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REY DE DRAGONES (HELIOS SAGA) por desire nemesis

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Estaba a punto de dejarlo solo cuando su brazo fue tomado con fuerza y su cuerpo lanzado contra la pared. Los ojos azules penetraban los mieles buscando la verdad que importaba.

 

¿Dormiste conmigo por esto?—preguntó el castaño con bastante rencor.

 

Una sensación desconocida invadió al rubio. Su garganta atenazada no le respondió por un momento y luego fue el golpe que dejó medio caído a Seto que le miró sujetando su mejilla. Los ojos de Joseph eran de nuevo fríos y mortales--¡Recuerda quien soy! ¡Ya no soy tu siervo! ¡No vuelvas a hablarme así o quemaré hasta los cimientos tu querida biblioteca!—sabía lo que el otro amaba sus atesorados escritos—Las cosas que pasaron con usted son un secreto que nadie sabrá. Si siente que no puede guardar el secreto sírvase decírmelo que yo me encargaré de que viva muy bien y aislado. Si llegara a enterarme de que alguien más lo sabe deseará que solo queme su dichosa biblioteca—fuego salía por sus ojos, de nuevo intentó irse.

 

No me has… contestado, majes…tad—dijo el ojos azules. De verdad tanta intensidad de odio de pronto le turbaba un poco pero deseaba más que nada una respuesta.

 

¡Tú pusiste las reglas…--casi escupió Wheeler--…yo nada más hice lo necesario para mantenerme a tu lado y tener acceso al rey!—después cerró tras de si la puerta, dejando a un Seto lastimado. Lo que no le había dicho es que el mismo Kaiba jamás exigió eso y que si se le había entregado era por motus propio pero el infierno se congelaría antes de admitir eso. Después de esa ofensiva pregunta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dos días más tarde cierto ojos rojos cuidaba la reunión que los dos rubios tenían. Un embajador extranjero se había presentado con sus cartas y Fye le enseñaba a Joseph los protocolos correspondientes y le servía de asistente para tales oficios. El sociable rubio se sentía en su salsa, mientras el pelinegro asesinaba alguna que otra vez con la mirada al rey y este fingía ignorarlo. Ahora terminada la reunión el nuevo rey agradecía al anterior su ayuda cuando un recién llegado anunció su presencia.

 

Perdón majestad—dijo el hombre arrodillándose después de pasar—Traigo un mensaje para lord DeFluorite de parte de su familia que no puede esperar—añadió extendiendo un pergamino enrollado hacia adelante.

 

¿Familia? Se preguntó el rey que pensaba que el otro no tenía familia. El otro pidió su permiso y acudió con el mensajero tomando el pergamino mientras Kurogane se le acercaba observó la palidez que de pronto asumía el rostro de Fye.

 

Debo irme mi rey—dijo el ojos azules.

 

¡No antes de informarme! No sabía que todavía tenías familia. ¿De quien se…?—preguntaba el rey siendo interrumpido por el otro.

 

¡Pero si lo sabía! ¿No recuerda que yo y…?—preguntaba DeFluorite antes de que el otro recordara que Kaiba era su primo. Lo oyó una vez pero lo había olvidado.

 

¿Qué sucede?—era una pregunta casi fría, casi.

 

¡Algo terrible!  Mi primo Seto cayó de su caballo al montarlo y se encuentra grave. ¡Por favor permítame…!—le comunicó su secretario.

 

Joey no le dejó terminar pues estaba a su lado y lo pasaba—Irás conmigo en mi carruaje—dijo al pasarlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La cabeza de Seto estaba vendada de los ojos para arriba, su respiración era regular pero no había recuperado el conocimiento y el médico temía que no lo hiciera y que si lo hiciera hubieran graves secuelas.

 

Fye se dio cuenta de lo afectado que estaba el melado y se dijo que le había agarrado cariño a su antiguo amo. Isis estaba también allí, por demás afectada, Wheeler en un silencio contemplativo.

 

Se dijo que debía estar sereno pues si el otro moría nadie sabría su terrible secreto. Por otro lado no podía siquiera moverse de la conmoción. Nadie ahora podía prohibirle nada y por ello estaba sentado en ese dormitorio en que tantas noches compartió acurrucado con el otro sintiéndose miserable porque las últimas palabras que le dirigiera solo eran amenazas en su contra.

 

 

 

 

 

 

Kurogane por su lado no prestaba mucha atención al nuevo rey ya que toda esta estaba dirigida a cierto ojos azules por su demacrado aspecto. En una ocasión al entrar en la casa se tambaleó ligeramente y eso no escapó a la atención del antiguo gekkian que ya no confiaba tanto en su palabra.

 

 

 

 


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