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REY DE DRAGONES (HELIOS SAGA) por desire nemesis

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Bien—dijo el ojos mieles—En verdad no recuerdo mucho de lo sucedido justo después del asesinato de mi hermano—

 

¿Desclavaste tú su cabeza, no es así?—preguntó Seto y el otro le echó su furibunda mirada.

 

Su tono se oscureció--¿Creíste que dejaría clavada su cabeza en una pica para verla pudrirse?—

 

Entonces cuenta desde ahí ya que lo recuerdas tan bien—dijo enojado Kaiba.

 

Si no recuerdo bien es porque vagué por el desierto varios días, sin rumbo, perdido y la falta de alimento y agua desvanecieron mi mente consciente—le contestó el ojos mieles.

 

Pero viendo que te encuentras hoy aquí algún alma caritativa te ayudó o el agua se vertió del desierto gracias a tu inmenso poder—dijo con obvias intenciones de chanza el ojos azules.

 

Nada más lejos de la realidad—dijo antes de contarle la verdad Wheeler con una sonrisa en los labios y ojos lejanos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Y entonces como supiste que si te herían los dragones no iban a matarte?—preguntó el castaño anonadado con la historia tan interesante pues a él esa clase de cuentos le parecían fábulas y como todos sabían los cuentos, mitos o leyendas fascinaban a Kaiba.

 

Lo supe por convivir con ellos, nada más—contó el rubio—Ahora sé como piensan y lo que odian más que nada—

 

¿Lo que odian?—preguntó sorprendido el ojos azules.

 

Si, pero no voy a decírtelo—dijo el rey.

 

Porque no confías en mí—aseguró el bibliotecario con rencor.

 

Porque quieres saberlo. Algún día tal vez te lo diga si nos volvemos a ver—dijo como finalizando la charla Joseph y de pronto el castaño se dio cuenta de que no quería que eso ocurriese.

 

Esa divinidad…--dijo Seto de pronto y el otro lo miró—Pude ver que al hablar de la persona amada en ningún momento te referí…--

 

Si. Yo también lo noté pero no quise decirlo sin fundamento. En todos los escritos nunca se menciona si esa persona era hombre o mujer pero la idea de que no tuvieran hijos y que solo pudieran reproducirse después de morir al mezclar sus genes… da que pensar—dijo el ojos mieles mientras se sacaba una pelusa del pantalón—Ahora tengo algo que hacer. Sabes donde está la salida—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Kurogane estaba lleno de furor, volcó la mesilla junto a la puerta de la habitación destinada a su querido rey. Fye lo miraba con pena pues sabía como debían estar fluyendo los sentimientos dentro del ojos rojos. El siempre era tan orgulloso. Ser dominado sin más por otro debía dolerle.

 

Ya no pienses más en eso—le dijo.

 

¿Cómo no pensarlo?—le gritó el pelinegro un segundo antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo--¡Perdón majes…!—dijo.

 

No tienes porque decirme más así—le contestó el ojos azules.

 

¡Usted seguirá siendo mi rey siempre!—dijo el ojos rojos arrodillado.

 

Tranquilo. En verdad estoy alegre de ya no tener esa responsabilidad—dijo Fye caminando hacia la ventana.

 

“Es un irresponsable” pensó por enésima vez su guardia.

 

Ahora podré caminar entre la gente sin todo ese protocolo, aunque imagino que no podrán olvidar de quien soy hijo—dijo el rubio y Kurogane sintió ese sentimiento de pena de nuevo. No le gustaba verlo así. Le molestaban sus bromas pero verlo triste. Cargaba una pena muy grande en su interior—Después de todo el rey es benigno—

 

¿Cómo puede decir eso?—se escandalizó el ojirojo.

 

Si fuera mi padre me hubiera mandado al calabozo o algo peor—dijo el ojos azules con esa nota en su voz que el gekkian odiaba.

 

Pero él no tiene…--trató de refutar el pelinegro y el otro lo miró a los ojos al voltear a medias.

 

¡Si lo tiene! Él y no yo es el legítimo rey. Quien lo dude es un necio—dijo el antiguo rey--¿Por qué insistes con eso?—

 

Porque usted es…--trató de contradecir Kurogane y el otro puso cara de cansancio.

 

Voy a dormir. Ha sido un día muy duro—le dijo como para sacárselo de encima.

 

Entonces el pelinegro recordó las palabras dichas por el otro unas horas antes cuando lo protegía—Majes…--dijo. Otra vez la dura mirada—Fye—se corrigió y el otro le sonrió beatíficamente—Eso que dijo…--trató de preguntar.

 

Debes olvidar esas tonteras. Solo lo dije para que no te mataran bobo. No me estoy muriendo. Solo es estress. Esa es una de las razones por las que estoy tan feliz. Ahora que las preocupaciones las tenga otro. ¡Jeje!—dijo el ojos azules antes de irse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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