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REY DE DRAGONES (HELIOS SAGA) por desire nemesis

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Habían pasado dos días desde el encuentro que casi le cuesta la vida a su majestad y desde entonces el castaño estuvo demasiado apegado a cierto rubio según se daba cuenta él mismo. Tal vez era la extraña mezcla de circunstancias que habían ocurrido desde su llegada pero algo más fuerte que su lógica le llevaba a desesperarse ante la idea de que lo llevaran de su lado y aunque se daba cuenta jamás lo aceptaría.

 

Había hecho que Joseph le acompañara al trabajo y solo se apartaba de su lado para comer o dormir lo que tenía un poco a disgusto al otro. Además Joey seguía sin saber como proseguir. El rey no era malvado pero tampoco era rey. Él era el legítimo rey de Iskabad y debía pronto recuperar su trono para así poder poner a salvo a su familia. Se lo debía a su padre y hermano que murieron por conseguirlo.

 

Además él ahora conocía el secreto de los dragones y de los de su especie. Nadie más, inclusive su padre y hermano había podido acceder al secreto que ellos guardaban y que se le había revelado en su viaje.

 

Miró sus manos mientras iba desde la sala de la biblioteca de mapas, traía unos mapas que su “amito” le había pedido. Entonces lo vio a lo lejos conversando con una extraña mujer, muy hermosa, de piel cetrina y larga cabellera negra y unos jóvenes cerca de él comenzaron a murmurar. Él los oyó.

 

¿Esa es la señora Isis?—preguntó uno.

 

¡Exacto!—le respondió el otro.

 

Hacen una linda pareja—dijo el primero.

 

Por lo menos son muy compatibles. Ella es la gran maestra del templo del sol y él será el sumo maestre de la orden del poder. Dicen que ambos comparten el amor por las antiguas civilizaciones y el descubrimiento así que no sería nada raro que terminen casándose y como ambos son del mismo nivel sus padres estarían encantados—habló el segundo.

 

¡Vaya! Se dijo Joseph mirando a la hermosa y alta mujer que hablaba de igual a igual con el castaño y que le inspiraba respeto por lo que se veía. ¡Con que el idiota estaba enamorado! Eso le alegraba el día. Si el otro estaba distraído por una mujer no estaría tan pendiente de sus actos. Ese pensamiento le dejó mas tranquilo.

 

Se les acercó y esperó a su lado como un buen siervo con los mapas abrazados y los escuchó conversar sin levantar la vista más de una vez para ver de cerca a la mujer que inspiraba al ojos azules y tuvo que aceptar que este tenía buen gusto.

 

Una vez ella se hubo despedido los dos entraron al despacho en la  biblioteca de Kaiba y su siervo puso los mapas en el escritorio.

 

Si me permite amo ella es una mujer muy hermosa—dijo el rubio pensando que el otro debía estar loco por una mujer así.

 

No veo el caso de comentar tal cosa. Isis es una persona muy valiosa para el reino—dijo el castaño mientras revisaba los mapas. ¿En que estaba pensando el otro haciendo tales comentarios?

 

Solo pensaba que sería una digna esposa para usted. ¿No es así?—preguntó alegre el melado.

 

El ojos azules se quedó frío. Que rápido corrían los rumores. No era de extrañar. Desde hacía un tiempo todos daban por hecho la pareja de ambos. Pero lo cierto era…

 

Ella y yo no somos más que personas con los mismos gustos—dijo el castaño mirando las escrituras en el mapa para no mirar al rubio.

 

¿No se trata de eso el amor?—preguntó Joey con cara feliz, quería que el otro se distrajera para llevar a cabo su misión.

 

Seto lo miró pensando que lo que le hacía hablar de tal manera era la ingenuidad de la juventud y lamentó profundamente que el otro le dijera esas cosas a él porque aumentaba su turbación.

 

¡Vete ahora que necesito concentrarme y me desconcentras con tu perorata!—le gritó todo tenso Kaiba.

 

¡Cómo ordene amo!—le contestó el melado antes de salir. La forma en que había hablado antes le hacía pensar que los sentimientos del castaño no eran correspondidos por la pelinegra. Una ayudita no le vendría mal. ¿Cierto?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Unas manos cálidas en esa zona le dieron un cálido despertar. Se movió hacia la persona que estaba tocando tan privado lugar y descubrió para su beneplácito que se trataba del que le quitaba el sueño por las noches.

 

¿Qué ha…?—trató de preguntar pero el otro tapó su boca con la propia para después ir bajando por su pecho besando cada parte de su piel hasta que llegó al lugar—No ha…--su advertencia quedó en la nada cuando sintió como su boca consumía su miembro. Una sensación debilitante y súbita se apoderó de su ser y su cabeza se echó para atrás mientras cerró los ojos y profirió un auténtico grito de placer que a sus oídos fue demasiado sonoro. Trató de pararlo pero al levantar la cabeza para mirarlo el otro sacó su falo de su cavidad para mirarlo a los ojos. Un poco de líquido blanco escurría por la comisura de su boca y eso lo detuvo como a su respiración. ¿Por qué demonios se sentía atraído por ese tipo? Eyacular era cosa de segundos.

 

Entonces…

 

…despertó.

 

¡Rayos!—gritó al descubrir que estaba en la misma cama pero abrazado a una almohada y nadie podía haber visto lo que trataba de hacerle al objeto si quería mantener su orgullo. Aunque al momento de separarse de ella se dio cuenta de que le había dañado en algún lugar pues soltaba plumitas. Pensó que era el colmo de su deshonra.

 

Tendría que sacarlo de esa casa o se volvería loco. Pero eso no era lo peor. Lo peor es que ya era casi la hora en que el sol salía y que vendría a despertarlo y no podía verlo nadie con el problema que lo estaba acosando. De repente se dio cuenta de la pequeña montaña que se elevaba en las sábanas sobre su ingle.

 

Humillantemente solo podía solucionarlo de una manera. Se dispuso a hacerlo rápido antes de que alguien llegara y…

 

Su mano tomó su endurecida y caliente virilidad y comenzó a masajearla. Primero con urgencia pero luego de unos momentos para su terrible disgusto el placer tomó la iniciativa y en su cabeza imágenes malsanas de su sueño empezaron a pasársele por enfrente. Esa maldita imagen de su boca junto a su falo con el chorrito blanco cayendo por su barbilla.

 

¡Maldita sea! Fue su pensamiento antes de explotar en su mano y entre sus sábanas.


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