaba—dijo Seto tapándose los ojos con un brazo con ademán cansado.
Es mejor que me vaya—dijo más tranquilo Sumeragi—Ustedes tendrán de que hablar y yo ya hice lo que vine a hacer—
Gracias Sumeragi san, por todo—le dijo el melado y los dos se miraron por un momento antes de que el otro se fuera sintiéndose satisfecho.
¿Por qué tanto agradecimiento?—preguntó el CEO.
Él salvó los traseros de todos hoy—le explicó el melado.
¿Por qué no me sorprende?—dijo con ademán cansado el ojos azules—Todo alrededor tuyo no es como aparenta—
No es cierto—le contestó el asesino—Tú eres idéntico a lo que aparentas—
Eso solo demuestra que hasta tú puedes ser ciego a veces—le contestó el ojos azules con voz cansada.
¡Oye, Seto! Superaremos esto. ¡Ya lo verás!—dijo el rey mientras ponía una mano sobre la mano al otro lado del cuerpo del acostado temiendo que se estuviera dejando llevar por la desesperanza.
El otro hizo un movimiento sorpresivo agarrando la muñeca de Wheeler que de haber sido otro el rey hubiera golpeado sin piedad en el momento para evitar ser atacado pero por ser él se quedó sorprendido y esperó.
El castaño haló la remera del rey hasta que sus labios se encontraron. Al separar sus labios de los de Seto este preguntó a Joseph--¿Aparentaba estar deseándote?—
Tú siempre has aparentado estar mal de la cabeza—respondió Wheeler antes de ser halado a la cama--¿No pensarás en serio…?—estaba francamente sorprendido de que al otro se le ocurriera semejante cosa.
¿Dijiste que estaba mal de la cabeza, no es así?—preguntó Seto sonriente.