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La vida es aburrida por CrystalPM

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Notas del capitulo:

Este capítulo ha sido hasta ahora el que más me ha costado escribir con diferencia. Para empezar el tema que tenía que explicar era... peliagudo (Aparte de que ni yo misma lo comprendo bien del todo XD), luego está el hecho de que no tenía tiempo para hacerlo. La mayoría de este capítulo ha sido escribo en el coche, con el brillo al mínimo ( Osea a ciegas) para que el ahijado de mi padre, que se sentaba a mi lado en el coche, no viese lo que estaba haciendo XDDD Una auténtica tortura. Y cuando por fin llego a "casa" para poder escribirlo se han puesto a hacerme planes y quitarme mis horas de escritura T.T

En fin, dejo de quejarme. Solo quería decir eso. Que me ha costado mazo escribirlo y que me tenéis que querer por lo mucho que me sacrifico por vosotros (?) XDD 

En el último capítulo de mi otra historia comenté la posibilidad de utilizar algún blog o Facebook para avisar de cuando actualizaría o si tenía algún problema y esas cosas, por eso también lo digo por aquí por si alguien quiere expresar su opinión de si le parece buena idea o si es innecesario :)

En este capítulo en algunas partes me amareis y en otras me odiareis supongo, pero así es la vida de un escritor. Espero que en conjunto al menos os guste y que disfrutéis leyendo ^^

 

—No me lo puedo creer —Desde las escaleras de la entrada de la casa de Nay observé el otro extremo de la calle alucinado. Aún con todo oscuro podía distinguir justo enfrente el escaparate de la vieja tienda de ropa en la que solía trabajar. El adosado de Nay era uno que prácticamente me conocía de memoria. Todos los días, mientras trabajaba en aquel pequeño lugar había contemplado aquellas casas blancas que me recordaban tanto al estilo ingles—. ¿Cómo puede ser que vivas aquí y nunca te haya visto? 

Mientras internaba dar con la llave correcta Nay se encogió de hombros.

—Tal vez mirabas, pero no veías. Son cosas distintas —Tras esas palabras alzó una de las llaves en un gesto triunfal y con destreza y rapidez abrió la puerta de madera oscura de la entrada. Tras entrar se hizo a un lado para dejarme pasar. Yo crucé la entrada con una mezcla de miedo y expectación. Tras un primer vistazo en la oscuridad me dio la impresión de estar en una sala común y corriente. Un salón amplio y retro, con un enorme ventanal que ocupaba toda la pared dejando ver el pequeño jardín con una terraza y a su lado a la izquierda la cocina de tonos claros, todo en la misma sala, sin paredes ni divisiones, y al fondo una escalera de caracol hacia la planta superior. Luego cuando el chico encendió las luces pude entender donde quedaba el toque “Nay” en toda aquella normalidad. Las paredes en vez de estar pintadas con los típicos colores blancos de las casas modernas estaban llenas de dibujos a escala enorme de colores vivos y con motivos completamente extraños. Como si el chico se hubiese quedado sin papel un día y hubiese decido que la pared era un buen lienzo para sus ideas. 

 

Sonreí internamente. Como siempre aquel chico hacía las cosas a su manera, pero una vez que las veías no podías evitar pensar que no podría ser de otra manera. Nay pareció decidir que mi tiempo para cotillear  y juzgar su casa había terminado y se dirigió a la cocina pasando a mi lado sin rozarme.

— Será mejor que cenemos antes de salir con Crystal. Puedes elegir entre pizza— Sin si quiera molestarse en sacar una de sus manos del bolsillo de su pantalón abrió la nevera con la otra y echo un rápido vistazo a su interior para después fruncir levemente le ceño—… o pizza. 

 

Reí mientras me sentaba en uno de los taburetes que había justo al lado de la isla blanca y no  pude evitar hablar con cierto tono burlón. 

—Era de esperar —Nay me dedicó una especie de mirada de advertencia, sacó la pizza y puso a calentar el horno, todo con gestos mecánicos, como si fuese una rutina de cada día. Luego fue por la cocina tarareando melodías que no alcanzaba a escuchar mientras iba sacando cosas de los cajones para preparar la mesa. Cuando se dio la vuelta hacia mi por unos instantes su rostro mostró un poco de confusión, como si por un momento se hubiese olvidado de que estaba ahí o simplemente que le resultase demasiado extraño verme en su cocina. Desvió el rostro y se llevo una mano a la cabeza enredando sus dedos en su cabello, un pequeño impulso me hizo desear ser yo quien hiciese eso.

—Ehm… —Por una vez en la vida Nay dudaba que decir. Ese simple gesto le hacía parecer más humano de lo que nunca antes le había visto— ¿Quieres tomar algo? Tiene que haber cerveza por algún lado… 

La sonrisa que se había formado en mis labios se congeló mientras recordaba el segundo paso en el plan de Mike. Sin despegar los dientes intenté forzar un tono natural que resultó en fracaso.

—Agua, Gracias — Apreté con fuerza el puño “Ese estúpido tipejo te ha metido ideas raras en la cabeza, Dan”. En seguida me di cuenta de que Nay se había percatado de mi comportamiento extraño y me miraba con una mezcla de preocupación y otro sentimiento que no supe distinguir. 

 

La atmósfera se enrareció aún más, si es que eso era posible. Por eso, al ver que el chico se disponía a preguntarme qué demonios me pasaba me apresuré a cambiar de tema. 

— Me resulta raro pensar que tienes una casa como esta — Solté de sopetón, tan rápido que no supe si Nay había conseguido entender mis palabras— Pensaba que serías uno de esos que cambian de casa cada mes porque te aburres de los vecinos y esas cosas —Aunque pretendía ser burlón rogué en mi interior que no notase lo forzado de mis palabras. 

 

Nay tardó unos minutos en contestar, como si estuviese meditando alguna cosa mientras mantenía la mirada fija en mi, pero escuchando a mis ruegos internos al final respondió.

—Si por mi fuese haría lo que tú has dicho —Se apoyó con las manos en la encimare de la cocina y recorrió con la mirada  la casa — pero cuando Annie y Kira me visitan les hace ilusión volver a ver la casa de nuestros padres, así que en vez de cambiar de casa cada mes, cambio las paredes. Antes vivía con Tarón en la tienda, pero cuando cumplí los 18 pensé que sería buena idea revivir este sitio.

 

En aquel momento el horno comenzó a pitar indicando que la pizza ya estaba hecha. Gracias a eso Nay no pudo ver el rubor de mis mejillas al darme cuenta de que me encontraba en la casa de la infancia de Nay. Al volver a echar una mirada por el gran salón me dio la impresión de que estar ahí era casi como asomar la cabeza por la puerta del pasado del peliazul. Me imaginé a los tres hermanos de pequeños en aquel sofá, peleando por ver algún programa de televisión, por algún juguete compartido o simplemente peleando porque pelearse entre hermanos de pequeños siempre es divertido. Cuando me di la vuelta Nay ya había cargado con la pizza, los vasos, la jarra y todo lo demás con una destreza tal que me hizo sospechar que el chico había trabajado como camarero en algún momento de su vida.

 

Obedientemente seguí al dueño de la casa hasta la terraza, donde ambos nos sentamos en un cojín del suelo al rededor de una mesa baja decorada con artículos de periódico y  empezamos a comer en absoluto silencio. Aunque aquello no me incomodó, aún estaba tontamente feliz  por el hecho de que Nay me hubiese contado algo de su vida con tanta naturalidad. Si lo comparaba con hacía unas semanas cuando ni siquiera quería decirme quién era Annie era todo un progreso. Miré a Nay amparando en la seguridad de saber que él no me pillaría ya que también estaba en su propio mundo. El chico tampoco parecía sentirse incómodo con aquel silencio, pero aún así decidí romperlo.

— ¿Arriba que hay? —Pregunté con la curiosidad renovada, recordando aquellas escaleras de caracol del salón. Nay bebió un trago de su cerveza sin mostrarse molesto por mi repentino interés por la casa.

— La zona de juegos y el antiguo cuarto de niños —Miré hacia la ventana del piso de arriba que alcanzan a ver desde la terraza con estupefacción.

— ¿Un piso entero para los niños? —El peliazul alzó la vista de su trozo de pizza para mirarme.

—Eramos tres niños ¿Qué esperabas? ¿Qué durmiésemos en un cobertizo los tres? —Hice una mueca un poco avergonzado por lo tonto de mi pregunta.

—No me refería a eso… pero entonces ¿Tus padres donde…? —Una parte de mi estaba un poco temerosa de que Nay se sintiese molesto en algún momento por hacerle alguna pregunta no apta, pero el chico no mostró ningún signo de enfado e incluso se adelantó a mi pregunta señalando a una de las puertas que salía desde el salón.

— Dormían en la que es ahora mi habitación —Mantuve la mirada en la puerta blanca preguntándome como sería el cuarto de alguien tan raro como Nay, pero antes de que pudiese preguntar sobre ello el chico volvió a adelantarse —, y deja de interrogarme con preguntas estúpidas. 

“Mierda, se me acabó la buena suerte” Resignado volvía darle un mordisco a la pizza sintiendo a Nay observándome..Por el rabillo del ojo pude ver como el chico se pasaba la lengua por los liaos  y se me olvidó como masticar por un momento. Ahora fue el peliazul quién rompió el silencio.

— ¿Cuántos años tienes novato? —Sorprendido por ser la primera vez que mostraba algo de interés sobre mi tragué con rapidez, casi atragantando en el proceso.

— ¿Me has ofrecido cerveza sin siquiera saber si era mayor de edad? —Por toda respuesta Nay se encogió de hombros con aire despreocupado. Solté una especie de bufido — Tengo 18. 

 

El chico asintió levemente y volvió a dar otro sorbo a su cerveza, pensé que con eso su curiosidad habría sido saciada para lo que quedaba del año, pero erré. Una repentina sonrisa surgió de sus labios y preguntó de nuevo con un tono mucho más desenfadado y relajado.

— ¿Estudias o trabajas? —No pude evitar sonreír yo también, al rememorar aquel día en Berlín y mi respuesta sonó con un deje de broma. 

—Las dos cosas. 

—No vale copiar respuestas —Su tono sonó extremadamente infantil. Me crucé de brazos y encarné una ceja.

— Entonces no vale copiar preguntas… Existen los derechos de autor—Nay bufó sin borrar la sonrisa de su rostro.

—Como si la hubieses inventado tú. Sigo esperando una respuesta más original— Abrí la boca para replicar, pero me lo pensé mejor antes de tiempo ¿En serio íbamos a discutir por algo tan ridículo? Sacudí la cabeza divertido y decidí ceder.

— En realidad aún no se que estudiar. Se supone que tengo que decidirlo la próxima semana —Por un momento esperé que me soltase el típico “Pues ya queda poco. Deberías ir pensandolo rápido” que últimamente todo el mundo me soltaba cuando le comentaba eso, pero luego recordé con quién estaba. Nay se levantó de su sitio soltando un suspiro.

—No te fuerces a ti mismo para buscar una respuesta. Nadie puede saber a ciencia cierta a que se quiere dedicar para el resto de su vida. NI siquiera creo que una persona al final de su vida lo sepa del todo, pero así es más divertido. Significa que tu vida no esta marcada para seguir un camino desde el principio —No pude evitar reírme por lo bajo mientras le imitaba y me ponía en pie.

 

—¿Esas frases te las enseñan nada más entrar en psicología o qué? —Por respuesta Nay se rió y  me pegó un ligero puñetazo sin fuerza en el hombro para hacerme perder el equilibrio. Aunque nada más hacerlo su expresión se tornó a una un poco más seria con una mezcla de sorpresa. Con un movimiento rápido me agarró de la mano y me pilló desprevenido.

— ¡Espera! ¿Qué haces? —Una extraña sensación de cosquilleo se asentó en mi estómago, pero el chico no pareció darse cuenta de mi reacción, cuando habló lo hizo con cierto tono de reproche

—Novato, ¡Estás completamente helado! —Parpadeé unos momentos confuso, sin esperar para nada aquel cambio de conversación. Nay intentó llevar la palma de su mano a mi frente, pero consciente de que si lo hacía sería incapaz de pensar en otra cosa y hablar con propiedad frené su avance con la mano que aún tenía libre. 

—Esto…— ¿Helado? No me había dado cuenta hasta ahora, pero era verdad que hacía un frío de narices. Hice una ligera mueca de culpabilidad —No pensé que las temperaturas fuesen a bajar tanto —¿Por qué sentía como si me tuviese que excusar por ser descuidado? Nay chasqueó la lengua y apretó con mas fuerza la mano que había agarrado para comprobar mi temperatura. 

—No podemos salir a un bar hasta la madrugada si te vas a morir congelado. Ven—Con una expresión de alguien a quién no se le niega nada tiró de mi con insistencia hacia el interior de la casa— Tienes que entrar en calor.

—¿Calor? —Mi pulso se aceleró a mil al ver que Nay me arrastraba hacia su habitación. Sí, vale ¡Lo admito! ¡Ese estúpido viejo barbudo me había dejado totalmente paranoico con su charla! ¡No es mi culpa, definitivamente no es mi culpa! Por eso me puse un poco …histérico— ¡No hace falta! ¡No necesito entrar en calor! ¡Me gusta el frío!

 

Se podría decir que mantuve la calma y simplemente me dedique a negarme con frases firmes, pero no sirvieron de nada y, o también se puede decir que intenté agarrarme al marco de la puerta para no entrar en la habitación, pero que para mi desgracia no lo alcancé ya que el peliazul volvió a tirar de mi con insistencia hacia dentro… Elegir la versión que os parezca más verosímil 

Cuando por fin me soltó la mano la llevé a mis cabellos revolviendolos en un tic nervioso. Tras apenas unos segundos en la habitación Nay me tiró algo a la cabeza que nubló mi vista y lo volvió todo oscuro.

—Ponte esto— Confundido me aparté la cosa del rostro para observar la prenda gruesa de color negro y blanco que tenía entre las manos. 

Tardé unos cuantos minutos en atar cabos. 

—Oh… ¡Una sudadera! — Podría decirse que había descubierto américa por la expresión de felicidad y alivio de mi rostro. Nay parecía demasiado confundido por mi reacción, pero preferí no intentar justificar mi comportamiento— ¡Por supuesto, esto sí! Así no pasaré frío…claro…claro — Comencé a ponerme la prenda con tal rapidez que mi pastosidad no pudo con ella y acabé haciéndome un lío al meter la cabeza. Un fuerte tirón inesperado hizo que por fin me la colocase como es debido, pero casi habría preferido seguir con la cabeza enterrada en el lío de algodón, porque lo que e encontré fue el rostro mosqueado de Nay a apenas unos palmos de mi. 

—¿Me puedes decir ahora por qué hoy te comportas tan raro? —Noté como mi sonrisa se crispaba y mis orejas enrojecían. Intenté aparentar inocencia, pero me trababa con las palabras

—¿Yo? …Estoy como siempre…

—Y una mierda —La expresión de  Nay me causó un escalofrío, pero esta vez de miedo. “Confiésate Dan, Una retirada a tiempo es una victoria”  Me mordí el labio con nerviosismo.

—¡No es mi culpa! Fue tú jefe el chalado el que me dio la charla… y que si mojar el bizcocho… ¡Ni siquiera se muy bien de que iba la charla! —Nay me miró confuso al principio, como si se debatiese consigo mismo si por fin me había vuelto loco o no, pero al final pareció comprender, porque muy poco a poco (Tan lento que me dio tiempo a ralentizar mi respiración) una sonrisa fue apareciendo en sus labios. Una sonrisa que no había visto nunca, mezcla de burla y seducción que podría haber conquistado hasta a Cleopatra. 

—Novato —El chico se acercó un poco más a mi como si pretendiese hacerme perder el hilo de la conversación con su cercanía — Pensabas que te había traído aquí…¿Para hacerlo? —Tuve que coger aire de golpe y empecé a soltar una especie de balbuceos incoherentes.

—Mike lo pensaba… yo no, ¡Mike! — Cuando el chico rompió a carcajadas el sonido de su risa resonó en mis oídos. Fruncí el ceño molesto.

—Vale, vale. Lo capto, soy patético. Dejemos ya las risitas — Aún sin poder parar de reír el chico negó con la cabeza y me agarró de la sudadera para impedir mi posible huída. Tras unos minutos pareció empezar a recuperarse. Con una lentitud inquietante metió una mano por debajo de las prendas hasta tocar la parte baja de mi abdomen, aquello me paralizó por completo. De nuevo noté el ardor cubrir mis mejillas. 

—Si de verdad te hubiese traído aquí solo para hacerlo, te quitaría ropa. No te la pondría— Con los dedos rozando mi piel inició un lento ascenso por mi torso causando ardor por donde pasaba y tuve que contener un jadeo— ¿No crees? 

Bajé la mirada hacia la sudadera, incapaz de mantenerle la mirada por más tiempo y agarré su brazo con ambas manos para impedir que continuase el camino “Mierda, mierda, mierda… No te emociones Dan, piensa en gatitos muertos, gatitos muertos” En un rincón de mi mente mi subconsciente bromeó “Mira el lado positivo, al menos sí que has entrado en calor”. Muy educadamente la mandé a la mierda. Nay pareció notar el miedo en mi rostro porque me dio un respiro y detuvo el ascenso, pero mantuvo su mano rozando la piel de mi torso. 

—¿Alguna vez lo has hecho con alguien, novato? —Negué con la cabeza incapaz de hablar. No me avergonzaba de ser virgen aún a los 18 y sabía que Nay tampoco se burlaría por ese hecho. Solo la gente estúpida es la que tiene ese concepto de “Si no te has tirado a alguien antes de los 16 eres un perdedor”, pero por alguna razón sentí que tenía que explicarlo de algún modo.

—Es que eso… —Me mordí el labio aún nervioso, deseando que Nay me dejase un poco de espacio para al menos pensar, pero el chico no pareció notar mis deseos. Simplemente se limitó a suspirar y su aliento rozó mi rostro debido a la cercanía.

— Eso es algo que se hace con alguien especial ¿No? —El chico completó la frase por mi. Por una vez me sentí aliviado de ser un libro abierto y así no tener que expresarme con palabras—. Con tu pareja por ejemplo.

 

Volví a asentir. El chico cerró unos instantes los ojos como si estuviese meditando algo y por fin se apartó de mi con toda la naturalidad del mundo. Aunque su expresión se había tornado a una seria.

—Novato. Voy a serte sincero… En mi vida he tenido una pareja seria —Curiosamente eso no me extrañó—… y no está en mis planes cercanos tenerla.

Aquella confesión me dejó con una sensación de desconcierto y desasosiego a partes iguales. ¿Aquello era una manera suave de rechazarme? Desvié la cabeza clavando la vista en el suelo sintiendo como un nudo se formaba en mi estómago. Nay no pareció notar la mueca de mi cara porque se apresuró a continuar mientas paseaba de un lado a otro por la habitación

—Lo que dije aquel día en la caravana a Haddock y a Mía era verdad. Las relaciones me parecen una perdida de tiempo. ¿Por qué tenemos que limitarnos a estar con una sola persona? —De verdad que no quería seguir escuchando aquello. Nay pareció notar la mueca que se había formado en mi rostro porque se acercó de nuevo a mi y me obligó a alzar la mirada como diciendo que aún no había acabado— Y luego llegas tú y me haces pensar que en algún momento no estaría mal probar con una relación seria —Mis ojos se abrieron desmesuradamente. De nuevo aquellos sentimientos encontrados. Nay parecía querer decirme algo a través de sus ojos, algo que yo no alcanzaba a entender—… pero no ahora. Ahora no puedo ¿Entiendes? — ¿Entender? La verdad es que no. No me había enterado de absolutamente nada. Sintiendo aún el nudo en la garganta negué con la cabeza. El chico soltó un quejido de desesperación y volvió a andar en círculos por la habitación, buscando las palabras adecuadas. Se llevo las manos a la cabeza como si eso le ayudase a pensar.

— Quiero estar contigo. Me divierte estar contigo, pero no creo estar preparado para pensar en compromisos. Nada de ese rollo de parejas.  ¿No podemos.. simplemente estar y ya? 

Me mantuve unos segundos en silencio, intentando procesar la información que me había dicho. Mientras Nay me miraba expectante. Al final conseguí hablar, sonando mucho más tranquilo de lo que me sentía por dentro.

— ¿Te refieres a tener una especie de… relación sin compromisos? — El chico pareció sorprendido.

—¿Serías capaz de estar con alguien sabiendo que esa persona ve a otras y qué no te importase? —Tragué saliva.

—Sí —Mentí, obviamente que mentí. Y ni siquiera ahora se muy bien por qué mentí. Simplemente tenía la impresión de que si no lo hacía no volvería a estar con el peliazul. El rostro del chico se ensombreció por unos segundos haciéndome pensar que ninguno de los dos alcanzaba a comprender al otro, y eso era totalmente cierto. Nay y yo no nos comprendíamos. Ambos nos miramos a los ojos unos instantes, deseando saber que pensaba en realidad el otro, pero al final el peliazul acabó por encogerse de hombros.

—Si quieres llamarlo así… una relación sin compromisos— Ninguno de los dos parecíamos muy convencidos, pero aún así los dos asentimos a la vez. 

Justo en aquel momento, como si quisiese dejar claro que la conversación había llegado a su fin, el móvil de Nay sonó. El chico contestó con rapidez y inició una conversación a la que no presté atención. Aún ligeramente confundido por lo ocurrido paseé la vista por la habitación de Nay. Era oscura y simple con una cama enorme de sabanas negras y blancas y las paredes repletas de fotografías (Ninguna de Nay como pude comprobar) excepto una que estaba pintada por un extraño grafito de colores vivos. No pude dedicar más tiempo para la inspección porque Nay posó una mano sobre mi hombro para atraer mi atención.

—Era Crystal. Dice que como lleguemos tarde nos asa vivos —No pude evitar reír ante la amenaza de mi amiga, pero a pesar de las risas ambos nos apresuramos a salir de la casa dispuestos a ir al lugar de encuentro. Mientras Nay cerraba la puerta no pude evitar hablar.

— ¿Y tú? — Nay alzó la vista de la cerradura y me miró interrogante por lo repentino de mi pregunta. Carraspeé para que no me temblase la voz, pero no pude mantenerle la mirada—. ¿Alguna vez lo has hecho?

 

La pregunta pareció hacerle gracia a Nay porque sonrió. Terminó de cerrar y se llevó las llaves al bolsillo de su chaqueta.

—Anda, vamos. 

 

 

—No tiene sentido —Crystal golpeó la mesa con el vaso de cerveza y me sobresaltó. Nos encontrábamos los dos sentados en unos sillones de una especie de pub irlandés a donde Nay me había llevado para encontrarnos con Crystal, Haddock y todo el resto de la pandilla. Tras un par de copas y risas había aprovechado un momento en el que todos se dedicaban a jugar al billar para contarle lo que había ocurrido en la casa de Nay a mi amiga. La pelirroja escuchó paciente el relato, pero al final no pudo contenerse—. Sois un par de idiotas que no saben comunicarse. Eso está claro —Me mordí el labio con nerviosismo, eso no podía negarlo —. Nay se contradice. Te dice que no quiere nada serio contigo, te habla de una relación sin compromisos —“En realidad lo de la relación sin compromisos he sido yo”— , pero a la vez te lleva a su casa. No tiene sentido —Con gesto de mala leche volvió a dar un sorbo a su cerveza a la vez que volvía la vista hacia su pantalla del móvil, como si estuviese esperando algún mensaje. 

—No entiendo por qué dices que llevarme a su casa sin querer nada serio no tiene sentido —Volví la vista fugazmente hacia Nay. Debía estar paranoico o algo, pero ahora más que nunca no podía evitar notar como la camarera le sonreía más de la cuenta mientras le servía su cerveza. Crystal dejó el móvil a un lado con brusquedad, llamando de nuevo mi atención y negó con la cabeza.

—No lo entiendes. Nay nunca lleva a nadie a su casa. Ni siquiera yo he entrado… puede que Sara sea la única —No pude evitar atragantare con la bebida con eso. ¿En serio era eso cierto? Una extraña calidez me invadió el cuerpo. Una calidez que supe que no era gracias al alcohol. 

— Bueno. El caso es que, contradictorio o no, así han salido las cosas —Mi amiga suspiró.

—Dan. No tengo ningún problema con que una pareja decida tener una relación como ellos quieran… pero presiento que ninguno de los dos vais a salir bien parados de esta —Contuve una mueca de preocupación por sus palabras. En aquel momento el móvil de mi amiga sonó para avisar de un mensaje y supe que había perdido a la pelirroja por al menos unos cuantos minutos. Suspirando me levanté de mi asiento. 

—Voy al baño pelo zanahoria —La chica estaba tan concentrada escribiendo que ni se quejó por aquel mote. Soltando un par de incoherencias producto tal vez del alcohol caminé hacia unas escaleras de la sala que daban al piso de abajo. El lugar estaba demasiado oscuro y tuve que apoyarme un poco (bastante) en la barandilla para evitar tropezar. Al llegar al piso de abajo mis manos se alzaron torpes a buscar el interruptor de la luz, pero ni rastro de él. Soltando un par de insultos hacía el arquitecto del lugar caminé a tientas por el pasillo. Probablemente estaba demasiado borracho y por eso no me di cuenta en seguida de que me había equivocado de puerta al intentar entrar en la sala de baños y también probablemente fue a causa del alcohol que no escuché los cuchicheos que había detrás de mi, tampoco es que lo recuerde mucho. Lo que si recuerdo fue el miedo que sentí cuando note a alguien agarrarme por detrás mientras me tapaba la boca para impedirme gritar.


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