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REY DE DRAGONES (HELIOS SAGA) por desire nemesis

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En las últimas semanas lo que anidaba en su interior fue creciendo casi con pasmosa velocidad. La fiesta de compromiso había sido llevada a cabo unos días atrás y el rubio descubrió su desconsuelo al ver de pronto al castaño junto a la señora Isis. Todo lucía tan perfecto en aquella fiesta. La gente comentaba que habían nacido el uno para el otro mientras él servía las mesas.

 

Desde aquella vez el que dormía todas las noches en la cama del ojos azules había sido Joey pero jamás habían pasado de besos y caricias como el otro prometiera y eso ponía peor la situación para el melado. Se estaba confundiendo de prioridades, se decía con frecuencia, estaba olvidando sus objetivos, se reprendía, pero lo peor era saber que eso en realidad no cambiaba nada. Seto Kaiba le atraía aunque no quisiera admitírselo a si mismo.

 

Estaba sentado en esa cama pensando en tales cosas cuando unos suntuosos labios se posaron sobre su yugular mientras también murmuraban una pregunta--¿En qué estás pensando?

 

Joseph mintió—En nada. En cosas del trabajo—

 

No aquí, no ahora—dijo el castaño dirigiendo una mano invasora a por debajo del cinturón.

 

El rubio exhaló fuerte al sentir como la reptadora mano se aproximaba a una de sus partes más sensibles, su mano izquierda por impulso se dirigió al hombro derecho de quien estaba detrás, rotando para alcanzarlo en un ruego mudo que en verdad no pretendía alcanzar su objetivo y los labios del otro se apropiaron de los suyos mientras el otro lo halaba al interior de la cama con su brazo sujetando su cintura, lo depositó sobre las almohadas de pluma mientras su mano hacía menesteres con el viril miembro.

 

Joey agarró su cabeza, como se había hecho costumbre, para profundizar el beso mientras sus piernas erizadas se contraían de puro placer, y es que esa caricia nueva y excitante le provocaba algo que…

 

¡Tenme ahora!—le ordenó a su amo—Antes de que pueda arrepentirme—le murmuró a sus labios cercanos.

 

¡No haré eso!—exclamó el noble—No a menos que estés seguro. No podría…--el rubio lo silenció con un pasional beso mientras su entrepierna se alzaba gracias a que su cuerpo que se arqueaba.

 

Seto intentaba cumplir su palabra y resistir para que el otro estuviera seguro pero sus instintos y su deseo comprimieron su lógica y su palabra bajo el yugo de la pasión. Despacio lo preparó mientras escuchaba los gemidos del otro subir y subir de nivel. Las manos crispadas del melado le dejarían indelebles moretones.

 

El ojos mieles estaba descubriendo lo que era dejarse llevar por la pasión recién entonces, su cabeza ya no pensaba, solo su cuerpo sentía y cuando el castaño estuvo dentro por fin, mas allá del dolor de la primera impresión sintió el éxtasis del contacto con su próstata con la primera embestida y comenzó a rogarle que no parara con los ojos bien cerrados y las manos asidas a él como intentando retenerlo a su lado hasta que ambos terminaran. El final llegó después de una gran agonía para los dos e hizo experimentar a sus cuerpos el más pleno éxtasis que sintieron jamás.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Kurogane se veía sorprendido y agitado cuando su rey se le acercó en las afueras de sus habitaciones--¿Qué te sucede?—le preguntó Fye y los ojos rojos que por un momento lucían desorbitados lo miraron, después de un momento asintió hacia su acompañante, dándole el visto bueno para que se fuera.

 

El pelinegro miró a su majestad y le comunicó algo consternado y preocupado aún pero muy sereno—Hemos encontrado lo que buscábamos—

 

¿Buscábamos?—preguntó el rubio sin comprender y el ojos rojos casi hace una rabieta pero se auto-calmó.

 

Al heredero de Milor, majestad. La persona que es un peligro para usted—dijo el gekkian para sorpresa del hijo de Midas.

 

¿En serio?—preguntó el ojos azules y el otro asintió lúgubremente--¡Queremos verlo!—

 

¡Imposible! ¡Usted y esa persona no deben tener contacto!—se espantó el oficial.

 

¡Nosotros decidiremos eso! ¡Somos vuestro rey y nos obedecerás! ¡Juzgaremos que clase de persona y que intenciones tiene! Si no lo traes con vida ante nosotros, Kurogane, aunque seas nuestro amigo… yo… ¡No nos obligues a hacer tal cosa!—dijo el ojos azules con lágrimas en sus profundos ojos, lo que era una amenaza al final se convirtió en un ruego—¡No quiero que más sangre inocente se derrame!—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un mensajero del rey se presentó ante Seto con un llamado, se pedía que asistiera a palacio lo antes posible por un asunto urgente. Mientras caminaba por la biblioteca se preguntaba qué habría pasado para que le llamaran con tanta insistencia y tan urgentemente. Buscaba al ojos mieles con la vista pero no lo hallaba.


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