¿Qué piensas hacer ahora?—preguntó Kurogane. Se sentía furioso y también asustado. El ojos mieles había probado ser un enemigo casi invencible al tener poder sobre él.
Solo quiero recuperar lo que nos pertenece. Los descendientes de Midas no merecen ser nada. Así que yo me quedaré aquí y velaré por lo mío—contestó el rubio—Todos se someterán a mí, y el que se oponga…--
¿Piensas seguir utilizando a tus dragones para que te protejan?—preguntó el pelinegro.
No veo razón para no hacerlo. Al contrario que la gente ellos no pueden ser comprados y mi seguridad en su lealtad es total—dijo el melado muy seguro.
¡No puedes hablar en serio!—se sorprendió Fye.
Dominar un reino no es lo mismo que asustar a un palacio. Tus dragoncitos no podrán dominar a todo el territorio—le contestó Kurogane.
¿Tan seguro estás de ello?—preguntó Joseph con una sonrisa ladina y caminó junto a ellos dirigiendo a uno de los ventanales rotos—Porque a mí me parece muy posible—
Todos miraron con horror como sobre cada techo de Endimyon se encontraba un dragón además de los que estaban allí, devorando los restos de los enemigos.
¡Son… demasiados!—dijo con estupor Fye mirando todo aquello. En toda la historia del reino jamás se supo de tal cantidad.
Ustedes se confiaron demasiado. Pensaron que los dragones tenían un número limitado, y que su estadía se confería a momentos de necesidad pero yo puedo preservarlos aquí por el tiempo que desee—dijo Joey triunfal—Un ejército eterno que evitará cualquier intento de derrocarme—
¡Estás loco! Si los mantienes mucho tiempo aquí terminarán devorando a la ciudad—habló por fin Kaiba.
La sonrisa del melado se expandió—No deben temer por ello. Ellos no tienen necesidad de comer. Lo hacen por instinto, no por necesidad. Por eso hablo de un ejército eterno. Ellos no morirán…--dijo tocando el morro de uno cercano mientras los miraba--…a menos que yo lo decida—
Si tenía el poder que decía Joseph podía ser algo muy parecido a un…
¡Dinos ya, por favor! ¿Qué descubriste? Si eres tan poderoso como afirmas no puede asustarte el que lo descubramos—le dijo Seto y Joey lo miró—Afirmas que no son una combinación de hombre y dragón, entonces… ¿Qué más pueden ser?—buscaba una forma de encontrar el talón de Aquiles de esa situación y sabía perfectamente que esa clase de hombres, de la que parecía ser parte, disfrutaban comentar su poder. Atraerlo con ese reto era un intento por obtener lo que necesitaba para hacer que cayera. O eso pensaba él. La verdad es que con intensidad buscaba saber el origen de todo aquello y comprender al otro. Estaba en un terrible aprieto pero su insaciable curiosidad no podía permitirse en cejar en su intento de saber la verdad. También todo ello, si era cierto, era parte de la historia de Iskabad.
Sé que tu interés es para proteger a los tuyos además de tu habitual curiosidad, les diré lo básico para que comprendan que mi familia está muy lejos de lo que ustedes pensaron que somos. Pasé horas esperándote en tu biblioteca, suficiente tiempo de ocio para leer y averiguar ciertas cosas entre tus materiales. Encontré cosas que le daban sentido a lo que yo ya sabía y por eso te agradezco—dijo Wheeler.
¿Qué cosas?—preguntó el castaño ansioso.
Después de una ligera sonrisa y mientras se sentaba en la silla que había sido destinada al rey en su casamiento con las piernas cruzadas y aire pensativo el melado continuó—Existe una leyenda que debes conocer. En una civilización anterior quedaron papiros que hablaban de la creación del mundo por parte de un divino benefactor el cual era en esencia un ser muy cálido y que defendía a los humanos de los demonios con tesón—A Seto esa historia se le hizo conocida—Dice que su poder natural era el fuego y que sellaba a los demonios que intentaban destruir todo lo que él había creado. Pero un día un ataque casi le causa la muerte aunque él no podía morir. Fue quemado hasta apenas parecer un montón de carne calcinada, perdió la noción de quien era y fue cuidado por un humano que lo hizo pasar como su hijo. Ante su sorprendente recuperación el humano sospechó de algo pero decidió protegerlo al ver lo indefenso que estaba. Él sin ser consciente de quien era se enamoró de un humano y por diferentes circunstancias fue atacado por otros hasta casi matarlo pero así descubrió finalmente su propia identidad. Dicen que esa divinidad vivió muchos años con su ser amado pero este falleció como es lógico, mientras que él al ser inmortal ni siquiera envejeció. La muerte de esta persona le produjo tal pesar que él vagó enloquecido de dolor. Así lo encontró uno de los demonios e intentó reducirlo a cenizas. En el combate ambos se destruyeron pero algo más pasó… al regenerarse la divinidad descubrió que había cambiado porque parte de él ahora se sentía diferente y un poder nuevo obró en él—
¿De qué hablas?—hasta la parte del combate Seto lo recordaba pero… ¿Lo otro?