Ambos estaban volando en dirección a aquellas montañas, ninguno emitía palabra alguna, sin embargo Gohan se dio cuenta de como el de piel verdosa tomaba distancia desde que salieron del templo.
"¿Es mi imaginación o el señor Piccolo se esta alejando un poco de mi?"- Gohan se mortificaba con aquel pensamiento; de su mente aún no salían aquellas imágenes de su sueño, continuaba apenado, por lo que no se opuso a la distancia que el namekiano ponía.
Llegaron a la casa del joven, Gohan descendió al suelo al igual que el de piel verdosa.
-Ya me tengo que ir señor Piccolo, me alegra haber pasado tiempo con usted.
-A mi tambien me alegra Gohan.- Piccolo iba a posar su mano sobre la cabeza del menor, sin embargo se retractó y solo le sonrió. - Cuídate mucho Gohan.- con eso último se alzó en vuelo y se fue desapareciendo de la vista del menor.
El joven se quedó ahí hasta que la imagen de su maestro desapareció de los cielos, se fue caminando hasta la entrada de su casa, la pelinegra lo recibió con felicidad, le había preparado un banquete pero el joven se negó a comer, alegando que ya había comido en el templo.
Sin más se dirigió a su habitación, cerrando la puerta y después sentándose en la silla junto a la mesa donde reposaban sus libros. Tenía que pensar en todo lo que le había pasado desde la mañana.
Repasó los hechos; primero se había levantado en la mañana con aquella erección que dejo pasar por alto, no recordaba su sueño. Después se había ido al templo a ver al señor Piccolo, admitía no tener interés en ese momento de pasar tiempo con Dende, principalmente fue por el de piel verdosa. Después llegó aquel sueño extraño, que le causo otra erección, lo peor es que lo recordaba y había sentido como si hubiese sido real, primero había negado tocarse logrando dormir nuevamente. Pero cuando el namekiano le dijo que se diese un baño los recuerdos de aquel sueño lo invadieron causando la curiosidad de tocar su joven cuerpo.
-Cuando el señor Piccolo me tocó, pude sentir como mis mejillas se calentaron.- el joven dio un suspiro, era vergonzoso para él recordar tales hechos, ademas de que se vio casi descubierto por el namekiano. - No sé con exactitud que me sucede, pero de alguna manera me hace sentir una extraña felicidad y vergüenza al mismo tiempo.
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Piccolo estaba volando sin un rumbo fijo, su mente no podía mantener la concentración por lo que se detuvo a la mitad de su vuelo. Diviso a unos metros unas cuevas entre las montañas, decidió aterrizar ahí .
Se sentó a la orilla de una de las cuevas, tratando de meditar para relajar su mente.
-"Jamás pensé que yo le causaría molestias a Gohan, ahora entiendo su comportamiento tan extraño. Cuando salió volando del templo en cuanto lo toqué o en el baño cuando intente sacarlo de la bañera, debe darle asco que yo lo toque" ¿Qué pude haber hecho para causarle eso?
El namekiano tenía un semblante lleno de tristeza, lo que menos quería era que Gohan se sintiese mal y él creía que lo hacía sentir mal con solo su presencia.
Para Piccolo, lo más importante era Gohan y se había prometido hacer cualquier cosa por ver al joven feliz, lamentablemente la idea que tenía en mente causaría los efectos contrarios.
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Tic, tac, tic, tac...
El sonido del reloj retumbaba por la habitación, el joven pelinegro trataba de leer sin éxito alguno; su mirada se hacía fija en las manecillas de aquel reloj que colgaba de la pared frente a aquella mesa donde estaba.
-Las cuatro...-el joven susurró para después dejar salir un suspiro de sus labios. Su mente estaba perdida, deseaba que el tiempo pasase y al mismo tiempo que se detuviese.
Se encontraba realmente preocupado y triste. ¿Cuánto había pasado? ¿Cinco o siete días desde que no ha vuelto a ver al namekiano? Ya ni siquiera él lo sabia con seguridad.
Había estado rondando por el área de los prados donde usualmente el de piel verdosa lo vigilaba, sin embargo no sentía su presencia. Desde aquel momento en que su maestro se despidió de él, no volvió a dar señal alguna de estar cerca.
-¿Se habrá dado cuenta de lo que ocurrió conmigo en el templo? - el joven estaba preocupado, solo pensar en el hecho de haber sido descubierto lo ponía sumamente nervioso. - No, de ninguna manera pudo haberse dado cuenta.
Gohan sentía que se estaba preocupando demasiado, es decir, ya había pasado antes días sin ver al namekiano , pero de algún modo sentía la necesidad de ver su rostro, su sonrisa, escuchar su voz y sentir aquella mano pasearse por su cabeza. De nuevo aquel sonrojo involuntario invadía sus pómulos al recordar todos esos aspectos de su maestro, dese aquel día en el baño que se tocó, no lo volvió a hacer, sin embargo su cuerpo reaccionaba.
Su entrepierna comenzaba a despertarse, su respiración se hacía acelerada. Ya sabía lo que significaba, en uno de los libros que su madre le dio, explicaba algunas reacciones fisiológicas que concordaban con lo que le pasaba. Estaba consciente de que se estaba excitando pensando solo en su maestro.
Trató de pensar en otras cosas, pero fue inútil, su miembro ya se encontraba erguido, la ropa causaba que se apretase y doliese un poco. Daba gracias a que le puso seguro a su puerta, no soportaría que su madre lo encontrara con tal problema entre las piernas.
-Piensa en otra cosa y se ira...- el pelinegro hablaba para sí, trató de pensar en combates, libros e incluso en problemas matemáticos, pero su cuerpo parecía no querer quitar aquella calentura.
Sin querer, pensó en el namekiano, en esos sueños que lo invadían cada noche, la manera tan real con la cual sentía los labios de su maestro posarse sobre toda la extensión de su cuello. Como aquella lengua resbalaba por su oreja marcando un camino hasta la pequeña manzana de Adán que el joven tenía.
Una de sus manos tocó con nerviosismo aquella parte baja aún sobre la ropa, de inmediato soltó un suspiro. Sus ojos se entrecerraban, sobaba con lentitud aquel bulto completamente endurecido; un cosquilleo lo recorrió desde la cabeza hasta los pies.
-Ah..mng..- el joven trataba de comprimir sus gemidos con el dorso de su mano libre mientras la otra continuaba masajeando aquel bulto.
Ese tacto no era suficiente, su mano desabrocho aquel pantalón negro de tela bajándolo un poco, su ropa interior ya se veía humedecida, bajó ligeramente el frente de aquel bóxer dejando salir aquel miembro necesitado de atención. Era un poco incómodo estar sentado en la silla frente a la mesita, pero no lo resistía más, por lo que posó sus dedos por aquella cabeza rojiza, sus rodillas temblaron al instante, esa sensación era deliciosa para el joven inexperto.
Con timidez rozó sus dedos por la extensión de aquel falo, causándole varios cosquilleos. Lo dudó un poco pero tomó con mas firmeza su pene ya resbaloso comenzando a apretarlo un poco mientras lo movia de arriba hacia abajo.
Su gemidos se acallaban con aquella mano que cubría sus labios, sus ojos se cerraron con fuerza con cada vaivén. Su pulgar pasaba por la punta, tocando de vez en vez la uretra dándole una mayor estimulación.
-Mmg..mmg...- su respiración se aceleraba cada vez más, daba pequeños movimientos de cadera, aumentando la velocidad de la mano que envolvía su miembro. Una descarga eléctrica recorría su cuerpo, no sabía si podría acallar sus gemidos por más tiempo, el sonido de su mano resbalando por ese falo era demasiado excitante.
Lo sentía, un cosquilleo por debajo del vientre, no había retorno en aquello, la velocidad continuó aumentando, sintió como una vibración recorrió su cuerpo, no tuvo más opción que morder su mano para acallar aquel gemido que llegó con el tan esperado clímax dejando salir un liquido espeso que macho la parte baja de la mesa y su mano, dejando en su cuerpo varios espasmo.
Sus mejillas estaban rojizas, trataba de acoplar su respiración mientras su cuerpo continuaba con pequeños temblores.
-Haa..haa..-miró su mano, están llena de un liquido blancuzco espeso, era la primera vez que experimentaba una eyaculación. Ya se encontraba más consciente, sentía vergüenza de sus actos, pero debía admitir que se había sentido muy bien, era algo que jamás había experimentado.
Se levantó a buscar algunos pañuelos y a limpiar su mano juntos con la mesa donde había dejado la evidencia de sus actos.
Salió de la habitación en cuanto terminó de limpiarse, dirigiéndose de inmediato al baño para darse una buena ducha y refrescar su cuerpo y mente.
Se desvistió por completo para meterse bajo el agua fresca, dejando su mente divagando por un momento, nuevamente pensando en el de piel verdosa.
-"Mañana definitivamente iré a ver al señor Piccolo, tal vez solo estoy pensando de más y se encuentra entrenando, no creo que él me evite."
El joven quería mantener las esperanzas de que aquel distanciamiento solo fuese obra de su imaginación.