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REY DE DRAGONES (HELIOS SAGA) por desire nemesis

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Desde fuera de la amurallada ciudad un hombre con su coraza militar miraba entre los árboles hacia ella como intentando vislumbrar aquél que es su objetivo.

 

¿Qué piensa mi general?—le preguntó un hombre colocándose a su lado. Ambos estaban en sendos caballos.

 

Esta no va a ser una tarea fácil—le respondió el susodicho. Pensaba en el increíble poder que alzaba el soberano de las tierras a las que había penetrado. Sus espías le habían dicho que solo herirlo ante sus mortales guardianes haría el efecto de que dejaran de seguirle pero de seguro ese astuto hombre se guardaría en el futuro de aparecer en público para que lo lograran aunque también le habían dicho que existía cierto descontento con su presencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fye acudió junto con su sempiterno guardián al llamado de su majestad.

 

¿Querías algo de mí, majestad?—preguntó el ojos azules haciendo una reverencia. De mala gana el otro lo imitó.

 

El ojos mieles estaba molesto por algo al parecer, estaba sentado de costado en el trono con un pie apoyado en el asiento mientras el otro reposaba en el piso y descansaba su mentón en una mano. Su ceño estaba fruncido. Nadie esperaba sus siguientes palabras.

 

A partir de mañana tú serás el rey de nuevo—le dijo.

 

¿De que habla?—preguntó anonadado DeFluorite.

 

Creo haberme expresado con claridad, DeFluorite. A partir de mañana serás de nuevo el regidor de este reino—le dijo muy serio volteándose a verlo el verdadero rey.

 

¿Acaso piensas tomarnos por tontos? ¿Qué tramas? Hacer pasar a mi señor como…--dijo enfurecido Kurogane.

 

Haz que tu perro cierre el pico a menos que quieras que lo haga yo—dijo Joseph a Fye—Mis intenciones no son nada así pero una mente como la tuya no puede comprenderlo—le dijo al pelinegro.

 

Le ruego me explique sus verdaderas razones si es que puede para que pueda entender lo que pretende con claridad, mi rey y perdone a Kurogane que lo hace pensando en mi bien—dijo el anterior rey volviéndose a inclinar. Joey le vio un momento antes de acceder a su petición.

 

Las tropas del País del sur han osado invadir de nuevo nuestro territorio pero esta vez han cruzado por la parte más inhóspita para no ser localizados. Pretenden atacar la ciudad pronto—les anunció el ojos mieles y los otros quedaron sorprendidos.

 

¿Cómo es que tiene esa información? Nadie en palacio…--preguntó el ojos rojos.

 

Nadie en este mundo tiene los guardianes que yo tengo—dijo el rey aludiendo a sus dragones—Los han visto desde el cielo, son cientos agazapados esperando su oportunidad y yo voy a dársela—

 

Pero…--dijo Fye.

 

Sin duda no esperan esto pero les daré un regalo caído del cielo que en verdad será una manzana envenenada. Dentro de un par de días correrá el rumor de que he muerto. Al parecer los partidarios del antiguo rey pudieron dar conmigo y me asesinaron por lo que DeFluorite ha retomado el poder. Conociendo al señor Kurogane todos darán por hecho que él me mató por su rey favorito—dijo mirando con sus ojos fríos al pelinegro y asustando un tanto a Fye por la forma en que hablaba de su querido Kurogane, se preguntaba si el rencor que el otro albergaba por el pelinegro no lo llevaría algún día a querer deshacerse de él.

 

¿Por qué esperar si la amenaza es grave…?—trató de preguntar el ojos azules.

 

Tengo mis motivos—le contestó el melado mirando hacia un lado de nuevo como si ya hubiese pasado de ellos.

 

Veo que ya no siente temor de ser traicionado—dijo Kurogane que no pudo evitar querer hablarle con tono superior a aquel que creía un villano. Quería demostrar que el otro si estaba en peligro pero se había relajado.

 

El otro lo miró y sonrió por primera vez desde que le vieran ese día.

 

¿Eso crees?—parecía divertido—Hace mal sacando conclusiones tan apresuradas, Kurogane. Después de todo podrían costarle la vida a usted o un ser querido cuando menos lo espere. Que no lo pueda ver muchas veces no significa que el peligro no esté ahí—añadió.

 

De pronto tras el trono asomó una pequeña cabeza negra de ojos rojos, entre sus dientes colgaban unos sangrantes pedazos de carne.

 

Nadie puede caer en el error de subestimarme, no soy mi abuelo, mi confianza es algo que muy pocos obtendrán y tal vez nunca puedan ponerla a prueba—agregó.

 

Triste vida la suya, temiendo a enemigos todo el tiempo, sin tener nadie que le importe lo suficiente para desestimarla—le dijo el pelinegro antes de cerrar la puerta y los ojos del melado se opacaron un tanto luego de que este la cerrara.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No debiste decirle semejante cosa—le dijo el ojos azules fuera de la sala del trono.

 

No soporto a ese tipo—se quejó el pelinegro.

 

¡Es nuestro rey y…!—le dijo el rubio.

 

¡Será el suyo! ¡Mío no…!—dijo furioso Kurogane pero el otro le tapó la boca.

 

¡No digas esas cosas!—le retó el ojos azules haciendo que el otro frunciera el ceño crispado, iba a sacarse la mano de la boca para contestar que no le importaba, a su señor cuando este agregó en un susurro—Tengo miedo de lo que puede llegar a hacerte así que por favor pórtate bien, por mí—

 

El otro sintió que el corazón se le contraía pero como era un hombre rudo no lo iba a demostrar así de fácil, se quitó la mano de la boca y le dijo--¡No me trates como a tu can!—luego miró hacia otro lado mientras acompañaba a su ex rey que sabía que solo lo hacía por salvar las apariencias y que quería decir que si lo pedía así no iba a rehusar. Sonrió más calmado mientras caminaba junto a él hacia la salida de las recámaras de estado.


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