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EL REY DE LOS ASESINOS 4 "SED DE SANGRE" por desire nemesis

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Despacio fue impregnándose del dulce sabor del ojos negroazulados, despacio fue desvistiendo su figura después de entrar al dormitorio del otro. Con lentitud fue recostando a Subaru en la cama, mientras el también se quitaba la camisa, después de descubrir su torso el de lentes comenzó a bajar su lengua por la barriga del otro hasta llegar a su vendaje lo que le recordó lo que sintió al ver al otro herido en el suelo.

 

Cerró los ojos y volvió a la cara del muchacho que tenía una sutil apariencia a uno de esos personajes níveos de las leyendas.

 

Lo irguió un poco más y se entretuvo con la parte trasera de su hombro y subió sus labios por la nuca del otro logrando un estremecimiento en el casi doctor.

 

Cuando estuvo dentro no pudo evitar advertirle—Nunca vuelvas a hacerlo—

 

¿Qué?—preguntó Sumeragi sorprendido.

 

¡Jamás vuelvas a arriesgarte así!—le advirtió el mayor.

 

El menor no pudo sentirse más feliz. Al ver esa muestra de preocupación por él y tomando su cara con sus manos le besó mientras los dos llegaban al ansiado climax.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Joseph despertó, se mantenía acurrucado sobre el pecho del otro, el suero estaba por encima de la cabecera de la cama así que no había sufrido daños. Se volteó y tomó de la mesa de luz el blíster con el antibiótico y sacó una pastilla, agarró el vaso de agua y sentado a su lado empujó al dormido castaño con la mano que contenía la píldora.

 

El otro manoteó para quitar la mano que insistía en sacarlo de su relajante sueño--¡Anda! ¡Despierta idiota! ¡Toma tu medicina que no soy tu enfermera!—le dijo un poco molesto el rubio.

 

¿Entonces por que me estas molestando?—dijo el otro abriendo un mar y poniendo sobre el ojo su brazo para no ser turbado por la luz.

 

¡Compórtate como adulto y tómala!—le dijo el melado.

 

Seto con el ceño fruncido le preguntó--¿Y si no lo hago qué?—

 

El ojos mieles sonrió como diciendo “Este necesita una lección”. Puso la píldora en su propia boca y tomó un sorbo de agua. Antes de que Kaiba pudiera preguntar que hacía su boca era atrapada por la del asesino que expulsó su contenido en la de él.

 

Luego limpiándose su boca le dijo al castaño—Eso es para que recuerdes con quien hablas. Yo siempre logro mis objetivos—

 

¿Escupiste en mi boca?—Seto no podía estar más cabreado—Esto es asqueroso—se limpiaba la boca sin parar.

 

¡Para que aprendas! La próxima toma tus medicinas o las escupiré en tu boca—le amenazó Joey y el otro lo miró como si le hubiera salido otra cabeza.

 

 

 

 

 

 

 

 

Después de que ambos guardaran un rato de silencio el castaño le preguntó lo que hacía rato rondaba su cabeza, tal vez porque había estado tan enfermo se lo había preguntado mucho esos días--¿Cómo fue que él te eligió?—

 

El rubio estaba sentado en la cama abrazando sus rodillas, tapado solo con la sábana, sonrió un poco—Fue mi elección. ¿Sabes?—le dijo al CEO tomándolo por sorpresa. ¿Cómo podía un niño elegir ser un asesino?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Apenas mis padres se habían separado y yo estaba furioso pero no podía decir nada por lo que en la escuela buscaba toda excusa para pelearme y no me llevaba bien con nadie.

 

Por esos días también me encontré un perrito tirado que mi padre no quiso que me quedara pero yo le tenía cariño.

 

Es gracioso… ahora que lo pienso. Sentía cariño por un perro callejero y tú siempre me llamaste así para hacerme enfadar.

 

Bueno… Yo le llevaba lo que dejaba del almuerzo que era más o menos la mitad. Le había hecho una casillita en un callejón a unos metros de la escuela e iba por ahí al salir de clases…”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dos guardaespaldas guardaban al joven jefe yakuza que estaba invadiendo los territorios de los mayores y regando su nuevo veneno entre los jóvenes cocinado por un tipo que él solamente conocía.

 

Al rey sorprendentemente no lo contrató su competencia sino la ley. Y es que el narcotraficante era una amenaza peor que los grandes mafiosos pues no solo se escapaba constantemente de sus garras con tecnisismos legales sino que era mucho más brutal que todos los demás. La justicia sentía que era tiempo de gastar en tratar de atraparlo y solo deshacerse de él sin hacer mucho ruido y sin intervenir realmente.

 

Por lo tanto contrataron al mejor sujeto para la misión. Alguien con las manos bien sucias pero irrastreable. Debía destruir a su laboratorista y a él para que nadie más se apropiara de la receta que estos tenían.

 

El laboratorista y los dos guardaespaldas no fueron oponentes para el arma del rey que se preparaba para disparar al joven líder cuando vio que el otro se apercibía hacia él con su cara de maleante resuelta a matarlo con la katana que tenía entre manos y si el rey hubiera sido un asesino menos entrenado hubiera muerto en el acto. El rey descubrió para su sorpresa de que su enemigo incluso se equiparaba a él en las artes marciales por lo que fue un enemigo muy difícil de vencer y gracias a que el otro manejaba una katana y él solo un wakizashi.

 

El otro buscaba huir también así que se salió por una de las ventanas hacia la parte trasera del edificio después de herir en un brazo al asesino que le siguió con ahínco y logró su cometido en el callejón por el que el otro pretendía escapar.


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