Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

REY DE DRAGONES (HELIOS SAGA) por desire nemesis

[Reviews - 195]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

En el balcón de su habitación real el rey Joseph observaba su ciudad mientras su mente viajaba a cierta casa en especial, era difícil para él aceptar que aunque su deseo de que nadie se enterase de su desliz con el castaño se había cumplido sin fallas su corazón seguía deseando ese contacto que había perdido. Ahora le era imposible recobrarlo.

 

Caminaba por el exterior del palacio cuando se encontró con ciertas personas, la de ojos rojos miró con desagrado a la compañía de Wheeler y le preguntó—¿Ahora los cachorro de dragón son tus guardias?—

 

Fye se alarmó por las palabras de Kurogane, pese a que le había advertido… pero el otro era así, reaccionaba antes de pensar.

 

¿Cachorro?—preguntó el melado al parecer malvadamente divertido—Es una interesante idea—

 

¿Qué insinúa, rey?—casi escupió lo último el pelinegro.

 

El rey acarició la cabeza del dragón que miraba muy fijo un ave posada en un árbol—Solo estaba pensando que es una divertida idea, cachorro. ¡Jeje!—rio el otro burlonamente.

 

¿Y cómo preferís llamarlo, majes…tad?—preguntó disgustado el ex gekkian pensando que la palabra es la problema.

 

¿Preferir? No, para mí esa palabra es algo adecuada—dijo el ojos mieles y después de un momento añadió—Aunque me gusta pensar en ellos como dragones adecuados—

 

¿Adecuados?—preguntó el ojirojo.

 

Si, es que con su tamaño… en fin…--los miró a ambos con esa sonrisa aún en su rostro añadió—No quería que destrozaran más ventanales. Bueno, seguiré con mi paseo—luego caminó hacia ellos y los pasó, después de esto oyeron que decía al dragón--¿Has oído eso? ¡Cachorro, jajaja!—era como si le divirtiera su gran equivocación y eso alarmó al pelinegro.

 

No creerá que quiere decir lo que pienso—dijo el ojos rojos con un retorcijón en su interior que le indicaba alertarse ante algo probablemente peor de lo concebido. Sería que los poderes de los progenitores no solo se referían a llamar a los dragones sino a… ¡No! Era una locura por supuesto.

 

¿En que estás pensando?—preguntó el ojos azules.

 

Es una locura. Es solo que lo que dijo me hizo pensar…--dijo Kurogane, ambos se habían volteado y observaban al rey alejarse—Es como si dijera que están hechos a la medida de sus deseos—

 

“No quería que destrozaran más ventanales”

 

Las palabras del rey resonaban en sus cabezas y sus oscuras intenciones les carcomían los huesos. El otro sabía como intimidar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Joseph se daba de cabezazos mentalmente aunque no había hecho nada mal y es que lo que le enfurecía era que se había dejado llevar por su deseo de intimidar a ese idiota pero es que si lo había hecho no era por su simple desagrado por el otro, su descontrol provenía de un lugar más profundo. Mandó a volar a su dragón, literalmente, mientras él conducía un caballo por la ciudad con la sincera intención de calmar sus impulsos. Le plació que los guardias de palacio le miraran con tan reverente temor en sus ojos. Era ahora una persona valorada por los demás como un rey intocable, casi un dios. Debía sentirse más realizado pero en lugar de ello…

 

Y entonces, después de quince minutos de deambular con la cabeza en otra parte se descubrió frente a un conocido portal. El corazón de dio un vuelco.

 

¡Bienvenido, Majestad!—dijo la ama de llaves inclinándose después de abrir la puerta. Se quedó mirándola un momento. ¿Qué hacer?

 

Por instinto y deseo de no auto avergonzarse el rey de Iskabad bajó de su caballo y pidió ver a quien había venido a buscar, aun sin quererlo.

 

Lo conducía por el pasillo central de abajo a donde recordaba haber visto una biblioteca pero se dijo que era imposible que lo llevaran allí porque él no podía estar… ¿Sería posible que hubiera mejorado sin que nadie le dijera nada? Una esperanza brotó en él y es entonces que oyó las palabras traídas por los ecos de la casa.

 

Una voz de mujer que reconoció hablaba fluídamente de cosas lejanas lo que le dijo que estaba probablemente leyendo en voz alta El rubio paró a su acompañante y le hizo una señal para que guardara silencio mientras él mismo abría la puerta y atisbaba por ella

 

Era así. La prometida de Seto leía en una silla junto al joven señor que la escuchaba, ambos le daban la espalda por lo que nadie se dio cuenta de su intromisión. Verlo así le provocó una extraña sensación de desasosiego peor de la que venía sintiendo. Era como si después de un largo viaje no encontrara a nadie esperándolo en casa.

 

Su majes…--dijo una mucama al aparecer tras una puerta antes de que pudiera silenciarla con una señal. En seguida cerró pero fue suficiente para que el clima dentro de la biblioteca particular cambiara ya que al creer haber escuchado algo la lectura cesó y los de dentro se pusieron alerta.

 

El rubio se fue antes de ser descubierto con un raro pesar en su corazón.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).